¡Bienvenidos!

Quizá pueda sorprender que en esta mi primera colaboración en Salamancartv, rodeado de lo más granado de la cultura salmantina, sea yo quien les da la bienvenida a ustedes y no a la inversa. He visto en los comentarios subsiguientes a los artículos que cuando se presentan los nuevos colaboradores los lectores se suelen felicitar de su aparición. Y he recordado cuando yo mismo escribía en los diarios de papel donde sí que tenía la sensación de que los lectores me daban la bienvenida, me llevaban con ellos desde el quiosco a sus casas (los que no me invitaban a su mesa de la cafetería desplegando sobre el mármol las cada vez más raras hoy día sábanas de papel de periódico), me acogían en ellas y, espero, me leían. Quizá luego podía acabar sirviendo para envolver el pescado o en un contenedor de reciclaje. Pero el trabajo ya estaba hecho.

En este nuevo formato son ustedes los que, si quieren, visitan esto que da en llamarse página por mucho que no esté encuadernada ni numerada (me alegro de que haya acabado haciendo fortuna esta denominación; tiene su encanto como un resabio del pasado, como un homenaje a los libros), la de Salamancartv.com. En la pantalla de su ordenador, en su móvil, necesitarán, con decisión, adentrarse en la sección de Opinión-blogs, buscar el día concreto, siempre a golpe de clik o de contacto táctil, elegir mi artículo, sin distraerse, que hay mucha competencia, para, finalmente, llegar al destino. Es por ello que soy yo quien tiene la sensación de que debo acogerles con cordialidad y lograr construir un lugar acogedor.

Así pues, si ustedes lo desean les invito a mi columna en las próximas semanas. ¿Y qué se pueden encontrar en ella? Pues por mi condición de psicólogo, apasionado por la psicología social en concreto, y por el hecho de trabajar en la enseñanza se lo pueden imaginar. Espero no cobijar todavía el sentimiento que me encontré por casualidad descrito el otro día en un cuento de Doctorow que no me resisto a repetir. Describía a una maestra (de la que se dice que es alegre y amable) que "lleva allí el tiempo suficiente para que su modesto deseo de transformar a unos niños se haya transformado a su vez en espanto ante su realidad". Pero además, por mi condición de metomentodo, esperando tener siempre algo que decir pero no tener siempre que decir algo, se podrán encontrar eso, de todo. También deberían encontrarse la vida, si soy capaz de lograr que emerja de entre las palabras porque también la educación es eso, el día a día, la vida.

Para irnos conociendo quiero terminar con otra cita, ésta de Anatole France también encontrada por casualidad en un periódico de hace años que me había resistido a tirar y estaba. amontonado con otros, por el suelo de mi casa, esperándome (soy muy dado a las citas, no tiene nada de malo; como un vampiro, lo importante es elegir bien la sangre dulce que se aprovecha de otros): "La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza con alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la habitación".

Lo dicho, bienvenidos a la oscuridad.