La batalla contra la "soledad no deseada": Cruz Roja rescata a los mayores del aislamiento con su plan de acompañamiento

Hay momentos en la vida de las personas en las que estas se sienten solas, y en gran medida este pensamiento ronda la cabeza de las personas mayores: se le conoce como soledad no deseada. En Salamanca, una provincia con una demografía envejecida que clama por atención, Cruz Roja ha decidido no mirar hacia otro lado. La organización ha perfeccionado una maquinaria de solidaridad que trasciende la mera asistencia técnica para adentrarse en el terreno de lo humano, de lo emocional. No se trata solo de cuidar cuerpos, sino de abrigar almas.

La estrategia de la entidad humanitaria parte de una premisa fundamental: la soledad no es idéntica en todos los hogares. Cada persona arrastra una historia, unas limitaciones físicas y unos miedos distintos. Por ello, tal y como explican Trinidad Mateos, psicóloga y técnica del proyecto ‘Promoción de la red social y del envejecimiento saludable’ que cuenta con financiación de la Junta de Castilla y León y Rubén García, responsable del proyecto, la intervención de Cruz Roja para el acompañamiento de personas mayores se estructura meticulosamente en tres formas o modalidades diferenciadas, adaptadas al grado de autonomía de cada usuario.

La primera en el interior de las viviendas. Para aquellas personas de la capital y la provincia que sufren los embates de la edad con "más problemas de movilidad", Cruz Roja activa el acompañamiento a domicilio. Es la respuesta para quienes el mundo se ha reducido a las cuatro paredes de su salón. En estos casos, el voluntariado cruza el umbral de la puerta para llevar conversación, compañía y la certeza de que no han sido olvidados por la sociedad.

La segunda modalidad busca romper estos muros es el acompañamiento en el exterior. Aquí, la filosofía es clara y proactiva: el objetivo es "que salgan de casa". Se utiliza el paseo no solo como un ejercicio cardiovascular, sino como una herramienta de reconexión con la vida, con el barrio, con la luz del sol y con el bullicio de la ciudad. Para crear relaciones sociales y que conocemos en los testimonios de estas usuarias.

Finalmente, existe una tercera vía, invisible pero omnipresente: las llamadas telefónicas periódicas. Son llamadas "de escucha", diseñadas para "ver cómo están" y realizar un seguimiento que va más allá de lo sanitario. Es una voz amiga al otro lado del auricular. Desde la organización destacan con orgullo que esta labor no es exclusiva de la capital; es un esfuerzo vertebrador que "replica el voluntariado rural en nuestras asambleas comarcales de toda la provincia". Un hilo telefónico que cose el territorio y se mantiene operativo "durante todo el año". En este caso conocemos el testimonio de Mónica, voluntaria en Béjar.

Este servicio de acompañamiento telefónico se convierte, además, en un escudo protector en los momentos más críticos del calendario. La soledad acentúa la vulnerabilidad, y por ello, las llamadas rutinarias se transforman en herramientas de salud pública mediante "campañas concretas".

Cuando llega el invierno, los teléfonos de los usuarios suenan con un propósito claro: la campaña de vacunación de la gripe. Los voluntarios no solo informan, sino que dedican tiempo a "animar a vacunar" y a "explicar los beneficios" de la inmunización, combatiendo la desinformación o la apatía. De igual manera, cuando la meteorología se vuelve hostil, el servicio se intensifica. Durante las olas de frío y las olas de calor, Cruz Roja contacta con sus usuarios para ofrecer "consejos de salud" vitales.

Sin embargo, a pesar de la utilidad incuestionable de estas llamadas, la entidad mantiene su mirada puesta en el horizonte de la socialización presencial. "Cada vez más el objetivo es que las personas mayores salgan de casa y creen redes sociales y amistades", insisten. Por eso, el teléfono es a menudo el primer paso para invitarles a participar en los talleres, considerados la vía regia para "ampliar su red" y recuperar la alegría de compartir.