La campaña navideña presentada reclama que una vida digna deje de depender del azar y pase a ser cuestión de justicia
Cáritas Diocesana de Ciudad Rodrigo presentó en la mañana del jueves su campaña de Navidad bajo el lema “Hagamos que tener una vida digna deje de ser cuestión de suerte”. El acto contó con la participación del obispo de Ciudad Rodrigo–Salamanca, José Luis Retana; la directora de Cáritas Ciudad Rodrigo, María del Mar Manzano; el secretario de la entidad, Domingo Matías, y la delegada episcopal, María Paz Diago.
El obispo Retana recordó que el simple hecho de nacer en un lugar u otro del mundo condiciona de forma determinante el tipo de vida al que cada persona puede aspirar. En este sentido, aludió a problemas que la institución conoce de cerca —el acceso a la vivienda, la precariedad laboral o los procesos migratorios— y subrayó la importancia de abordarlos con especial atención en estas fechas, “tan entrañables para el creyente y para quienes desean ayudar”. Insistió además en que se trata de una campaña navideña de carácter diocesano, por lo que las necesidades particulares de cada parroquia quedarán para otras recogidas, apelando así a la unidad de esfuerzos.
Por su parte, la directora de Cáritas, María del Mar Manzano, situó el inicio del Adviento como un tiempo que debe ir acompañado de caridad y compromiso, más necesarios que nunca a la luz de los datos recogidos por la institución. La exclusión social —advirtió— no solo se mantiene, sino que se cronifica en Castilla y León: 352.000 personas se encuentran en situación de exclusión, el 14,8% de la población, una cifra superior a la registrada antes de la pandemia. Especial preocupación genera que el 19% de los hogares de la comunidad caen en valores de pobreza tras afrontar los gastos básicos de vivienda y suministros. “Esto está ocurriendo en la llamada clase media, que prácticamente está desapareciendo. Familias con trabajo, familias normales, que empiezan a tener serias dificultades para llenar el carro de la compra”, señaló Manzano. El empleo, añadió, deja de ser garantía de bienestar, una realidad aún más acusada en las zonas rurales, donde Cáritas ha comenzado a reforzar su apoyo a este nuevo perfil de familias. “Un cambio en las políticas sociales ayudaría a revertir esta situación”, concluyó.
El secretario de Cáritas, Domingo Matías, centró su intervención en los datos de atención prestada en 2025 en Ciudad Rodrigo y su camrca. Hasta la fecha, la entidad ha acompañado a 584 personas pertenecientes a 375 hogares, con un total de 4.225 intervenciones. Estas ayudas, supervisadas por trabajadores sociales, han supuesto una inversión de 113.551,94 euros destinados al sostenimiento familiar, becas de formación y apoyo básico. Sin embargo, Matías señaló que la cifra es inferior a la de años anteriores debido al descenso en los ingresos institucionales y en las aportaciones empresariales.
Hasta septiembre, Cáritas Diocesana de Ciudad Rodrigo ha recibido alrededor de 20.000 euros en donativos procedentes de parroquias, un dinero que se destina de forma directa a las familias necesitadas de la ciudad y su comarca. Buena parte de los fondos se emplea en el pago de alquileres, un gasto que se ha disparado en los últimos dos años. Matías explicó que la llegada de trabajadores vinculados a la instalación de plantas solares generó una “burbuja” en el precio del alquiler, que no ha remitido tras la marcha de estos trabajadores. Viviendas que rondaban los 250 euros mensuales han pasado a costar entre 450 y 500 euros, una cifra difícilmente asumible para muchas familias.
A este incremento se suma el deterioro del parque de vivienda en la zona. Existen hogares sin calefacción, sin electrodomésticos básicos y con condiciones de habitabilidad precarias. Matías advirtió además de las trabas burocráticas que enfrentan quienes intentan acceder a ayudas públicas: pequeñas fuentes de ingresos o la posesión de bienes de escaso valor pueden dejar fuera a candidatos que, en términos reales, viven en clara vulnerabilidad.
Con esta campaña, Cáritas hace un llamamiento a mirar más allá de las luces navideñas y a recordar que la dignidad no puede depender del azar, sino de un compromiso común y sostenido con la justicia social.