Sopla el viento, arrecia la lluvia. ¡Vaya invierno! Está siendo crudo. De temporal a temporal y tiro porque me toca. Sólo que no es un juego. El norte y el oeste de la península se ven desbordados por los oleajes que invaden su litoral. La cornisa cantábrica está anegada en agua. Se nos anuncian fuertes lluvias en toda la extensión hispano lusa. Y la nieve blanquea nuestras montañas que se me antojan inmensas bolas de algodón. Y esta situación atmosférica me confirma que hay agua, mucho agua y la que nos llegará en primavera con el deshielo.
Entonces, ¿por qué andamos todos los veranos a cuestas con la sequía? Sólo tengo una respuesta: el agua se pierde por algún sitio. Sí, nuestras canalizaciones están destrozadas. Llevo años escuchando que el agua que se trasvasa de unas zonas a otras se pierde, en una importante cantidad, por los agrietados muros de los canales. Y, a pesar de los años que arrastramos con este problema, ahí sigue. A nuestros politiquillos no les preocupa tirar a la basura uno de los bienes más importante para la vida en la tierra: el agua. Seguramente ignoran que somos, sobre todo, agua. A lo peor se perdieron la clase de ciencias. Tampoco la han necesitado para medrar en su mundillo. Pero los seres vivos (hombres, animales, plantas) no podemos vivir sin ese regalo que nos hace el cielo de vez en cuando.
Pero, claro, hacer política hidrográfica no luce, ni hay foto, y hasta puede que bajemos en los votos, así que vamos a hacer un aeropuerto para nadie, pero con el dinero del pueblo. Oye, ¿y por qué no un tranvía por medio de la ciudad para casi nadie? Oye, pues yo voy a hacer un teatro grandioso? Y siguen gastando alegremente el dinero de todos y el bendito bien que es el agua perdiéndose por ahí. Total, a ellos lo que les gusta son los gin-tonic y encima, oye, qué precio nos gastamos en el bar del Congreso. Y el agua perdiéndose, y las arcas vaciándose, y ahora quedan las grandes obras vacías, estropeándose por la falta de uso o de medios para conservarlas, sólo queda dinero para que ellos sigan sin perder ni uno solo de sus privilegios. Y el agua sigue por ahí, perdiéndose?
Y, cuando llegue la hora, con todo el morro vendrán a pedir el voto y se pasearán por nuestras calles, visitarán los barrios y hasta pretenderán estrechar nuestras manos.
Y se me revuelve el estómago al verlos ocupando un puesto en el parlamento, en nombre de la soberanía nacional, para limitarse a ser un dedo que marca sí o no según ordenen los de arriba (los amos del partido), sea bueno o malo, provechoso o no para el pueblo que los ha elegido. Realmente merecen mi desprecio y sólo el día que tomen conciencia de por qué están ocupando un sillón parlamentario y hagan POLÍTICA, así, con mayúsculas, entonces y sólo entonces, los respetaré como representantes de la soberanía nacional.
Y, mientras, el agua sigue por ahí, perdida, perdiéndose?