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FOTOS | Julio Vicente y su increíble historia a los 72 años: perdió la visión en un ojo, estuvo en silla de ruedas y es campeón del mundo de judo
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'EL LADO MÁS HUMANO DE...'

FOTOS | Julio Vicente y su increíble historia a los 72 años: perdió la visión en un ojo, estuvo en silla de ruedas y es campeón del mundo de judo

Actualizado 26/11/2025 09:58

Viene de conquistar el bronce en el Mundial de París tras superar graves problemas de salud. También se dedicó a las carreras de motos, coches y a hacer medias maratones. Es el octavo protagonista de nuestra sección

La vida de Julio Vicente Ramos es un manual de resiliencia, una demostración de que los límites a menudo son solo una percepción. A sus 72 años, este judoka salmantino ha regresado de París (Francia) con una medalla de bronce mundial colgada al cuello, un logro que para muchos sería la cima de una carrera, pero que para él tiene un regusto particular. "Agridulce", así ha definido la sensación tras un campeonato de veteranos al que llegó mermado por las lesiones, pero con la convicción de que el oro estaba a su alcance.

"Yo iba pensando en un oro sí o sí. Ha sido un bronce, pues... bien", ha explicado Vicente, reflejando la mentalidad de un competidor nato que, a pesar de las circunstancias, siempre aspira a lo más alto. Una molestia en el hombro y una inflamación en la muñeca derecha justo antes del torneo condicionaron su rendimiento. Según ha relatado, una "equivocación arbitral" en el primer combate, corroborada por expertos, cambió el rumbo de su participación y le apartó de la lucha por el primer puesto.

Este reciente bronce se suma a un palmarés extraordinario que comenzó a forjarse en 2015, cuando decidió retomar el judo después de un largo parón. Aquel año, en Ámsterdam (Países Bajos), un tercer puesto le sirvió de acicate. "Aquello me animó, porque llevaba poco tiempo entrenando, y dije: 'hombre, sí que tengo nivel'", ha recordado. Fue el inicio de una segunda juventud deportiva que le ha llevado a lo más alto del judo veterano mundial.

Dos oros mundiales y una vida de superación

El primer gran hito llegó en 2016, en Miami (Estados Unidos), donde se proclamó campeón del mundo por primera vez, un resultado "casi inesperado" que consolidó su regreso. Tres años más tarde, en 2019, repitió la hazaña en Marrakech (Marruecos), consiguiendo su segundo oro mundial. Su colección de metales en campeonatos del mundo se completa con otros dos bronces, además del conseguido en París, y medallas en el campeonato de Europa como el oro cosechado en Riga (Letonia) hace unos meses.

Sin embargo, detrás de cada medalla se esconde una historia de superación que va mucho más allá del tatami. Julio Vicente tuvo que abandonar el judo durante años tras un accidente que le hizo perder la visión de un ojo. Pero el mayor desafío de su vida llegó en forma de diagnóstico médico: una artritis reumatoide anquilosante. "Estuve prácticamente en una silla de ruedas, estuve muy mal siete meses cuando me dio el brote. No podía ni andar casi", ha confesado. La enfermedad le llevó a obtener un certificado de incapacidad, una situación que habría supuesto el final para la mayoría, pero no para él.

Lejos de rendirse, convirtió el deporte en su mejor terapia y en su motor vital. Su trayectoria es un ejemplo de polivalencia y pasión: antes de su regreso al judo, compitió durante años en carreras de motos y coches, participando en pruebas como la mítica subida a Candelario. Después, se sumergió en el mundo de las carreras populares, completando todas las medias maratones de la zona y sumando kilómetros cada fin de semana durante casi una década.

El sueño de Japón

A pesar de su impresionante currículum, Julio Vicente Ramos todavía tiene metas por cumplir. La más importante es competir en las olimpiadas de veteranos de Japón, un evento pospuesto por la pandemia que espera que se celebre en 2026 o 2027. "Sería una buena oportunidad salir con en la cuna del judo mundial", ha afirmado. Ese sería, en principio, el broche de oro para su carrera, aunque él mismo duda de su retirada. "Siempre digo que lo dejo, que lo dejo, y al final sigo. Ya no me atrevo a decir que lo voy a dejar", ha admitido con una sonrisa.

Otro de sus anhelos es recibir el reconocimiento como mejor veterano del año por la Federación Española de Judo, un galardón que se le ha escapado a pesar de sus dos campeonatos del mundo al no reclamarlo. "Quiero no retirarme sin conseguir ese título", ha sentenciado con determinación.

El mensaje a los jóvenes

Su día a día es el de un atleta de élite. Dedica entre dos y tres horas al entrenamiento físico, una hora a correr y varias sesiones de judo a la semana, donde se mide con judokas mucho más jóvenes y pesados que él. Es precisamente esta disciplina la que le permite enviar un mensaje contundente a la sociedad. "Con 72 años yo estoy corriendo, estoy levantando, haciendo sentadillas con 80-90 kilos. ¿Qué consejo doy? Que hay que estar activo", ha subrayado.

Su conclusión es una lección de vida: "Haciendo deporte se tiene una vida mucho mejor, no tienes que depender de nadie casi. Es la forma de encontrarse bien". Desde la experiencia de quien ha conocido la inmovilidad y ha alcanzado la cima mundial, la historia de Julio Vicente Ramos es la prueba de que, con voluntad y esfuerzo, no existen barreras insuperables.