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Rezos y leyendas invaden “La Parada”, refugio ante la lluvia
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Ciudad Rodrigo | Noche de Halloween

Rezos y leyendas invaden “La Parada”, refugio ante la lluvia

Actualizado 31/10/2025 21:47

Un centenar de personas acudieron al “Susurro de las Almas” del taller Intergeneracional de Sergio Cardoso con una versión reducida debido a la lluvia en la tarde noche de Halloween

La noche de Halloween trajo consigo un manto de lluvia que obligó a cambiar los planes, pero no el espíritu. Casi un centenar de personas acudieron a la cita con “El Susurro de las Almas”, representación organizada por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, que este año ofreció una versión reducida en el Centro Joven "La Parada".

Todo estaba dispuesto para repetir el éxito del año anterior, con un recorrido por el casco histórico mirobrigense en el que una docena de alumnos del Taller de Teatro Intergeneracional, bajo la dirección de Sergio Cardoso, darían vida a “El Susurro de las Almas: La Vía Macabra de las Hornacinas”. Las leyendas locales, documentadas y transmitidas entre piedra y silencio, iban a resonar ante las fachadas de varios monumentos emblemáticos.

Sin embargo, la persistente lluvia de la tarde-noche llevó a activar el plan alternativo preparado por la concejalía dirigida por Ana Castaño. El espectáculo se trasladó a "La Parada", donde actores y público compartieron un espacio más íntimo y recogido. La reducción de aforo obligó a realizar dos pases, en los que la imaginación se convirtió en el escenario principal.

Pese a la falta del marco monumental que ofrece el centro histórico, el elenco supo adaptarse con admirable soltura. Con pocos recursos y mucha entrega, transportaron al público desde la sobriedad del centro juvenil hasta las callejuelas y hornacinas del pasado, donde habitan los ecos de lo misterioso.

Niños y adultos se dejaron llevar por esta vía macabra, que lejos de quedar suspendida por la lluvia, encontró un nuevo modo de latir. Porque cuando el teatro se hace con alma —y ante un público dispuesto a soñar— ningún aguacero logra apagar la llama de la imaginación.