Históricamente la subordinación de la mujer al hombre y a las instituciones controladas por el hombre ha sido total.
La mujer ha sido considerada menor de edad permanente, útil como instrumento de perpetuación de la especie y educadora en la familia. La mujer era considerada una posesión del hombre.
Las distintas religiones han marginado tradicionalmente a la mujer destacando únicamente su papel en la procreación y educación familiar sin considerarla un ser humano autónomo igual que el hombre, por ello la insistencia en la virginidad femenina y en el matrimonio indisoluble.
La mujer era recluida al ámbito doméstico y se le impedía actuar en la esfera pública, reservada en exclusiva a los hombres.
La educación, el trabajo, la autonomía financiera, la libertad en definitiva le estaba vedada.
De hecho el progreso de una mujer dependía del tipo de matrimonio que sus padres concertaban y del grupo social al que pertenecían, la vida de una mujer noble era sin duda, menos dura, que la de una mujer campesina. Sin embargo, en los dos casos, las mujeres vivían una vida de dependencia del hombre.
Con el discurrir del tiempo, distintos grupos de mujeres ayudadas o apoyadas por hombres decidieron dar la batalla por su propia libertad, por conquistar su autonomía personal, material e intelectual respecto a los hombres.
Ya en la época de la revolución francesa, una mujer se atrevió a publicar un panfleto sobre "los derechos de la mujer y la ciudadana", trasponiendo el documento revolucionario sobre los derechos del hombre y el ciudadano.
Más tarde, las mujeres de clase media en Gran Bretaña y Estados Unidos se levantaron para exigir el mismo derecho de voto que tenían los hombres, nace así el movimiento sufragista, que tantos dolores de cabeza causó al gobierno británico de comienzos del siglo XX. Mientras las mujeres de clase obrera reivindicaban la igualdad de salario y el derecho a la educación hasta crear la Internacional Socialista de Mujeres, promotora de la fiesta del 8 de marzo, día de la mujer trabajadora.
Los dos movimientos, el sufragista y el obrero se fueron abriendo camino en el mundo desarrollado, en cambio, en países dominados por el atraso económico, social y cultural o por religiones fundamentalistas, cristianas, musulmanas, etc apenas varió la situación de la mujer.