Viernes, 05 de diciembre de 2025
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Cuando 'America First' significa Derechos cero: Trump y el derrumbe del multilateralismo
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Cuando 'America First' significa Derechos cero: Trump y el derrumbe del multilateralismo

Al legitimar una limpieza étnica y control de un territorio ilegítimamente ocupado; al negar la identidad de las personas trans y al amenazar con deportaciones masivas, Trump está convirtiendo la vulneración de derechos en un emblema patriótico.

Carlos Garrido Andújar

Defensor de los Derechos Humanos

Donald J. Trump ha vuelto al centro de la escena política y mediática con sus primeros 100 días de regreso al frente de los EE. UU. y con un programa que combina la retórica de odio y el desafío al orden internacional. Una de sus polémicas acciones fue el día 5 de febrero del presente año junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu —actual prófugo de la Corte Penal Internacional—; propuso que Estados Unidos «tome posesión» de la Franja de Gaza, expulse a su población y la convierta en lo que él ha llamado «La Riviera de Oriente Medio», declaración que anuncia la expulsión forzosa de la población palestina y otros crímenes de lesa humanidad. Dos semanas antes, en su primer día de mandato firmó una Orden Ejecutiva por la cual se impone la visión de que solo existen dos sexos, desmantelando así toda política que reconozca la identidad de género y eliminando de un plumazo todos los avances para las personas trans. Además, presiona al Congreso estadounidense para aprobar un plan de deportaciones valorado en más de 300 mil millones de dólares, que tiene como objetivo aumentar los centros de detención y las expulsiones masivas, mientras recorta programas de apoyo a las víctimas de violencia —de género e institucional— y a organizaciones por los derechos civiles.

Estas medidas muestran la estrategia del gobierno de Trump: imponer de manera unilateral su agenda, silenciar a los colectivos más vulnerables y debilitar los cimientos del multilateralismo democrático y el orden internacional. Frente a esto, Amnistía Internacional advierte de la imperiosa urgencia de dar una respuesta firme para salvaguardar los derechos humanos y la cooperación global.

Como ya hemos dicho anteriormente, Trump ha propuesto «recolocar» a los habitantes de la Franja de Gaza y «poseer» la zona a largo plazo; no descarta usar tropas de soldados a pesar de que la infraestructura civil esté hecha añicos y vayan más de 60.000 palestinos asesinados por el ejército israelí. Esta iniciativa ha sido considerada por numerosas organizaciones humanitarias como «limpieza étnica» e hizo que China, Rusia y Alemania unieran fuerzas —algo realmente inusual— para condenar esa propuesta por contravenir el IV Convenio de Ginebra. El Derecho Internacional advierte que estos planes constituyen apología a los crímenes de guerra como el desplazamiento masivo y la anexión de un territorio ocupado ilegítimamente.

En tan solo una semana de mandato, Trump ha agitado la movilización de fuerzas en tres frentes distintos, completamente convencido de que la fuerza puede sustituir el multilateralismo. En un Meet The Press del día 4 de mayo, declaró que no descartaba usar medios militares para asegurar el control estadounidense de Groenlandia; también se le preguntó por Canadá, a esto añadió que «por ahora no lo ve necesario pero que todo puede pasar». Estas declaraciones vinieron después de ciertos mensajes en las redes del presidente que sugería «revisar los tratados de 1908»; el recién elegido primer ministro de Canadá aseguró que Canadá no está ni en venta ni bajo amenaza. Y el frente abierto más reciente es la filtración de planes de la Casa Blanca para autorizar el ataque con drones sobre los cárteles mexicanos, opción que no sólo supone el uso de la fuerza extraterritorial y la eliminación de la soberanía mexicana sobre su propio territorio, sino que además violaría su constitución y la Carta de la ONU.

Volviendo a los planes de Trump, destaca en su agenda interior la aprobación del presupuesto de más de 300 mil millones de dólares para cuadruplicar las deportaciones, abrir cárceles para familias y contratar casi 20.000 agentes adicionales para ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, en castellano), a pesar de las numerosas denuncias en estos centros por abusos y falta de derechos.

Continuamos con órdenes ejecutivas para pasar a la Nº 14168; la cual impone la doctrina de únicamente dos sexos biológicos, eliminando todo avance y diversidad en materia de género e identidad sexual. El Departamento de Estado hizo oficial que en todos los pasaportes volvería a escribirse únicamente «M» o «F», anulando la posibilidad de «X», adoptada en 2021. Esta orden ejecutiva no solo afecta a lo social; la sanidad estadounidense también se ha visto afectada: el Departamento de Salud anunció la retirada de fondos federales a hospitales o aseguradoras que ofrezcan terapias de afirmación de género, calificándolas como «procedimientos cosméticos sin base científica». El colectivo LGBTIQ+ denuncia un aumento del 37 % de agresiones y crímenes de odio, mientras que las organizaciones médicas avisan del repunte de autolesiones por parte de jóvenes trans que han perdido la cobertura médica.

Si todo esto no fuera suficiente, para el 2026 se ha redefinido la Ley de Violencia contra las Mujeres (VAWA), elimina la capacitación en igualdad de género y rebaja un 40 % los fondos para refugios de emergencia. Además, se ha reinstaurado y ampliado la Global Gag Rule, mediante la cual ningún organismo que reciba ayuda de EE. UU. puede mencionar o asesorar sobre aborto, ni siquiera con fondos propios; castigando con hasta 10 años de prisión a médicos que realicen estas prácticas.

Podría seguir enumerando acciones y prácticas polémicas que vulneran los derechos civiles más básicos, pero me parece necesario también explicar qué relación tiene todo esto con el lema de Trump «America First» y cómo es una supremacía de intereses nacionales sobre el multilateralismo y las normas compartidas.

En cuanto al Consejo de Seguridad de la ONU, ha dejado claro que vetará —o ignorará— toda resolución que limite la ofensiva israelí en Gaza o exija compromiso climático. A la OTAN le asegura que la defensa dependerá del pago inmediato y adecuado de los aliados. A la OMS le prometió cortar la financiación tras la pandemia; esto no solo resta capacidad de actuación, sino que enfatiza la idea de que si algo no produce redito político inmediato, no es necesario. Su intención de abandonar por segunda vez el Acuerdo de París sobre el cambio climático también es una señal devastadora de la unilateralidad de las decisiones de Trump que, a su vez, reducen la diplomacia y abre la puerta a que otras potencias sigan el mismo camino.

Con todo esto podemos concluir con que la doctrina «America First» es un ariete que derriba el multilateralismo y los pactos internacionales, a la vez que la democracia estadounidense —la más representativa de ello en teoría—. Al legitimar una limpieza étnica y control de un territorio ilegítimamente ocupado; al negar la identidad de las personas trans y al amenazar con deportaciones masivas, Trump está convirtiendo la vulneración de derechos en un emblema patriótico. Su mensaje es cristalino: si los tratados o minorías estorban, se eliminan y descartan radicalmente, alentando a otros líderes políticos a pisotear normas comunes o tratados internacionales.

Amnistía Internacional sostiene que la comunidad internacional no debe refugiarse y quedarse en comunicados tibios; es hora de sanciones efectivas, de reforzar la CPI y de cortar la financiación que sostenga políticas criminales. Defender la tolerancia y la democracia exige decirlo sin preámbulos; ningún interés nacional justifica el autoritarismo y la barbarie.

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