, 14 de diciembre de 2025
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Marie Curie revolucionó la ciencia y señaló el camino del avance de la mujer
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Marie Curie revolucionó la ciencia y señaló el camino del avance de la mujer

Actualizado 08/12/2025 11:19

Este próximo miércoles 10 de diciembre se llevará a cabo la ceremonia de los Premios Nobel y hoy quiero homenajear a Marie Curie (1867-1934) que hace 91 años moría dejando a la sociedad mundial una poderosísima herencia, tanto científica como humanista.

Aunque la mayoría de las cosas de las que disfrutamos en la actualidad, nos parecen algo normal a las que no damos importancia alguna, en realidad subyacen miles de horas humanas de investigación, estudio y sacrificio de una innumerable cantidad de científicos que contribuyen al desarrollo de nuestra civilización.

La investigación científica, así como los avances en el pensamiento filosófico, social, económico y político, desde la mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, sentaron las estructuras básicas de la sociedad actual. Y en diferentes momentos de este período histórico de grandes transformaciones sociales, económicas y políticas, la ciencia contribuía decididamente a la profundidad y velocidad del cambio.

En Marie Curie encontró la iluminación de nuevos conocimientos aplicados que la convirtieron en una precursora de una época, siendo su mérito el descubrimiento de los elementos polonio y radio, la acuñación del término "radiactividad", y el desarrollo de la teoría de este fenómeno, que revolucionó la física y la química, sentando las bases para la radioterapia y las técnicas de datación.

La deuda que la historia en general, así como las mujeres en particular, tienen con Madame Curie, por lo menos queda compensada en parte con el sitio que actualmente ocupa la mujer en la sociedad en todos los ámbitos, pero más importante es aún, el camino que se ha abierto para estas “nuevas precursoras” que están cruzando fronteras tanto en el campo científico y tecnológico, como en el social y político.

Su extraordinaria preparación teórica y su sacrificio de miles de horas de investigación a riesgo de su propia salud y la de su marido Pierre Curie, abrieron las fronteras del conocimiento sobre la radioactividad y los beneficios que de ella podían obtenerse.

Fue la primera mujer y primera científica en recibir dos Premios Nobel

El primero de física en 1906 y el segundo de química en 1911, la convirtieron también en pionera de este galardón que jamás ningún hombre había repetido el Nobel.

Al morir en 1906 su marido en accidente trágico, Marie Curie rechaza la pensión que le ofrece el gobierno francés, porque ella pensaba que tenía capacidad de seguir trabajando. En cambio, sí acepta la cátedra de física que Pierre Curie tenía en la Facultad, convirtiéndose en la primera mujer catedrática de la historia de Francia.

Su actitud desinteresada sin igual, la llevó no solamente a no patentar el proceso de aislamiento del radio, sino a dejarlo abierto a la comunidad científica internacional, iniciando un interesante intercambio epistolar con otros científicos norteamericanos a los cuales les envía cartas para compartir sus conocimientos.

Su sencillez rompe cualquier molde, prueba de ello es que al acudir a la ceremonia de los Nobel en la segunda ocasión que lo recibió, fue con el mismo traje que había lucido cuando fue galardonada por primera vez.

Nacida en Polonia en la época de la Rusia Zarista, en que la mujer no podía asistir a la universidad, le impulsa a trasladarse a Paris y desarrollar su carrera y su vida. Es aquí donde conoce a su marido.

Fallece en 1934 de leucemia, causada por la prolongada exposición a materiales radioactivos. Desde 1995 los restos de Madame Curie descansan en el Panteón de Ilustres de Paris, batiendo incluso, después de su muerte, otro record más de los tantos que marcó a lo largo de su vida: ser la primera mujer que por méritos propios descansa junto a los más grandes hombres de Francia. En el Panteón de París descansan grandes figuras francesas de la historia, la política y la cultura, incluyendo pensadores como Voltaire y Rousseau, escritores como Victor Hugo y Alexandre Dumas, científicos como Louis Braille, políticos como Jean Moulin, y figuras clave como Jean Monnet.

Marie Curie es un ejemplo, aunque no lo sepan, para aquellos emprendedores –hombres y mujeres- que se enfrentan a diario a los desafíos del mercado y los esfuerzos por llevar adelante una idea plasmada en una empresa; qué decir de los grandes sacrificios que implica la investigación científica y que miles de investigadores en todo el mundo mantienen esa tradición de servicio y entrega a una causa que siempre es en beneficio del género humano.

El científico colombiano Manuel Patarroyo (nacionalizado español) también inspirado en aquella herencia, decidió hace pocos años que los derechos de patente sobre la investigación de la vacuna contra la malaria, quedaran en beneficio de la humanidad. Sin especulación, solamente abnegación y generosidad.

Michael Schutzler, autor de “Inspiring Excellence: A Path to Exceptional Leadership” (Inspirando la excelencia: un paso hacia un liderazgo excepcional), afirma que en la actualidad existe un nuevo pensamiento en los niveles de alta dirección, en el que los líderes entienden que ejercer el liderazgo es un privilegio, no un derecho. ¿Cuál hubiera sido la reacción de Marie Curie ante esta aseveración? Hubiese ido más allá, sosteniendo que no se trata ni de privilegios ni derechos, sino que es el fundamento sobre el que se basa el avance de la ciencia y el del bienestar de una sociedad, del que nunca se debe claudicar.

Ella no lo hizo ni ante los fracasos que a diario tiene un científico hasta llegar a su meta, ni ante sus valores que construyeron su fama de mujer de carácter, necesaria virtud para un mundo que, en su época, pertenecía plenamente a los hombres.

Marie Curie tenía confianza en sí misma, reforzándola aún más, desde el instante en que dejó su Polonia natal, para ir a estudiar a Paris. A medida que se iba integrando en la sociedad parisina, tuvo que comulgar en más de una ocasión con cierta misoginia y xenofobia, típicas de aquellos que tienen una visión endogámica del universo del que forman parte.

Ella aislaba este tipo de ataques y su conducta solamente se aferraba a sus valores. Confianza sobre lo que hacía y hacia dónde iba en su ardua y sacrificada tarea que día tras día realizó durante años.

Marie Curie rompió todas las barreras de los “ismos” (racismo, segregacionismo, etc.) que ha caracterizado a los movimientos nacionalistas europeos durante décadas, desde el momento en que sus restos fueron trasladados al Panteón de los Ilustres de Paris, dejando su impronta para las generaciones futuras de inmigrantes que, desde diferentes latitudes, en Francia o en cualquier otro país desarrollado, se han ido integrando plenamente en sus nuevas sociedades de acogida.

Mi homenaje a Marie Curie es mi cuota parte de deuda moral con esta precursora impar. Nuestra deuda con ella es inconmensurable. Su legado es patrimonio de la humanidad. Sus valores y principios trascienden la física y la química, porque subyace en el código ético de una sociedad occidental necesitada de mucho más humanismo del que ostenta hoy.

Marie Curie, mujer, científica, precursora, líder, humanista y emprendedora… ¡GRACIAS!

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