No podemos no comunicar.
Esta es una máxima en nuestras vidas. Hagamos lo que hagamos, estamos comunicando. Sin decir nada, comunicamos nuestra alegría, nuestra tristeza, nuestra serenidad? intente no comunicar nada y pregunte a quien esté delante qué es lo que le ha transmitido su silencio. Comprobará que no es posible no comunicar.
Además del lenguaje no verbal, está el verbal, que es mucho más engañoso. A veces sucede que cuando comunicamos verbalmente, omitimos parte de la información: "Mañana tenemos que hacerlo mejor" (¿mejor que qué?, mejor que quien?, ¿??) Otras veces generalizamos: "No me comprende nadie" (¿nadie en el mundo entero?, ¿a cuánta gente conoces?, ¿??). Y por último, con cierta frecuencia, distorsionamos la información: "esta persona me saca de quicio" (¿qué relación hay entre tu tranquilidad y sus palabras?, ¿de qué depende tu tranquilidad?, ¿??)
Cualquiera de estos usos puede ser útil en diferentes circunstancias, o puede ser limitante.
La comunicación de da cuando hay un emisor, un receptor y un mensaje, y si quieres empatizar con un público amplio, pueden resultar útiles las generalizaciones ya que si eres demasiado concreto con el mensaje, habrá personas que no se sientan identificadas y dejarían de escucharte o de leerte. Las generalizaciones pueden ser especialmente útiles en periodismo para agradar al máximo número de personas. Analizar un texto y ver qué generalizaciones se hacen puede ser muy divertido y se pueden aprender mucho desde el punto de vista de la comunicación. Vea un debate donde intervienen personajes de la farándula y verá exactamente a qué me refiero. Está lleno de ejemplos.
La política, los discursos políticos, también son un buen nicho para el estudio de la comunicación. Da igual el color, la mayoría de los discursos contienen gran abundancia de omisiones y de distorsiones. Ultimamente cuidan más su lenguaje no verbal y podemos aprende menos en ese sentido. En los discursos oigo que nos piden grandes sacrificios económicos o se acusan entre los distintos partidos de sacrificar todo tipo de derechos sociales, o de no pensar en la economía o en el empleo, pero no nos enteramos de los sacrificios que tenemos que hacer hasta que nos suben los impuestos o vemos los recortes en determinadas partidas presupuestarias de gasto social.
Si por el contrario las circunstancias fuesen otras a las planteadas en los párrafos anteriores, podrían ser útiles a otros fines más lúdicos las generalizaciones, omisiones y distorsiones. Supongamos que quiero transmitirle a alguien lo bien que me ha ido hoy en el trabajo. Podría querer compartir con alguien mi alegría por haber salido del trabajo sin ningún correo pendiente para mañana. Puedo contárselo así, tal cual, o puedo decirle que estoy muy contento (omito que es hoy cuando estoy muy contento) porque estoy siendo realmente eficaz en el trabajo (generalizo a todas las tareas de mi trabajo y si mi interlocutor no conoce mis tareas, puede pensar que son incluso más de las que realmente son). Por algún extraño motivo, tenemos tendencia a creernos las malas noticias pero no las buenas. Las buenas tenemos que confirmarlas, las malas las creemos desde el minuto uno.
Según el tipo de comunicación, el receptor puede comprender cómo vive su vida el emisor. Prestando atención a la comunicación de nuestro emisor, podemos saber cómo se siente y cómo piensa ya que la comunicación es el reflejo de lo que sucede en su interior. ¿o acaso las personas alegres se comunican de mal humor, o a la inversa?
En definitiva, ya que no podemos no comunicar, podría resultar útil prestar algo de atención para saber exactamente qué es lo que estamos comunicando más allá de nuestras palabras, para tener más y mejores relaciones. :-)
Ramón Cristobalena @RCristobalena