Gamonal, símbolo de los manifestantes

"Perder la libertad es de bestias, dejar que nos la quiten es de cobardes .Quien por vivir queda esclavo no sabe que la esclavitud no merece el nombre de vida" (Francisco de Quevedo)

Es cada vez más patente que el poder político no está sirviendo como instrumento para mejorar la sociedad, todo lo contrario, está influenciado por el poder económico al que sirve y representa, legislando y gobernando para favorecer sus intereses. Las decisiones importantes las toman las grandes empresas y bancos, imponiendo su voluntad por encima de los intereses de la sociedad, convirtiendo nuestra democracia en pura hipocresía promoviendo pasividad y conformismo. Los ciudadanos nos sentimos engañados, no nos gusta el actual modelo político y económico. La degradación de la política, con más de 300 políticos imputados en presuntos casos de corrupción, la falta de ética y la forma en que se toman las decisiones hacen que el descontento social haya llegado a tal límite de indignación y hartazgo que sobran razones para salir a la calle.

Las movilizaciones y actos de protesta expresan un estado de ánimo y de descontento social que forman parte de la democracia, siendo un instrumento de presión para conseguir que se recapacite y se cambien decisiones que se han tomado de espaldas a la sociedad. Así lo han entendido los vecinos del barrio de Gamonal (Burgos) para manifestar su oposición a la construcción de un bulevar que supone el cierre de una calle, la eliminación de plazas de aparcamiento y la reducción de dos de los cuatro carriles existentes. Sorprende que el Ayuntamiento de Burgos se embarque, en estos momentos de crisis, en un proyecto estimado en 8,5 millones de euros. Los vecinos no entienden como, existiendo otras necesidades en materia de sanidad, educación y servicios sociales, se realiza este desembolso de dinero público para hacer un bulevar que prevé un aparcamiento subterráneo de 246 plazas que se venderían por un valor de 19.800 euros. Algo huele mal, si nos ponemos a escarbar un poco, resulta que la empresa encarga del proyecto es propiedad del constructor Antonio Miguel Méndez Pozo, vinculado a la trama Gürtel y condenado a siete años y tres meses de prisión (no llegó a cumplir más que unos meses), por el caso de corrupción inmobiliaria, en el que también fue condenado el anterior alcalde de Burdos José María Peña a 12 años de prisión por los mismos hechos.

Los vecinos de Gamonal no han tenido más remedio que echarse a la calle y manifestar su descontento, como en su día lo hicieron en Salamanca los vecinos de las Arribes, en su lucha contra el cierre de las urgencias nocturnas en los centros de salud de la zona; dejando al descubierto el malestar existente en el PP al ver como estas movilizaciones se han convertido en símbolo de lucha de los ciudadanos, con un más que posible efecto dominó, al observar como estas protestas se han extendido por diferentes ciudades de España en apoyo de la movilización activa y pacífica de los ciudadanos.

Es este uno de los casos donde se pone de manifiesto que la idiotez política no tiene límites, con declaraciones como las realizadas por la señora Botella, intentando criminalizar las protestas acusando las manifestaciones de atentados, o las afirmaciones del Secretario de Estado de Seguridad y la Subdelegación del Gobierno de Burgos, asegurando la implicación de personas venidas de fuera, que lo que pretendían era ejercer la violencia y que pertenecían a grupos antisistema, quedando en evidencia ante la demostración de que los detenidos son burgaleses y no tienen antecedentes por desórdenes públicos (datos del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León), sino que son más bien fruto de la rabia y desesperación de algunos manifestantes, aunque estos sentimientos nunca pueden justificar la violencia.

Repudio la violencia en cualquiera de sus formas. Hay límites que no se pueden propasar y los actos vandálicos en una manifestación restan legitimidad a las reivindicaciones, pero no me cabe duda que las manifestaciones de Burgos se han generado por un movimiento ciudadano sin banderas, espontáneo y que únicamente obedece a la indignación de todo un barrio obrero ante la terquedad, falta de diálogo y sensibilidad mostrada por el Ayuntamiento.

Mi apoyo y solidaridad está con los vecinos de Gamonal, esperando que su actitud sirva de ejemplo a una Salamanca dormida y pasiva, despertando la conciencia solidaria de la mayoría de los salmantinos. Las quejas en los bares y las web se quedan en mera frustración individual, pero si somos capaces de darle salida a la calle estaremos en disposición de conseguir un cambio de rumbo ante tanto desatino y tanta corrupción.