Garrafardi – Cola

- Al, muchacho, cada vez te veo menos por las noches? Se lamentaba recientemente mi amigo el cínico.

- Claro, no nos vemos porque tú no sales.- ¡Es verdad! Respondió entre reflexivo y avergonzado, pero tampoco salen ni fulanito, ni citanito, ni menganito ¡no lo entiendo! ¿qué nos pasa? ¿por qué ya no salimos? ?Yo, le contesté: salgo regularmente, como tú sabes, porque soy de los irreductibles, pero entiendo perfectamente que tú, al igual que la mayoría de nuestros amigos, no lo hagas.

Y es que la noche salmantina cada vez es más dura e inhóspita para gente que haya dejado atrás los treinta. En primer lugar está la falta de locales apropiados. Salvo escasas excepciones, la hostelería salmantina apuesta por el jovencito devorador de cubalitros, sean de la calidad que sean. No les da problemas; sucumbe inocentemente al garlito de la segunda copa gratis, que es la que te "pone bien", y después, bebe, bebe y bebe cual acólito de Duracell. El sector de los maduros, más exigentes, con mayor poder adquisitivo, sujetos a horarios diferentes y en general ya curados de los excesos, no interesa. Para un profesional, que después del trabajo quiera tomarse algo diferente a una caña y un pincho y sin olor a "fritanga", encontrar un local apropiado se convierte en misión cuasi imposible, salvo que se resigne a ir, todos los días que salga, a los mismos sitios (media docena, no más)

Armado de paciencia, sigues revelándote contra el ostracismo y sales después de cenar. El acabose; El nivel de ruido dentro de los locales es mayor que el de las concentraciones moteras de Jerez, y casi todo está diseñado para provocar sed y atontamiento en la clientela, excesivamente joven y por tanto con las defensas todavía poco hechas, que trasiega, como si le fuera la vida en ello Garrafardi Cola, en el peor de los casos y en el mejor alcoholes "legales", de tan baja calidad que te hacen añorar aquel turbio Cariñena que bebíamos "cuando jóvenes". Naturalmente, para haber llegado a este punto, tienes que haber pasado previamente el humillante filtro de los "porteros de noche" que, con mirada experta, valoran si eres lo suficientemente mayor o no.

Después de pagar, por adelantado, comienzas a disfrutar de la gran experiencia sociológica que supone compartir por unos momentos tu espacio con ciertos arquetipos básicos de algunos de nuestros jóvenes: Ellos van de sobraos y no sienten el menor rubor en gritarse y empujarse unos a otros y por supuesto, a ti también, Ellas, sobre todo ahora que abrevan en grupos gregarios en los que ellos están excluidos, y que escasamente han comprendido lo de la discriminación positiva, trazan una línea desde el punto A donde se encuentran, hasta el punto B donde quieren ir y todo lo que esté en el medio es arrasable; ni perdón, ni por favor, ni disculpe? nada de nada; rumbo de colisión y listo.

Entonces ¿tú por qué sales? retrueca mi amigo que piensa que le estoy tomando el pelo. Buena pregunta. La razón es porque, a pesar de todos los pesares, hay locales fantásticos que lo hacen muy bien y porque tomarse unas copas en una ciudad como ésta, rodeado de vida por todas partes, sigue siendo un privilegio.