Intifada, en árabe significa literalmente "Levantar la cabeza". Eso es ni más ni menos lo que intentan desesperadamente los ciudadanos venezolanos contrarios al férreo régimen "libertador" de Maduro.
Ríos de sangre fluyen en Caracas por los enfrentamientos entre estudiantes con piedras y tirachinas, y cuerpos de seguridad del Estado que no dudan en utilizar sus armas de fuego de forma letal.
Siempre me han sorprendido las denominaciones que utilizan los gobiernos claramente de izquierdas para calificarse: República Democrática de Alemania (La Alemania sometida por la dictadura de la antigua URSS), La República Popular Democrática de Corea (conocida como Corea del Norte, una de las dictaduras más herméticas y crueles de la historia contemporánea). A un hombre de armas como era el "Ché", que acabó con una dictadura para crear otra autarquía que dura ya 54 años, se le llama "Libertador". Pero, a cualquiera que aboga por los derechos de su individualismo o sus creencias religiosas, se le llama: Fascista.
Y ahora el Señor Maduro, que se le llena la boca en cada mitin populista con palabras como "Libertad" o "liberación", clausura los medios de comunicación opuestos a su retrógrado régimen o, como ha hecho desde el pasado viernes, consigue que no se pueda publicar ningún video ni foto en Twitter, para que no se vean las brutales represalias de su gobierno de "LIBERTAD".
Yo, un hombre que cree que las libertades de cada uno llegan hasta donde empiezan las del otro, que considera que la libertad de expresión es uno de los mayores signos de libertad, que desde el individualismo se puede alcanzar el bienestar social y no desde el sometimiento del pueblo por mediación del Estado; o lo que es lo mismo, el Comunismo o Socialismo, ya que el Estado está para cuando el hombre por sí sólo no llegue, no para someternos a mares y mares de leyes, prohibiciones, subvenciones como si fuéramos niños pequeños.
Yo sí soy un amante de la libertad. Sí soy un devoto del ser humano y, por lo tanto, creo que es capaz de administrar su propia vida. Sí considero que la creencia y libre práctica de una religión es un derecho, a pesar de que facinerosos izquierdistas estén todo el día "despelotándose" en los templos; bueno, matizo, en los templos católicos, porque en los musulmanes no tienen redaños para hacerlo. Yo sí creo que el ser humano debe de ser social. Pero cuando él quiera serlo, no cuando se lo imponen por ley. Y si alguien me llama fascista o derechón casposo, que lo haga, porque la libertad es simplemente eso, el intercambio libre de opiniones. Y, como decía mi abuela: "Si dicen que dizan mientras que no hazan".
