La farsa del independentismo catalán y sus fines perversos

La idea de la independencia en Cataluña se ha perpetuado a través del tiempo. Lo que no sabemos es cuánto de historia, justificación, de fanatismo o demagogia. En España el afán seccionista ha traído de cabeza al Estado, sobre todo en las Vascongadas y Cataluña, y nuestros dirigentes, por su ansia de poder, entraron al trapo con la concesión de transferencias capitales que están causando un gran trastorno. Se ha criticado especialmente la cesión de la Educación y Sanidad a las Comunidades Autónomas, que dejan en entredicho el sistema autonómico, igual que el gran derroche en la administración de éstas, por la creación de un número desorbitado de puestos de trabajo público que raya el escándalo.

Pero ha sido la gestión de la Educación en las diferentes regiones, especialmente en las aludidas, la que ha causado un daño irreparable. Los responsables catalanes y vascos en estas parcelas han tenido bien claro que el fin justificaba los medios y han utilizado el fanatismo y el populismo para envenenar a los ciudadanos, creando un caldo de cultivo desde los propios colegios usando incluso una presión miserable con los niños y su adoctrinamiento o poniendo tantas trabas para estudiar en castellano. La pedagoga y catedrática sueca Inger Enkvist los ha retratado bien… “Cataluña es el ejemplo de que la educación se puede utilizar para fines perversos”. La verdad es que ver incluso a niños de seis años, en ocasiones inmigrantes, en manifestaciones con banderas independentistas o el propio símbolo estelado en el triciclo, es un puntazo.

El espíritu separatista cala hasta nuestros días después de un trabajo ímprobo a través ya de unas cuantas décadas. El problema es el escaso razonamiento, la mentira y su carácter excluyente, y la sensación general de que esa fiesta la pagamos todos. Y justo es valorar el pensamiento noble de quienes en una corriente mucho más numerosa, neutralizan este artificio, con el gran mérito de sufrir incluso el acoso de los intolerantes en la calle, las escuelas, en los campos de fútbol o en otros foros.

‘El delirio separatista encontró en Pedro Sánchez su mejor apéndice’

Las nefastas consecuencias de la causa identitaria las sufrimos todos, pero se acentuaron sobremanera con el Gobierno de Pedro Sánchez por su idea pertinaz de pagar un tributo para mantener el cargo, llegando a indultar a quienes quisieron ejecutar un golpe ilegal que pretendía la separación del España. El titular del Ejecutivo, contrariamente a lo que prometió, ha pactado con independentistas y delincuentes, vendiéndoles lo que haga falta y robándonos a la cara para perdonar deuda y complacer a sus insaciables socios ya durante siete años, dilapidando una fortuna con unos o con otros, perjudicando al resto de regiones y quitando fondos de sectores como ciencia e investigación, catástrofes, infraestructuras en comunicación, etc. El catalán, por otra parte, es una prioridad en España según el ministro José Manuel Albares, que desde el principio tuvo claro que colocar esta lengua en Europa era su principal misión. Uno de los ministros más ridículos e impresentables de la democracia, nos representa en Europa y allende los mares. Este inquisidor personaje, convertido a menudo en fiscal de nuestra cultura, exige ahora a los españoles pedir perdón a Méjico por el Descubrimiento. Antes, “Napoleoncho” Albares ha sido capaz de despedir diplomáticos por piropear al Rey o por quedarse dormidos en sus discursos, o en una de sus decisiones más repugnantes, cambiar a varios etarras a un avión comercial al regreso de la Flotilla Global Sumum, interceptada por Israel en el viaje a Gaza, porque se negaban a volver en una aeronave militar.

La falacia soberanista encontró en Pedro Sánchez su mejor apéndice y éste ha sido capaz de ‘doparlos’ a subvenciones para el desarrollo de sus objetivos y creación de embajadas, permitiéndoles un despilfarro, malversación y el fomento sin precedentes de su televisión pública cómplice. Y en el top de su delirio mental ha dejado buena parte de la dirección del Estado a un prófugo huido de la justicia, por no hablar del inepto y negligente ministro de la pandemia, Salvador Illa, librado de sus delitos prescritos, fulminado por el Tripartito por inflar costes en la Ciudad de la Justicia, colocado para liderar la Generalitat y en todas las quinielas como su sucesor para candidato a presidir del Gobierno.

“Barcelona era la gran capital cultural europea”, -Vargas Llosa ‘ciudadano’ catalán casi un lustro- “donde los escritores españoles e hispanoamericanos nos reencontramos de nuevo y descubrimos que la lengua y la historia nos unían mucho más que todas las diferencias que podían existir entre nosotros”, lamentando… “y en qué la ha convertido el nacionalismo”. Y la lapidaria frase de otro egregio de la cultura y el arte, Albert Boadella… “El virus del nacionalismo conduce al fascismo”. Los límites del independentismo y sus funestas consecuencias para todos con el corrupto autócrata, aún se desconocen.