Iván González sale a hombros en Mieza tras cortar tres orejas y un rabo a dos novillos de...

El novillero de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, Iván González, salió a hombros de la plaza de toros de Mieza tras cortar tres orejas y un rabo a dos excelentes novillos de Rollanejo (El Cubo de Don Sancho), que dieron la vuelta al ruedo poniendo un excelente broche a las fiestas de esta localidad.

En el primero, castaño y serio, Iván González salió decidido con la muleta tras el brío que demostró el eral en el capote. Comenzó con unos trincherazos por abajo que levantaron los primeros oles de la tarde y que metieron al novillo en la franela. Iván no le dudó, el de Rollanejo tampoco hizo motivos para ello, noble, repetidor y codicioso, que humilló hasta el final y que incluso murió demostrando su bravura, en el centro del ruedo y sin que en ningún momento buscase el cobijo de las tablas.

El de Babilafuente toreó con gusto y temple por ambos pitones, extendiendo el brazo y alargando la embestida el novillo, con cadencia, la muleta abajo y naturales templados que demostraron que hay torero. Iván se cansó de torear, con gusto, y los tendidos embebidos de su toreo. Remató con una tanda de manoletinas antes de coger la espada, donde estuvo sin la fortuna que necesitaba para el apoteosis, el runrún estaba en los tendidos. La estocada, defectuosa, caída y atravesada, motivó que el de Rollanejo, siempre en el centro del ruedo y sin abrir la boca, tardase en doblar; la muerte asomaba, pero el de El Cubo se resistía, moribundo pero inmóvil, casi imposible para el descabello, que el torero intentó una vez. Finalmente el destino pudo con la bravura y nobleza del animal, vuelta al ruedo y una oreja para el de Babilafuente, que quizá mereció algo más, también lo entendió así el público, aunque no la presidenta del festejo.

En su segundo, más bronco y complejo, Iván González demostró también su raza y valentía. El novillo, negro y bien armado, un buen mozo, salió con los mismos bríos que su hermano, pero el torero no mostró la misma firmeza para demostrar desde el principio quién mandaba sobre el albero. Le faltaron esos trincherazos del principio de faena que hubieran metido al animal en los flecos de la franela. El de Rollanejo quiso mandar y lo logró en algún momento, especialmente por el izquierdo, por donde no se atrevió el novillero, que cuajó una buena faena con la derecha, pero sin la transmisión con la que irrumpió en el primero. El astado repetía y repetía, pero le costaba más humillar, al principio siempre con las manos por delante, hasta que el torero decidió bajar la mano y sacar el toreo de verdad. Los pitones acariciaban ya la arena, pero el de Babilafuente no llegó a acoplarse del todo, por momentos le faltó temple y la firmeza necesaria para imponerse con la autoridad que demostró en el que abría plaza. Mató de una estocada trasera y que no requirió de más. Los tendidos se volvieron blancos para la segunda oreja, pero la presidenta se resistía. Sacó el pañuelo, pero los tendidos querían más, así que al final cedió. Rabo para Iván González y vuelta al ruedo para el novillo, sobre lo que no dudó un momento para lucir sobre el balcón el raso azul.

Excelente festejo el que tuvieron la fortuna de vivir esta tarde en Mieza más de 600 aficionados en una tarde de final de fiestas con un triunfo merecido de Iván González y de la ganadería de Rollanejo.