, 21 de diciembre de 2025
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Leyendo a León Tolstói, Aleksandr Solzhenitsyn y Fiódor Dostoyevski, comprendemos mejor al género humano
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Leyendo a León Tolstói, Aleksandr Solzhenitsyn y Fiódor Dostoyevski, comprendemos mejor al género humano

Actualizado 21/12/2025 10:39

Nuestra foto de portada de una típica Navidad en Moscú, nos recuerda que cada año cuando nos vamos aproximando a las Navidades, surge en el interior de cada persona, lo confiese o no con sus más íntimos, esas dudas sobre lo que vendrá en el futuro cercano, especialmente cuando nos hemos acostumbrado a vivir en la inestabilidad y la incertidumbre a escala global.

Es bastante frecuente que nos preguntemos por qué aún en un siglo XXI tan avanzado científica y tecnológicamente, seguimos padeciendo guerras, siendo una respuesta directa a la que habitualmente y casi de manera automática responde la mayoría, la que responsabiliza a nuestra naturaleza humana.

He preferido responder a lo que planteo con el soporte de mentes privilegiadas de nuestra historia contemporánea, que son tres rusos irrepetibles, aunque no elegí su nacionalidad por motivo alguno, sino porque de su obra surgen nutrientes importantes para el espíritu, la moral y la conducta de los individuos. Por ende, la manera en que se conducen las sociedades modernas, independientemente de sus políticos, que deberían comprender mejor que nadie las preocupaciones, expectativas, esperanzas y también necesidades de las ciudadanías de cuyas decisiones políticas habrá más o menos injusticias sociales y económicas, incluso conflictos armados.

La única manera para que logremos la paz, así como una convivencia justa y equitativa para los pueblos de todas las naciones del mundo, es que la fuerza moral individual prevalezca, tanto en las bases de la sociedad como en la de los dirigentes.

Veamos primero cuáles eran los pensamientos más importantes de León Tolstói (1828-1910)

Es considerado uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos, que ha tenido una influencia tremenda en los ámbitos de moral y la conducta humana. Ha sido la defensa de su pensamiento “nunca se debe responder a la violencia con violencia, ni siquiera en defensa propia”, la que germinara como la base de la “resistencia pacífica” de otras personalidades claves de la historia como Mahatma Gandhi, quien mantuvo correspondencia con Tolstói y, más tarde, influyera también en el pensamiento de otro gran pacifista como fue Martin Luther King Jr.

A Tolstói le producía un fuerte rechazo el concepto y el alcance de lo que por entonces se consideraba el estado, del mismo modo que rechazaba la Iglesia institucionalizada. Respecto al primero, sostenía que era una organización basada en la fuerza y la violencia (ejércitos, cárceles, impuestos); en relación a la Iglesia Ortodoxa, creía que había tergiversado el mensaje original de Jesús para aliarse con el poder político. Se comprende mejor su pensamiento cuando lo releemos en afirmaciones como que "el Reino de Dios está dentro de ti"; ya que para él no es necesario recurrir ni a sacerdotes ni a rituales para llegar a Dios, sino seguir la ley del amor. Este gran narrador ruso creía en la búsqueda de la perfección moral y que nuestro propósito en la vida es el perfeccionamiento moral individual.

Sostenía que la historia no la hacen los "grandes hombres" (como Napoleón o los Reyes), sino la suma de las voluntades individuales de miles de personas comunes. Estaba convencido que existía un esclavismo de parte de los líderes respecto de los acontecimientos y circunstancias, siendo siempre arrastrados por la marea de la colectividad.

Otro ruso relevante fue Aleksandr Solzhenitsyn (1918–2008)

Son muchísimas las voces que lo erigen como la "conciencia del siglo XX". Su experiencia traumática en “el Gulag” que era el sistema de campos de trabajo forzado y prisiones de la extinta Unión Soviética, fue el que impulsó su pensamiento como una combinación de resistencia ética y una crítica muy dura, tanto al comunismo como al materialismo occidental. Por ello decía que “No hay que vivir con la mentira” destacando el verdadero poder de la verdad. Este es el núcleo central de su filosofía de vida, habiendo sostenido siempre que el sistema totalitario soviético no se mantenía solo por la fuerza, sino por la mentira institucionalizada. Por ello, apelaba a la responsabilidad de cada persona, porque desde la conducta individual de cada ciudadano, si se niega a escribir o difundir lo que él sabe que es falso, dice que el sistema terminaría colapsando. Para él, un solo hombre que dice la verdad puede derribar una tiranía. La integridad personal es el acto político más revolucionario.

