La “patria” es un concepto más viejo que la Tarara, que ha servido para aglutinar a seres humanos en torno a un territorio, una historia común y una misma bandera, a la vez que ha llenado los cementerios y campos de batalla de millones de cadáveres que dieron su vida por esa madre patria. Sí, es una madre omnipotente y omnipresente, que requiere incluso el máximo sacrificio de sus hijos e hijas, hasta la vida si llega el caso, porque ella lo ha dado todo y que menos que corresponder con sangre y lágrimas a quien todo le debemos.
La historia de la humanidad está llena de ejemplos de tiranos, reyes y nobles, sátrapas y guías, clérigos y prohombres que agitaron a su conveniencia el árbol de la madre patria para hacer caer las manzanas de las fronteras y las conquistas de territorios, todo a base, ¡claro está! de la pérdida incontable de vidas. Pero al final, ver la bandera de la madre patria ondear al viento aunque estuviera rodeada de buitres comiendo las sobras de la batalla, compensaba los ánimos y los bolsillos de quienes arengaban a la lucha sin cuartel y quedaban a la vez en la retaguardia, no fuera que una bala o una flecha les rozara la cabeza y les despeinara.
Los historiadores en general recuerdan los nombres propios de los que ordenaban y tenían la corona o el halo divino sobre su cabeza, pero casi siempre se han olvidado de los hombres y mujeres que lo dieron todo a cambio de nada, muchas veces forzados o sin saber a dónde iban. También ellos tenían nombre propio y familia, pero su sangre, aunque derramada en la tierra por un ideal superior, no tenía origen real ni divino, ni tan siquiera era de color azul.
Ahora las madres patrias han evolucionado y se han modernizado un poco, aunque siempre se les nota el refajo de toda la vida debajo del pantalón vaquero roto por las rodillas. Van de modernillas, pero se siguen alimentando de la sangre de los de siempre, aunque se han hecho muy futboleras. Y ahora, el sacrificio que piden a sus hijos e hijas es agarrar la bandera nacional y agitarla mientras once señores dan patadas a una pelota con el objetivo de introducirla entre tres palos de madera que forman una estructura que llaman “portería”. El que hace eso es un patriota, igual que el que daba la vida en la conquista del imperio de turno. En ambos casos las banderas se agitan, se grita y se enaltecen los ánimos contra el enemigo, que también tiene su madre patria pero siempre es más fea que la nuestra.
La victoria en el campo de fútbol nos llena de orgullo patrio y nuestra mami patria sonríe satisfecha hasta el próximo combate, en el que solo puede quedar en pie un equipo. Sin embargo, aunque ganemos cinco a cero a la república de Chindapún, seguiremos teniendo miles de compatriotas sin trabajo o muy precario y seguiremos teniendo problemas con la sanidad y la educación. Seguirá habiendo muchos y muchas compatriotas solos y desesperanzados, sin horizonte, sin futuro. Ganaremos seis a cero a Tontolandia y seguiremos sin valorar como un tesoro a nuestros mayores, seguiremos sin respetar al que es diferente a la mayoría y vive o piensa de otra forma, y seguiremos poniendo etiquetas que prejuzgan y encasillan. Ganaremos siete a cero a Truyostán y seguirá habiendo mujeres víctimas de malos tratos de tantos tipos, acoso escolar, personas con enfermedades mentales sin apoyo, gente durmiendo en la calle y tantas y tantas situaciones que nos deberían enrojecer un poquito…
A mí me gustan los patriotas que dedican tiempo y vida a tratar de mejorar las condiciones de vida de los demás, a transmitir valores de convivencia y respeto, a cuidar a los que necesitan ser cuidados, a ofrecer alternativas a quienes no tienen ninguna, a luchar por la dignidad de las personas. A veces parece que la madre patria está demasiado gorda de satisfacción mirándose la barriga llena de balones de fútbol y banderas multicolores y olvida a sus hijos e hijas más indefensos, los que más necesitan de ella. Sigo creyendo que en el fondo, la madre patria sólo está adormilada y que despertará de su letargo. Pero mientras despierta, ya hay patriotas que realmente hacen patria con su trabajo, sus ideas y sus acciones. Estoy seguro que en el fondo, la madre patria quiere a sus hijos e hijas felices y libres.
Así que aquí estoy Madre Patria para lo que usted disponga. Bueno, lo de la sangre si se puede evitar…. es que me mareo un poco cuando la veo.
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