Aún nos queda la esperanza

Como Picasso, nosotros también encontramos. Y cuasi como un León Felipe cualquiera [sobre mi silla de paja, venzo las horas largas leyendo en mi libro y viendo cómo pasa la gente al través de la ventana] nos situamos a la luz de la vida digiriendo robos a la comunidad, barcos a la deriva o esas guerras interminables que no atienden ni entienden la simbología del Guernica-cuadro. Todo ?corrupción, inmigración, violencia o guerra? se solapa con tal rapidez que, si Picasso vio el horror en blanco y negro, nosotros vemos lo que pasa y lo que puede pasar como una foto difuminada.

Unos escándalos blanquean a otros, y si anteayer nos hablaron de Rato, ayer lo hicieron de Ignacio González y hoy de Pujol y familia, por poner unos ejemplos, mientras hay casos que dormitan como si pertenecieran a la noche de la marmota. Llámense urdangarines, offshore, cuentas del Papa, amnistías de amiguetes, etc. Pero si todo se ejecutara de una manera diligente, que no es culpa de la Justicia, sino de ciertos nombramientos, Soto del Real ya no sería una cárcel, sino más bien el Pabellón de Personajes Ilustres.

Menos mal que nos queda la esperanza. Todo esto no es más que un mal sueño. Los problemas del ciudadano común y corriente, perdidos los derechos laborales o ejecutado al asalto el piso de la abuela, siguen ahí a la espera de que los políticos tengan tiempo, pues no es poco atender "sus labores" de partido. Paciencia, seamos optimistas, pensemos que hoy se está fecundando la política de los próximos mil años ¡...y ya que les votamos, debemos creerles! Así cantaba Labordeta a la esperanza: "... Una esperanza segura / de que todo va adelante / y si alguien queda parado / decidle que es caminante".

Pero esta "esperanza" es nuestra, de nuestro país, no para los que están sin rumbo en el "brexit" de la barca, sin vuelta atrás por miedo al traficante y expectantes hacia adelante por un antagónico "bienvenido Mr. Marshall". ¿Dónde está el ser humano? Desde luego no entre los que dirigen el mundo; para ellos esas son tempestades en un vaso de agua. ¿El ejemplo inglés?, presuntamente sienten desprecio por el que creen inferior. ¿El ejemplo americano?, sin presunción cierran fronteras como alcantarillas contra las ratas.

Por último, nos queremos referir a los señores de la guerra; mejor dicho, no nos querríamos referir, pero no tenemos más remedio. Un coeficiente intelectual para pasar el día (nada peyorativo, pues con lo nuclear quizá no lo necesiten mañana) sí se les supone a los dirigentes de los países en litigio, pero la imagen, impulsividad, vanidad, osadía o irresponsabilidad de sus gestos para gestionar un desencuentro son un mal presagio sin entraran en guerra. Por tanto, con lo dicho no hace falta señalar que hablamos de los mandatarios de Corea del Norte y Estados Unidos.

El señor de Corea no sabemos si alardea de lo que carece y es posible que termine por provocar al señor del gran poder americano para que, como ya hicieran Bush y compañía con las oníricas armas de destrucción masiva, realice prácticas nucleares en aquel país y de esta manera todo termine como el "desierto para después de una guerra".

La historia nos señala, señor Kim Jong-un, que los dirigentes americanos, si sufren contrariedades, pueden ser expeditos como en Irak o tercos como en Vietnam. Por favor, agote las armas de la palabra, y no para insultar, sino para negociar. Mire usted el ejemplo de ese asunto doméstico en el que han vivido ocho presos en el corredor de la muerte de Arkansas. El gobernador Asa Hutchinson quiso aplicarles la pena capital y se encontró con la contrariedad de que estaban a punto de caducar las inyecciones letales ¿Qué hizo? A esto le llaman ser "eficaz": mandar ejecutarles sin demora por el desperdicio que significaría la obsolescencia de aquellas inyecciones.

Al final la suerte se alió con los presos: un componente del menjunje mortífero debía facilitarlo unos laboratorios que para tal fin negaron su venta. ¿No ha pensado, Sr. Kim Jong-un, que quizá esté a punto de caducar alguna bomba atómica y sea necesario buscar un sitio en la Tierra donde tirarla? ¿No ha pensado, si va usted de farol, que quizá no haya ningún laboratorio que le ampare en el último instante? Usted, dice el sentido común, como joven que es, carece de experiencia, y, si es así, cálmese y, por ejemplo, dedíquese al amor, pero no a la guerra, hombre. Le digo esto con todo respeto.