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Se cumplen 25 años de la riada del Águeda: inundó El Arrabal del Puente y las huertas de toda la Ribera
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Ciudad Rodrigo | Historia

Se cumplen 25 años de la riada del Águeda: inundó El Arrabal del Puente y las huertas de toda la Ribera

Actualizado 06/12/2025 10:22

Sería de las últimas riadas con daños materiales al construirse la Presa de Irueña tras un gran movimiento ciudadano.

Este domingo, 7 de diciembre, se cumplen veinticinco años de la riada que anegó el Arrabal del Puente y las huertas de la Ribera del Águeda, un episodio que marcó a Ciudad Rodrigo y que sería, con el tiempo, una de las últimas inundaciones devastadoras antes de la construcción de la Presa de Irueña, fruto de un amplio movimiento ciudadano canalizado en la Plataforma Riberas de Águeda.

Aquel día del año 2000, el río que tantas veces ha sido espejo de la ciudad se convirtió en amenaza. El Águeda se desbordó sin contemplaciones y cubrió por completo el Arrabal del Puente. La violencia del agua provocó la muerte de numerosas cabezas de ganado, arruinó cosechas en las parcelas de labor y regadío, y causó daños considerables en viviendas, comercios y almacenes. Todos los vecinos del barrio tuvieron que ser evacuados de forma temporal, en una escena que aún permanece en la memoria colectiva.

Una crecida histórica

La riada, causada por las intensas y persistentes lluvias de principios de diciembre, tuvo su punto álgido entre los días 7 y 8 del año 2000. Las precipitaciones, lejos de remitir, provocaron nuevos desbordamientos a finales de mes.

Las zonas más castigadas fueron, una vez más, el Arrabal del Puente y las huertas colindantes: unas 300 personas tuvieron que abandonar sus hogares y los daños materiales fueron cuantiosos. Aunque no hubo víctimas mortales, la magnitud del desastre colocó este episodio entre los más graves registrados en Ciudad Rodrigo en tiempos recientes.

La ciudad, habituada a dialogar con las periódicas crecidas del Águeda, vio en aquella experiencia —y en otras posteriores, como la de 2006— la necesidad de soluciones estructurales. Y de esa conciencia compartida nació una de las movilizaciones ciudadanas más relevantes de la comarca.

La Plataforma Ribera del Águeda: una respuesta desde la ciudadanía

Aquella jornada dramática, que al menos se saldó sin pérdidas humanas, dejó también un legado positivo: el nacimiento de la Plataforma Ribera del Águeda, integrada por afectados y asociaciones locales, siempre con José Manuel Jerez como rostro visible. Su actividad sostenida, marcada por la tenacidad y la reivindicación, fue decisiva para impulsar la construcción de la Presa de Irueña.

La historia de las riadas en la zona contaba ya con episodios trágicos. Basta recordar la del 27 de diciembre de 1909, cuando los periódicos de la época hablaban de “horrorosa catástrofe” y describían auténticos “cuadros de dolor”. Entonces sí hubo pérdidas humanas: Ricardo Iglesias, propietario de la fábrica de luz eléctrica, uno de sus trabajadores y un pastor que fue arrastrado por la corriente y cuyo cuerpo apareció en el puente de “El Mariego”, tres kilómetros aguas abajo.

Irueña: siete años de lucha para una obra decisiva

La presión vecinal cristalizó en la construcción de la presa de Irueña, con una capacidad de 110 hm³, cuya función reguladora ha demostrado ser esencial para evitar nuevas avenidas destructivas a su paso por Ciudad Rodrigo. Tras numerosos litigios, la infraestructura entró en funcionamiento en septiembre de 2007.

Durante esos siete años, la Plataforma no dejó de hacerse visible. Recordó episodios como el de 1909 o la riada de 2006, que permitió obtener cerca de dos millones de euros destinados a obras fundamentales: los muros de contención de la Avenida de La Concha, la limpieza del Regato Bodón, la escollera entre el Puente Mayor y la barriada de Santa Marina, la rehabilitación de la presa de La Pesquera, el ordenamiento de sus accesos, la retirada continua de árboles y vertidos, las limpiezas de maleza realizadas por voluntarios desde La Pesquera hasta el Puente Mayor, o la instalación de una pasarela en los pontones.

Una tranquilidad vigilante

Hoy, gracias a la regulación de Irueña, los vecinos del Arrabal del Puente, de las Huertas de La Artesa y de toda la Ribera del Águeda duermen con mayor sosiego. Sin embargo, los más mayores —testigos directos de las crecidas de otro tiempo— aún observan el río con un punto de desconfianza cuando las lluvias arrecian.

Porque, aunque domado, el Águeda sigue siendo ese viejo conocido capaz de recordar, en cualquier momento, que su memoria es tan profunda como sus aguas.