Lunes, 22 de diciembre de 2025
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Porque está ahí
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COLES DE BRUSELAS,122

Porque está ahí

Actualizado 22/12/2025 09:36

Los terrícolas, en su gran mayoría, celebramos la Navidad porque está ahí. Habrá quien reclame el dogma de fe y su cosa católica, bien por ellos porque añaden un motivo de peso que los demás no tenemos. También últimamente celebramos el día de acción de gracias, Thanksgiving en versión original, sin que se nos haya perdido nada en ese asunto ni tengamos motivo, pero qué le vamos a hacer, también está ahí.

La Iglesia católica es la dueña de nuestros ritmos de vida, porque todos seguimos el calendario Gregoriano, que le debe el nombre al Papa Gregorio XIII, quien el 1582 y tras dos consultas a insignes astrónomos y otros sabios de la Universidad de Salamanca (mucho antes de llamarse USAL y ser conocida por la Nochevieja universitaria) decidió cargarse el anterior (Juliano, de Julio César) y acompasar de mejor manera las fases lunares con los hechos religiosos tal cual los relataban las escrituras, particularmente la Pascua de Resurrección. La Iglesia consiguió que su propio calendario fuera el que toda la humanidad siga para establecer el año civil; al principio hubo resistencia, claro, pero hasta los ortodoxos acabaron pasando por el aro algunos siglos después y a los chinos les costó, pero en 1912 dieron su brazo a torcer y aunque celebren el año nuevo cuando a ellos les toca, para las demás cuestiones se acoplan al nuestro; y nosotros, de paso, celebramos el año nuevo chino porque también está ahí. Hay que reconocerle a la Iglesia un elevado poder de persuasión, a la par que mucha maña para que todo el globo terráqueo siga un calendario que tiene como punto de partida el día en el que el Señor resucitó.

Quizás no sea tan mala idea seguir ciertos ritos y ciertos momentos del año solo porque están ahí; a los descreídos del mundo, entre los cuales me encuentro, nos da cierta estructura, nos trae buenos recuerdos (e incluso si son malos tampoco está mal tenerlos presentes); nos sirve para evocar a nuestros muertos, agarrarnos a nuestros vivos y pellizcarnos de gusto por pertenecer todavía a la tribu de los que comen, beben y duermen. Cuando toda esta euforia de luz y guirnaldas sea recuerdo, celebraremos el Carnaval porque ahí está, aunque sigo empeñada en que los jóvenes del lugar sepan que, al carnaval de Ciudad Rodrigo, hace varios lustros cuando la joven era yo solo iban los de Miróbriga, y no se fletaban autobuses ni se reunían muchedumbres como ahora. Celebraremos la Semana Santa con sus correspondientes torrijas que a nada que nos descuidemos también estarán ahí, llamándonos desde el escaparate incluso si nos dan igual las procesiones y nos gustan poco las torrijas. Después llegará el Hornazo, aunque en realidad, ahora no se marcha en todo el año; y así seguirá la cosa que hasta celebraremos San Juan de Sahagún, porque ahí está, como están las graduaciones de colegios y Universidades, las bodas, bautizos, comuniones, que muchas de ellas se celebran porque están ahí más que por fe en lo que significa el evento.

También están ahí los desheredados de la tierra, que no celebran nada porque bastante tienen con mantenerse en pie y buscar donde cobijarse cada noche. Dice Cáritas España que en nuestro país hay al menos 42.000 personas sin techo y, concretamente en Salamanca, unas 500 atendidas por la organización en algún momento; en Bruselas, ese numero se triplica; en Madrid son cerca de 4.500 y crecen a un ritmo infernal, casi al mismo al que otros juegan al Monopoly con manzanas enteras de sus calles, así: no es para estar orgullosos. Leí hace meses que Richard Gere y su señora habían venido a España a poner en pie una fundación que se ocupa de este particular, pero lo que han puesto es pies en polvorosa (probablemente después de alguna llamadita de la agencia tributaria). A ver si arreglan algo en su país, donde solo en California 20.000 personas viven en sus coches…Que también están ahí.

Cuando al legendario alpinista George Mallory le preguntaban el porqué de su empeño en escalar el Everest, respondía constantemente: “porque está ahí”. En uno de esos intentos perdió la vida y jamás sabremos si había conseguido llegar a la cima; pero aquella montaña que “estaba ahí” era una llamada constante a su voluntad de doblegarla. Pues bien, en esta vorágine de luces de colores, regalos, turrones y cosas toda la mar de agradables que celebramos porque están ahí (yo la primera) recordemos otras muchas cosas terribles que también están ahí y que podíamos poner también, como el alpinista, un poco de voluntad en corregirlas.

No es mi intención aguarles la fiesta. Les deseo a todos una feliz Navidad, porque está ahí, procuren disfrutarla sin pelearse con nadie y menos hablando de política. Nos vemos en el 2026, si ustedes lo desean.

Concha Torres

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