Jesús Alfonso Sánchez responde a Ana de Rojas a raíz de una imagen
> El doctor Jesús Alfonso Sánchez, quién recalca que no se jubila, no deja su pasión, sus libros, sus amores por el conocimiento, su ansia de aprender, sigue fiel al Juramento Hipocrático y a sus padres, contesta a una fotografía que le ha remitido Ana de Rojas, bautizándolo como “intercambio mentales entre dos amigos”.
Bonjour madame, Elvira Roca una diosa digna del Olimpo, vos la Ninfa más hermosa del Jardín.
Aquí estoy aprendiendo “cosas” de los Divinos Prohombres que nos imprimieron el destino; y huyendo de los “narcisos“, que irrumpen en la política española, como cardos borriqueros en el inicio invernal, aparecen, surgen como si Dios después de una noche de desconsuelo, o juerga, hubiera dicho: “se acabó el cachondeo Pedro, cierra el Purgatorio, y tú Pablo “atiza” las brasas de mis llagas que hoy empezamos limpieza general, o centurión: ”prefieres que lo bautice como zafarrancho de combate“.
Hágase pues Tu voluntad y no quede mierda sobre mierda en tu digna hora del inicio mental.
Amén.
Tu queridísimo amigo Jesús Alfonso, un activo que anhela la solitaria Paz de las noches de estudio profundo y fecundo.
Cuando son las seis de la mañana del día 18 de Noviembre de 2025 saludo a mí queridísima amiga Ana de Rojas, ser vivo, inteligente, locuaz y auténtico como pocas personas de este embarrado mundo de infantiles Chiripitifláuticos, que nunca abandonaron la primera infancia y por tanto jamás alcanzaron el más mínimo impulso de una persona adulta en lo cerebral, estos que siguen jugando a Barrio Sésamo y gobiernan en el País como si fueran los enviados del Sacrosanto Imperio de la Majadería, los bueyes volando y las gallinas haciendo submarinismo en el estercolero nacional, al que ahora quieren modificar el nombre para feminizarlo, no sería mejor “germinarlo“.
¿Qué pensarían Daoiz y Velarde?, esos dos Capitanes del 2 de Mayo, (feminizar?, germinar?, o quizá androgenizar, o despertar?).
A mí, por Ley la jubilación me llegó ayer, pero a mí me jubilará mi mente llegado el momento, o mí cuerpo si antes me visita la desgracia, que Dios no lo quiera (Enfermedad).