Después del brote de Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE), las secuelas persisten en la ganadería con terneros débiles y con malformaciones, así como la pérdida de vacas reproductoras.
La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Salamanca ha alertado de que las consecuencias de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) continúan afectando gravemente a las explotaciones de la provincia. Más de dos años después del brote inicial, los ganaderos siguen reportando secuelas significativas en la cabaña ganadera, especialmente en los terneros recién nacidos.
Según la organización agraria, persiste un "goteo de casos" de terneros que nacen con síntomas idénticos a los registrados en el punto álgido de la enfermedad durante la primavera de 2024. Estos animales presentan debilidad, un tamaño reducido y, de forma destacada, malformaciones en las extremidades que los hacen inviables.
Desde UPA señalan que muchos de estos terneros nacen con las patas torcidas hacia dentro, lo que les dificulta enormemente ponerse en pie y mantener el equilibrio. Esta situación, si no es atendida de forma constante por los ganaderos, acaba provocando la muerte del animal y supone una pérdida económica y productiva para la explotación.
La denuncia de la organización no se limita a los terneros. Los ganaderos también han comunicado la persistencia de otros problemas derivados de la EHE en las vacas reproductoras. Entre las afecciones se encuentran cojeras que no se han corregido, obligando a eliminar a los animales afectados.
Asimismo, se han registrado casos de vacas que, tras superar la enfermedad, apenas producen leche y terminan por dejar morir a sus crías, lo que obliga a los ganaderos a enviarlas al matadero. Esta situación ha mermado el número de hembras reproductoras en las explotaciones salmantinas.
La combinación de una menor natalidad de terneros viables y la eliminación forzosa de vacas reproductoras ha provocado una disminución del censo ganadero. Como consecuencia directa, se ha reducido el número de terneros disponibles en el mercado, según advierte UPA.
Esta situación se agrava por la necesidad de reponer con novillas las vacas que han muerto o han sido enviadas al matadero, lo que supone un coste adicional para los profesionales del sector. La organización subraya que muchos casos no se denuncian, por lo que el impacto real podría ser mayor.
Tanto los ganaderos como los veterinarios de clínica consultados consideran que estos síntomas son secuelas directas de la EHE. "Transcurridos más de dos años de esta dañina enfermedad, por los síntomas de los terneros en su nacimiento, son secuelas que aún se están padeciendo y que no se sabe si algún día desaparecerán", concluye la organización en su comunicado.