Me acercaba al trabajo mi marido y mientras él escuchaba la radio con las noticias matinales, yo daba vueltas al tema de mi artículo. Y pensaba escribir sobre el amor de pareja con motivo de la celebración de San Valentín, pero, de pronto, me veo interrumpida en mis pensamientos por Ángel que me comenta que la señora Cospedal se propone eliminar más puestos de profesores. Será para que le casen las cuentas. La cara de algunas personas me sorprende. Después de la movida que hemos tenido con su esposo, pretende continuar insultándonos un día más.
Esta señora, que más vale que se vaya a su puesto como abogada del Estado, ya empieza a cansar. Como siga reduciendo más cosas en La Mancha, termina con los molinos y con el inmortal don Quijote. Pero las reducciones afectan a los que no ocasionaron la enorme deuda de su comunidad. Si tantas ganas tiene de llenar las arcas autonómicas, yo le sugiero medidas mucho más beneficiosas y menos dañinas para los pobres ciudadanos manchegos.
Empecemos la tarea: ¿cuántos políticos ocupan sillón de diputado en el parlamento autonómico? Estoy segura de que podemos hacer una importante reducción, pues la mayoría de las reuniones, comisiones y etc., etc., pueden desaparecer sin que Castilla -La Mancha lo note. Los que lo notarán serán los bolsillos de sus señorías, pero a estas alturas de la historia semejante cuestión ni me importa ni tiene relevancia. Y, antes de nada, podemos eliminar unos (bastantes) sillones, total, para lo que hasta la fecha han hecho: dejar las arcas del erario público vacías, mientras otras se llenaban, y mucho.
También podemos darnos un paseíllo por las fundaciones y empresas públicas, llenitas de personal sin oposición que le habilite para el puesto, pero con el debido carnet en el bolsillo. Y algunos, mejor pagados que los ministros. Y las tales entidades con inmensas pérdidas, en muchos casos por la impericia de sus directivos, que aún no han demostrado que se puedan ganar la vida con un trabajo que no sea regalo del partido de turno.
Por último, podríamos repasar los ayuntamientos desde las capitales al último pueblo. ¿Cuántos politiquillos sobran? Pues me temo que más de los que nos podemos imaginar. Sin tener en cuenta las políticas que han llevado a cabo, ya que pequeñísimos pueblos tienen deudas inmensas, y una no sabe muy bien dónde se ha metido el dinero, aunque la sospecha le ronda.
Señora Cospedal: no sé si es usted consciente de la medida que va a adoptar. Supongo que no, pues si pensará un solo minuto en las consecuencias no la adoptaría. ¿O sí, señora Cospedal? ¿Acaso le interesan ciudadanos sin formación para manejarlos mejor? En fin, mi decepción con toda la clase política aumenta cada día. ¡Qué pena! Llegue a pensar, en los albores de 1977 que podíamos construir una España solidaria y justa, y lo que hemos alcanzado es una pesadilla.
P.D.: la situación descrita se puede extender, en mayor o menor medida, a todas las comunidades autónomas.