Con una espléndida presentación de la profesora Paqui Noguerol, Pilar Fraile llenó de público la librería Letras Corsarias
Son las presentaciones de la investigadora y profesora Paqui Noguerol un ejemplo de rigor, cercanía, gracia y arquitectura. Una arquitectura que construye el edificio para que entre el lector a disfrutar de las páginas de los libros que, sin desvelar en absoluto, analiza antes de darle voz al autor, auténtico protagonista del acto. Y es la escritora salmantina de Puente Congosto, Pilar Fraile, quien escucha atentamente a la profesora andaluza radicada en Salamanca antes de dirigirse a este público que abarrota la librería pese a ser un sábado de temperaturas veraniegas que piden calle y terraza.
Recuerda Noguerol que estamos en un espacio Premio Nacional a la Promoción Cultural, Letras Corsarias, que hoy recibe a una autora cuya trayectoria constante empieza a reconocerse gracias a la narrativa. Ensayista de fuste, columnista, profesora, investigadora, Pilar Fraile es para ella sobre todo una poeta que cuida la palabra, cuida los silencios, la elipsis, así como una narradora que ha construido una novela de grandes personajes, perspectivismo excelente con la que criticar la sociedad de nuestro tiempo. Una sociedad en la que nadie ni nada tiene respuestas y donde Fraile muestra, como en una fábula cruel, una alegoría perfecta donde aparecen el bosque, el lobo y el niño perdido, narrada con un estilo seco, conciso y duro, una temperatura “muy fría” y unas imágenes que merecen serie y cine.
Es Pilar Fraile una mujer de la tierra, afirma que se crio en el Alto Tormes y conoce las crecidas del río, la fuerza de una naturaleza que no salva ni sirve para que los habitantes de la ciudad se sientan bienvenidos. Su ironía, su lucidez y su penetrante inteligencia se sirve del reglamento de la Caza de Castilla y León para estructurar su novela, esa de diálogos rápidos y personajes poderosos entre los que destacan Jana, la protagonista enfrentada a los problemas y a la falsa idea de que la naturaleza salva, la comisaria que levanta la estructura del “noir rural” y el Manco, ese hombre de campo que vive en el conocimiento del río y que habla poco. El furtivo que sabe y que es el más cercano al inocente de la historia, ese niño con el que Noguerol quiere acabar su acercamiento a esta novela prodigiosa. Una novela que es crítica social, en la que río, montaña y campo no son solo ambientación, sino personaje más que palpita, deja en suspenso al lector y envuelve la trama con la magia del lenguaje de esta poeta consciente.
Ante ese público que descubre a una Pilar Fraile, primera mujer en ganar el Premio de la Crítica de Castilla y León, esa Pilar Fraile irónica, poética, feroz, serena y fuerte a la hora de analizar la sociedad en la que vivimos, una sociedad polarizada (su visión de animalistas contra cazadores es prodigiosa) y de espaldas a la naturaleza a la que ve de forma ideal como un espacio de falsa sanación, de infantilizada moda. La afilada mirada, tan hermosa, tan penetrante, de Pilar Fraile nos devuelve envuelto en la magia de la belleza del lenguaje y la pericia de la composición de la novela, una historia que es el germen de todo relato fundacional, de toda tragedia griega: la pérdida de la inocencia. Una inocencia desgarrada. Una novela que merece lectura detenida, y una autora a la que seguir con orgullo de lo nuestro. Paisaje de belleza y de fuerza agreste, la del Alto Tormes, la de Pilar Fraile.
Charo Alonso.
Fotografía: Chema García.