De taurófilos y taurófobos

No obstante, sería grave, pasados setenta y cinco años, que cinco de cada diez aún anden embistiendo. Es difícil creerlo, quizá sean bastante menos. Pero no hace tanto tiempo, hoy fuera de la actualidad, una persona famosa decía que a ella le hubiera gustado ir a la guerra para defender su ideología en las trincheras. ¡No sé si la inconsciencia es la madre del romanticismo!

Comprenderán que no les digamos ni la persona ni el bando al que le hubiera gustado defender, eso huelga. Pero dicho así, en frío, pasado tanto tiempo y vistas las consecuencias, a esto se le debería llamar odio enfermizo, y con gusto le preguntaríamos si nunca llegó a pensar que quienes estaban al otro lado de las trincheras también eran españoles como él, y en muchos casos hasta hermanos, obligados a disparar si no querían que les disparasen a ellos. (Otra cuestión bien distinta es la reparación de la Memoria Histórica).

Fue un recuerdo que se nos reprodujo por las barrabasadas de algunos en la muerte del torero vasco español "Fandiño" en una plaza francesa: Nuestra pregunta era: "¿Esto no es también odio puro y duro?". Lo reflexionamos sin entrar en el "sí o no a las corridas de toros", sino sólo por querer limitarnos a una cuestión de respeto a la vida humana; es decir, cualquier ser humano debe entristecerse con la fatalidad de otro ser humano. Y en este caso, como en otros recientes, algunos han tirado petardos de alegría en favor de la muerte.

¿No se dan cuenta que con esa actitud de ensañamiento por escrito en las redes sociales ustedes han tomado al toro por metralleta y han fusilado a esas personas?

En la actualidad, en democracia, para cualquier desavenencia tenemos al Parlamento, al Gobierno, la Justicia y hasta la Paciencia, o sea, a Montesquieu y algo más. Y si para asuntos de Desigualdad, Educación o Sanidad hemos elegido a unos señores para que nos representen y luchen por nuestros derechos, también deben defender nuestras ideas respecto al mundo de los Toros. Pero hoy día éstos están legalizados y la única manera de acabar con la "Fiesta" es conseguir una mayoría en el Parlamento que plantee su eliminación.

Suponemos que dirán que una cosa así es complicada, pues algunos partidos hacen gestos en las campañas electorales y a la hora de rematar la faena ninguno entra con la suficiente valentía. Es verdad, y quizá la razón se halle en esos temas económicos, culturales, de paro, etc. que lo están impidiendo. Pero tampoco es importante que profundicemos en ello en este artículo.

Lo que sí es inmoral, indigno e impropio de seres humanos, no nos importa reiterarnos en ello, es desear la muerte del torero a la del toro. Y tanto nos daría que en lugar de un toro fuera un perro, pues es de imaginar que gente así, si se tratara de un naufragio, ni siquiera soltarían al perrito para tenderle la mano a un pobre náufrago.

No sabemos si es que estamos asistiendo a una degeneración de la persona o es que Twiter, por ejemplo, saca de la gente lo peor de sí misma. En el plazo de un año ha ocurrido lo de Víctor Barrios, lo del niño aficionado enfermo terminal y la semana pasada lo de "Fandiño".

Como somos incapaces de reproducir ni una sola de las maldades con las que algunos indeseables celebraban las muertes, digamos que a esos toreros con su quehacer, que es la cultura que han vivido, les diferenciaba de algunos parásitos en la voluntad de ser algo en un arte legal que no lo legalizaron ellos, pero en el que la equivocación se paga con la muerte.

Quien no esté de acuerdo que luche con todas sus fuerzas con la razón y la legalidad para acabar con la "Fiesta", ese es el camino, pero con desear y alegrarse de la muerte de otros seres humanos lo único que consiguen es que pierdan toda credibilidad como tales.

Y lo dice una persona a la que el tema de los toros, si pensamos en los problemas que tenemos hoy en el mundo, le es totalmente indiferente, ya que si los ilegalizan por medios democráticos no removerían de sus tumbas a Goya, a Picasso ni a tantos otros, ya que con el arte que crearon a través del toro se haría una burbuja en la Historia y no por ello el mundo tocaría a su fin.