El número de relatos presentados ha aumentado hasta los 611
El jurado del XIII concurso de microrrelatos San Silvestre Salmantina, presidido por el profesor de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, Daniel Escandell Montiel, ha emitido su fallo tras evaluar las obras presentadas. Junto a Escandell, el comité de valoración ha estado integrado por el profesor de Secundaria Sigifredro Crego Martín, el responsable de redes sociales de la USAL, Alberto Marcos Guillén, la bibliotecaria Sofía Vicente Fiz y el corredor veterano Jerónimo Hernández de Castro, quien actuó como secretario. El jurado ha destacado la excelente participación de esta edición, que ha experimentado un crecimiento extraordinario al pasar de los 369 relatos recibidos en 2024 a los 611 de este año.
El proceso de deliberación ha estado marcado por la gran igualdad entre los relatos más valorados. De hecho, en los puestos con derecho a premio en metálico se produjo un triple empate que tuvo que ser resuelto mediante el voto de calidad del presidente del jurado.
Raúl Clavero Blázquez - Principio de incertidumbre
-¿Preparados? – gritó el juez de salida.
-Puede que sí, puede que no – respondió una voz aguda en medio de la muchedumbre -¿Cómo saber si estamos preparados cuando cada paso aumenta el número de futuros posibles, cuando cada zancada puede ser una zancada más hacia el abismo? ¿Acaso hay alguien capaz de prepararse para el abismo? Admito que la ruta de la competición está clara, sí, pero el destino, amigos míos, es siempre incierto.
Un murmullo sobrecogido se extendió entre los corredores con la voracidad del fuego en la montaña.
- ¿Listos? – farfulló el juez antes de apretar el gatillo.
El disparo que había de lanzarnos hacia la gloria sonó débil, lastimero, como el eco lejano de un animal que agoniza. La San Silvestre salmantina había comenzado y, sin embargo, todos cuantos participábamos en la carrera permanecimos quietos, con la mirada fija un horizonte de pronto amenazante.
Victoria Alenda Tomás - Yo vs. yo
Acabo de adelantar a la Lucía de hace dos semanas, esa a la que le dolían las piernas de haber trabajado tanto. También te digo, si no la llego a adelantar, me habría sentido bastante fracasada.
Sin embargo, por la derecha y sin ningún reparo ni conciencia, me adelanta la Lucía de hace cinco días, la que había tenido la suerte de dormir de golpe sin necesidad de melatonina ni somníferos que ayuden a realizar la acción más primaria del ser humano.
A la que, por lo menos, dejo muy atrás es a la Lucía de hace un año, la que tuvo que salirse de la carrera porque no podía más, no podía un solo metro más. Esa Lucía estaría orgullosa de dónde estoy ahora, incluso me atrevo a decir, no se lo creería.
Porque al final en esta carrera no compito contra nadie más, solo contra todas mis versiones.
Sergio Díaz Pérez - El alquimista
No soy un simple relator de pasos: me sé aprendiz de alquimista. Observo la San Silvestre Salmantina y descubro cómo el aire helado se transmuta en fuego cuando lo atraviesan miles de cuerpos. El cansancio, que en cualquier otro lugar sería derrota, aquí se convierte en júbilo; la fatiga se disuelve en una risa compartida, y cada esquina se vuelve un laboratorio de milagros domésticos.
Los disfraces, que podrían parecer frívolos, revelan una sabiduría antigua: recordarnos que el esfuerzo también sabe danzar. El que va disfrazado de payaso sufre, como todos, pero su sufrimiento hace sonreír a los demás. Y eso, en el fondo, es oro puro.
Yo narro la carrera, pero ella me enseña: que correr no es escapar, sino transformar lo que pesa en ligereza y lo que separa en vínculo. Y entonces comprendo: el secreto no es llegar a la meta, sino llegar convertido en otra cosa.
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