Los fuegos artificiales iluminan Ciudad Rodrigo en el Día de la Constitución
La buena temperatura y la escasez de viento asemejaban a las noches de verano
Ciudad Rodrigo se vistió de luz este Día de la Constitución. Tras cuatro meses de espera y con las restricciones de la Junta de Castilla y León ya levantadas por el riesgo de incendios, mirobrigenses y visitantes pudieron por fin disfrutar de los tradicionales fuegos artificiales que cada año marcan un hito festivo en la ciudad.
El lugar de lanzamiento fue el habitual y, aunque la afluencia no alcanzó la magnitud de las noches de agosto, las calles y los enclaves preferidos por cada cual para contemplar el espectáculo se llenaron de público expectante. No era fácil adivinar si el clima acompañaría: a estas alturas del calendario, la incertidumbre es norma. Sin embargo, el consistorio, y con él los numerosos vecinos y forasteros que aguardaban la cita, acertaron de lleno con la fecha y la hora.
A las 20:15, la ciudad disfrutaba de una temperatura insólitamente benigna para diciembre —unos 12 grados— y de un viento apenas perceptible, en torno a los 8 kilómetros por hora. Sin rastro de niebla ni amenaza de lluvia, la noche evocaba más a un cierre estival que a un preludio invernal. Quienes se congregaron para mirar al cielo no pudieron evitar la sensación de hallarse en un agosto adelantado, entregados al magnetismo del resplandor pirotécnico.
El espectáculo, adjudicado un año más a la empresa asturiana Pirotecnia Pablo S. L., de Cangas del Narcea, por un importe de 4.840 euros, mantuvo la tónica de ediciones anteriores: un ritmo dinámico, cuidada secuenciación y el inevitable deseo de que durara un poco más. Una vez apagados los últimos destellos, quedó en el aire esa mezcla de satisfacción y nostalgia que solo los fuegos artificiales saben suscitar.
