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¿Que tendrá la princesa?
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COLES DE BRUSELAS, 118

¿Que tendrá la princesa?

Actualizado 25/10/2025 18:01

En mi camino cotidiano al trabajo (dos kilómetros trescientos metros, tres mil pasos) veo ya carteles anunciando el espectáculo sobre hielo de las princesas de Disney dentro de tres meses. Se ve que es una fórmula imbatible que perdura en el tiempo porque yo ya pasé por caja con la princesa de mi hogar lo menos hace veinte años.

Supongo que las dichas princesas seguirán siendo excelentes patinadoras y habrá música, acrobacias y mucha banda sonora conocida, los de Disney no hacen nada a medias y, sobre todo, me entero que el plantel de princesas no solo se mantiene sino que aumenta con nuevas adquisiciones más acordes con el signo de los tiempos. De las eternas huérfanas desgraciadas como Blancanieves o Cenicienta o aquella pobre Aurora, de sangre real pero durmiendo el sueño eterno, pasaron en su momento a los clásicos literarios como Rapunzel, La sirenita o La Bella y la bestia; crearon heroínas en pie de guerra como Mulan o Merida, capaces de ponerse al frente de ejércitos y tropas rebeldes e incluso han inventado una princesa de color: Tiana; protagonista de un cuento inspirado en El príncipe rana de los hermanos Grimm pero haciendo el camino de vuelta y poniendo a la protagonista detrás de la barra de un bar de Nueva Orleans: lo dicho: ni una puntada sin hilo.

Las princesas de Disney con toda su carga comercial y sus espectáculos patinadores son lo máximo a lo que Disney puede aspirar para darle un poco de visibilidad a sus personajes femeninos, que casi siempre han sido una comparsa de los masculinos, como ocurre tantas veces en la realidad de la que los cuentos son un pálido reflejo. Podrían ser un grupo de mujeres empoderadas y reivindicativas, pero entonces perderían la magia y quizás se convertirían en un partido político, que ya sabemos que de magia andan muy justos. Y además, un pequeño detalle les impide convertirse en grupo: no son amigas y, es más, las princesas de Disney no tienen amigas.

Sobre esto último estuve de charla una tarde con unas amigas jovencísimas que me he echado últimamente, con las que disfruto mucho hablando de ciertas cosas y causas de la vida moderna que empiezo a no entender y que ellas, con infinita paciencia, me descodifican. Las princesas de Disney se habrán hecho guerreras, multiétnicas, reivindicativas y hasta feministas si se tercia pero…No tienen amigas. Una se junta con siete enanitos (casi la más moderna), otra con un hada madrina o tres hadas voladoras que aparecen y desaparecen; la sirena, evidentemente solo se trata con peces y cangrejos; la Bella con una taza y Pocahontas con todos los animales del bosque. A Mulan le acompaña y aconseja un dragón y solo en la más moderna y políticamente correcta, Tiana, hay un atisbo de amistad femenina. Un desastre porque, ¿qué haríamos las mujeres sin nuestras amigas? Quizás las princesas de Disney lo soporten porque no envejecen, porque les aseguro que las mujeres normalmente constituidas podemos prescindir de muchas cosas, pero no de la amistad, y eso con los años se acentúa, cosa que no les pasa a los hombres, que según envejecen se van olvidando de sus amigos, los llaman poco y los ven de higos a brevas excepto si son aficionados al fútbol, practican juntos algún deporte o simplemente juegan a las cartas.

Viene al caso toda esta perorata no sólo por el cartel anunciador del espectáculo de patinaje, sino por el chorreo de títulos editoriales que veo en las últimas semanas que tienen como tema central la amistad femenina y el dolor que puede provocar su pérdida (que no lo dudo) solo superado este asunto por los libros con monjas, de monjas escandalosas y retorcidas e incluso con monjas detectives. Lo de las monjas me cuesta entenderlo porque a su estudio yo ya les dediqué unos años y a nadie parecía interesarle aquello; lo de las amigas no, porque las amigas son la tabla de salvación cotidiana, indispensable en una fase de la vida en la que las otras tablas de salvación van escaseando y perderlas puede ser tan dramático como perder un amor porque ¿qué sería de nosotras sin nosotras? Conozco mujeres que se han repuesto más rápidamente de un divorcio que de la pérdida de una amiga. Lo que no conozco son mujeres sin amigas, aparte de las princesas de Disney y, a estas alturas, tampoco creo en la magia de estas últimas, que en la de mis amigas sí. Y como tema para un libro, pues hasta lo veo.

Concha TORRES

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