Ana Mato: la peor ministra de Sanidad

Desde que se creó el Ministerio de Sanidad en la Legislatura Constituyente de 1977, han pasado por este Ministerio 19 ministros/as, de diferentes partidos, UCD. PP. PSOE, todos ellos con aciertos y desaciertos en su gestión pero a medida que se ha ido asentando nuestra democracia, el nombramiento de ministros de Sanidad ha ido de mal en peor.

Ana Mato, nuestra actual ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, se ha caracterizado por su mediocridad al frente del ministerio, protagonizando polémicas y patéticas declaraciones para justificar sus decisiones y, a puesto en evidencia el desconocimiento e ignorancia que tiene del ministerio que representa. Si no fuera por la gravedad e importancia que tienen sus actuaciones, pasaría a encabezar el pódium de disparates y chistes a nivel nacional. Era difícil superar a su antecesora Leire Pajín, pero puede estar satisfecha que lo ha conseguido con creces. Pasará a la historia por ser la peor ministra de sanidad; arrastrada por una gestión nefasta que está deteriorando y poniendo en peligro el sistema público sanitario que tanto ha costado levantar y colocando a muchos colectivos en situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Las medidas adoptadas, en su ministerio, muchas de ellas, aceleradas y sin estudios previos, solo por el mero hecho recaudatorio y de imponer su ideología conservadora, han ido directamente contra las mujeres, como la discriminación en los criterios de las técnicas de reproducción asistida (ataque sexista y clasista) los intentos de dificultar el acceso a la píldora del día después, no financiar las píldoras anticonceptivas más modernas, su posicionamiento y apoyo a la nueva ley del aborto, los recortes en las políticas de igualdad y el golpe mortal que ha dado a la ley de la dependencia.

Pero si algo clama al cielo, es su ignorancia e irresponsabilidad ha sido, al restringir, través de un Decreto Ley, la asistencia sanitaria a los extranjeros sin papeles. Diferente colectivos, expertos sanitarios, La Defensora del Pueblo y el propio Tribunal Constitucional advirtieron a la ministra del riesgo que suponía esa decisión, respecto a la proliferación de de enfermedades infecciosas no controladas, que no afectaban solo a la salud de este colectivo sino a todos los ciudadanos y, que el derecho a la salud, lo consagra la constitución, no pudiendo quedar ningún inmigrante sin cobertura. Una vez más, la ministra desprecia el consejo y pronunciamiento de los entendidos en esta materia y ha tenido que ser, una vez más, el Consejo de Europa quien reprenda al gobierno español para que modifique la normativa, y le recuerda a la ministra su falta de coherencia. España está obligada a dar cobertura sanitaria a éste colectivo, como bien recogen los art. 11 y 13 de la Carta Social Europea, convenio firmado por España.

Nos espera un año complicado y de sobresaltos, con un descenso del presupuesto para sanidad de un 35%, el mayor de todos los ministerios. Pero sorprende este celo de austeridad de la ministra en un presupuesto tan básico y necesario como el sanitario, cuando no tiene ningún miramiento para los gastos que ella realiza, ejemplo los 1.250 dólares que gasto, a cargo del ministerio, (por no acceder a la acreditación oficial) en la entrada más cara y exclusiva del Arthur Ashestadium en la final de US Open de Nueva York para ver la final de tenis en la que jugaba Rafa Nadal. Detalle torpe y frívolo que la deslegitiman moralmente para pedir a los ciudadanos que acepten sus recortes mientras ella gasta frívolamente.

La situación de la ministra al frente de este ministerio es insostenible, no solo por su mala gestión sino por todo lo que tiene encima, la imputación de su ex marido en el caso Gürtel, y el informe de la unidad de delitos económicos y fiscales que detallan los pagos supuestamente realizados por la trama corrupta a su familia, con viajes, fiestas y regalos. Su continuidad al frente de ministerio de sanidad servicios sociales e igualdad aporta poca credibilidad y rigor.