Floristas del cementerio: "Es una pena que la tradición vaya a menos. Los jóvenes prefieren Halloween"
Puesto de flores en las inmediaciones del cementerio de Salamanca | Foto: David Sañudo
Los floristas de los puestos cercanos al cementerio San Carlos Borromeo de Salamanca lamentan la notable caída de ventas durante la festividad de Todos los Santos. Un joven vendedor con más de una década de experiencia atribuye este descenso a un relevo generacional que prefiere celebrar Halloween y ha perdido la tradición de honrar a los difuntos.
La festividad de Todos los Santos en Salamanca muestra un cambio de tendencia en sus tradiciones más arraigadas. Los puestos de flores instalados en las inmediaciones del cementerio San Carlos Borromeo registran una afluencia de público inferior a la esperada, un fenómeno que los vendedores atribuyen a un relevo generacional que no mantiene las costumbres.
El sentir general entre los profesionales del sector es de decepción. "Fatal de expectativas. Esperábamos un boom pero cada año va bajando el público que tenemos", explica uno de los floristas de la empresa familiar Vázquez, que lleva más de una década acudiendo a su cita anual junto al camposanto salmantino.
Este vendedor, de 26 años de edad, conoce bien el negocio, ya que, como él mismo relata, lleva "desde los 15 años ayudando" a sus padres y tíos. Su experiencia le permite analizar un descenso paulatino que se ha acentuado en los últimos tiempos.
El puesto ha estado operativo durante los cuatro días previos a la festividad y finalizará su actividad en la jornada de hoy, 1 de noviembre. "Hemos estado aquí trabajando los cuatro días previos al día de hoy, trabajamos hoy pero mañana ya no", precisa, subrayando la concentración del esfuerzo en un periodo cada vez menos rentable.
El relevo generacional, clave en el descenso de la tradición
El principal motivo que señalan los vendedores para esta caída en la afluencia es el cambio de hábitos en las nuevas generaciones. "La juventud no es tan detallista como eran las personas mayores de antes", asegura el florista. Para ilustrar esta idea, establece una comparación con otras costumbres sociales que también experimentan un declive.
"Es como la tradición de ir a la iglesia. La gente joven no va a la iglesia. Aquí está pasando lo mismo", manifiesta, vinculando la compra de flores para los difuntos con un acto de memoria y respeto que, en su opinión, no tiene el mismo arraigo entre los más jóvenes.
La influencia de Halloween frente a la festividad tradicional
Otro factor determinante, según el testimonio recogido, es la creciente popularidad de celebraciones importadas que compiten directamente en el calendario. "Se está perdiendo la tradición con la juventud porque prefieren celebrar Halloween antes que una festividad nuestra de toda la vida como la de Todos los Santos", lamenta el vendedor. Esta competencia cultural estaría desplazando el foco de atención de los jóvenes, que orientan su ocio y sus gastos hacia otras actividades durante los últimos días de octubre y el inicio de noviembre, dejando en un segundo plano el homenaje a los seres queridos fallecidos.
La perspectiva de este joven florista, que representa a una nueva generación dentro de un negocio tradicional, aporta una visión desde dentro del propio sector. Su testimonio refleja una mezcla de preocupación por el futuro de la costumbre y de tristeza por la pérdida de una seña de identidad cultural.
Con más de diez años de experiencia a sus espaldas a pesar de su juventud, su conclusión es clara y melancólica. "La tradición cada año va a menos y es una pena", sentencia, resumiendo el sentir de quienes ven cómo una de las fechas más señaladas del año pierde poco a poco su esencia.
