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Ana María Nielsen, doce años siendo voluntaria de Cuidados Paliativos en Salamanca: "Un silencio compartido puede ser tan reconfortante como hablar"
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TESTIMONIO

Ana María Nielsen, doce años siendo voluntaria de Cuidados Paliativos en Salamanca: "Un silencio compartido puede ser tan reconfortante como hablar"

Actualizado 15/12/2025 14:49

Su labor, centrada en la escucha activa y el acompañamiento a enfermos y familiares, se ha convertido en una fuente de aprendizaje y propósito personal. Nielsen destaca que el voluntariado "te da mucho más de lo que tú das"

Tras una vida dedicada a la medicina, la jubilación puede presentarse como un folio en blanco. Sin embargo, para Ana María Nielsen, médica de Atención Primaria ya retirada, ese espacio se ha llenado durante más de una década con las historias, los silencios y las vivencias de quienes transitan la etapa más delicada de su existencia. Desde el año 2013, ejerce como voluntaria en Cuidados Paliativos, una labor que comenzó como una vía para mantener el vínculo con su vocación sanitaria y que se ha transformado en una fuente inagotable de aprendizaje vital.

Su trayectoria suma ya 12 años de acompañamiento ininterrumpido. Lo que se inició con visitas hospitalarias en el servicio de paliativos ha evolucionado hacia un seguimiento más personal y duradero en los domicilios, integrándose en los programas de apoyo psicosocial impulsados por la Fundación 'la Caixa'. Lejos de percibirlo como una carga, Nielsen describe esta experiencia como un intercambio humano donde la empatía, la escucha activa y la ausencia de juicios son las herramientas fundamentales para aliviar el sufrimiento ajeno y encontrar un nuevo propósito personal.

La decisión de Ana María surgió poco después de retirarse de la medicina activa, profesión que ejerció en el medio rural. "Siempre me había gustado mucho mi profesión y pensé: 'necesito seguir de alguna manera con ella'", ha explicado la doctora jubilada. Tras realizar un curso de reciclaje en el servicio de paliativos que despertó su interés por esta especialidad, comenzó su andadura como voluntaria.

Sus primeros pasos fueron en la planta del hospital, donde acudía una vez a la semana. La dinámica consistía en asignar "un enfermo a cada voluntario". Sin embargo, aquella primera etapa, aunque gratificante y definida por ella como "muy bonita", le resultaba en ocasiones "un poco frustrante" debido a la brevedad del contacto con los pacientes y la alta rotación. Fue entonces cuando descubrió una modalidad que encajaba mejor con su sensibilidad y experiencia previa: el seguimiento en los domicilios y el apoyo al duelo.

Actualmente, su labor se centra en dos iniciativas clave: el Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y el programa Final de Vida y Soledad. Este cambio le ha permitido establecer un vínculo "más mantenido y duradero", recuperando la esencia de apoyar a las familias que desean que sus seres queridos pasen sus últimos días en el entorno del hogar, algo que ella ya fomentaba cuando ejercía como médica rural.

La escucha activa y el "libro en blanco"

En el delicado entorno de los cuidados paliativos, Ana María ha aprendido que la presencia es a veces más elocuente que las palabras. La voluntaria destaca la importancia de saber gestionar los diferentes estados emocionales del paciente, que puede sentir miedo o incluso mostrarse enfadado. "Hay que escuchar y eso es bonito; dejarles hablar si quieren hablar, y si no quieren, estamos en silencio. Un silencio compartido puede ser igual de reconfortante que hablar", asegura.

Una de las claves de su labor es la ausencia de prejuicios. A diferencia del entorno familiar, donde pueden existir historias pasadas, conflictos no resueltos o duelos previos que condicionan la comunicación, el voluntario llega "como un libro abierto con páginas blancas". Esta neutralidad facilita que los pacientes se abran y compartan inquietudes que quizás no se atreven a expresar a sus allegados más cercanos. "Te das cuenta de que cada persona es un mundo", reflexiona Nielsen, subrayando que comprender las reacciones de cada individuo, moldeadas por sus luchas vitales, es esencial para acompañar con respeto.

Un respiro vital para los cuidadores

El acompañamiento no se limita exclusivamente al enfermo. A menudo, son los familiares y cuidadores principales quienes requieren un respiro o un oído amigo ante el agotamiento físico y emocional que supone la situación. "Muchas veces son ellos los que más lo necesitan, porque estar al lado de una persona en fase final durante cierto tiempo puede ser muy duro y agotador", señala Ana María.

Su intervención permite a estas familias tomarse un breve descanso. La estrategia es sencilla pero efectiva: invitarles a salir al pasillo si están en el hospital, o sugerirles que vayan a tomar un café para que puedan desahogarse o simplemente desconectar unos minutos, sabiendo que su familiar está acompañado. En otras ocasiones, su presencia permite a la familia hablar con libertad mientras ella atiende al paciente.

La dedicación de Ana María trasciende la presencia física. En la actualidad, mantiene contacto telefónico con personas que viven lejos, desarrollando una sintonía especial que la convierte en "una amiga más, pero con un poco más de fondo". A pesar de la dureza intrínseca que conlleva estar en contacto con la muerte, afronta la tarea con la convicción de que aliviar esa etapa final "merece la pena".

De cara al futuro, su intención es clara: "Hasta que pueda, yo quiero seguir". Para Ana María, el voluntariado en esta etapa de su vida no es solo un acto de generosidad hacia los demás, sino una necesidad personal que llena de sentido su día a día. "Te sientes útil y en este periodo de jubilación es importante tener algunas actividades donde te sientas útil", confiesa.

Su mensaje para quienes, especialmente tras la jubilación, se plantean realizar un voluntariado es rotundo y esperanzador: "El ser voluntario es una cosa que te da mucho más de lo que tú das. Tú das y ves la cara de las personas a las que ayudas y te da una satisfacción, te da una calidez en tu vida que merece muchísimo la pena".