En suma, Solzhenitsyn dice que "La línea que separa el bien del mal no pasa por los estados, ni por las clases sociales, ni por los partidos políticos, sino que atraviesa el corazón de cada ser humano".

Y en cuanto al tercero de estos rusos inigualables, está Fiódor Dostoyevski (1821-1881)

Es considerado el máximo explorador de los abismos del alma humana, habiéndose sumergido en todo lo irracional, lo oscuro y lo contradictorio. Su posición filosófica “si Dios no existe, todo está permitido", es la que le hacía creer con una rotunda convicción, que si no hay una fuente trascendente de moralidad (Dios) y un alma inmortal, entonces no hay una razón lógica para ser "bueno". Porque el riesgo de toda sociedad es si la moral se volviese subjetiva y el ser humano pudiera entonces justificar cualquier atrocidad en nombre de la utilidad o del placer personal.

Cuando se pierde el “norte moral” en esta “aldea global” en la que todos compartimos hogar común

No hay ninguna medida de política económica o social que pueda restituir la convivencia pacífica y que las familias del mundo puedan tener un futuro para sus hijos si la brújula moral de la historia se rompe. Y lo hemos visto en la ex –Yugoslavia de los 90, habiendo continuado ya entrados en este siglo, con Kosovo, Macedonia, Irak, Afganistán Chechenia y más recientemente la Guerra de Siria la Guerra en Ucrania (desde 2014, con invasión a gran escala en 2022), así como conflictos en África (como en Sudán del Sur, República Democrática del Congo) y Oriente Medio por la terrible Guerra de Gaza.

Todas las guerras referidas nos obligan a preguntarnos ¿qué es lo que ha fallado para que en los últimos 30 años haya habido tanta muerte y destrucción? ¿Fueron simplemente errores de cálculo geopolítico, o quizás, intención de sometimiento económico de alguna potencia, o un conflicto histórico fronterizo como entre India y Pakistán?

La respuesta va más al fondo de esa personalidad humana, que cuando deja en un archivo como los arqueólogos los vestigios de lo que es la ética y la moral (ese “deber ser” que es lo que nos inculcaron desde la educación primaria), todo es más fácil de ser corrompido, incluso, no darle valor alguno a la vida humana.

Mi posición, en clara adhesión a la filosofía pacifista y también reformista de León Tolstói, Aleksandr Solzhenitsyn y Fiódor Dostoyevski, es que si hubiera interés genuino en la vida y garantizar un futuro digno a los ciudadanos de cualquiera de los cinco continentes, deberían los líderes políticos mundiales comprender mejor al género humano, porque es fácil dictar un decreto para enviar hombres al frente, especialmente jóvenes. Lo que es difícil y con frecuencia no resuelto por incompetencia, así como por egoísmos personales, es evitar el conflicto y lograr acuerdos entre estados para que la única preocupación pase por la mejora en las condiciones de vida de las respectivas naciones involucradas.

Cuando se mira, como decía Solzhenitsyn por “la línea que separa el bien del mal que atraviesa el corazón de cada ser humano", se neutralizan las ambiciones desmedidas y con frecuencia suicidas e irresponsables. Sin duda, todo nos lleva a que debemos mejorar la calidad política de los dirigentes mundiales, pero no se podrá lograr un resultado en línea con lo que aspiramos, si no pasa por un profundo conocimiento de este género humano al que le damos un día y sí y otro también, disgustos y malas noticias.

Es tiempo en que “rescatemos el futuro” para ir transformándolo ya mismo, porque no podemos…no debemos esperar a que la línea actual de ética y conducta moral de los dirigentes políticos del globo cambien, si no somos nosotros los que les obligamos a cambiar. Y esta fuerza individual desde la consciencia ética y moral puede vencer ejércitos sin disparar un solo tiro. Gandhi así lo hizo y derrotó al Imperio Británcio.

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