¡Alto el fuego, que pare la masacre! Es el grito que gran parte de la humanidad estaba dando ante el genocidio que se venía cometiendo en Gaza. El alto el fuego entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza entró en vigor el mediodía del viernes, 10 de octubre, tras la aprobación por ambas partes, con matices, del plan de veinte puntos presentado por el presidente de los Estados Unidos.
Donald Trump se atribuye ser el artífice del alto el fuego y así ha sido, junto con otros negociadores internacionales y, sin duda, por la presión de la ciudadanía en las calles. Pero no es menos cierto que Estados Unidos con su veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) había vetado hasta en seis ocasiones, durante los dos años de la escalada del conflicto, las propuestas de la ONU para un alto el fuego en Gaza.
Dada la desastrosa e insoportable situación, es una excelente noticia que, al menos sobre el papel, hayan cesado las hostilidades. Aunque el alto al fuego no significa que haya paz. Según todas las ONG, Gaza es un lugar inhabitable, en el que no hay agua potable, ni luz, ni hospitales, ni viviendas y, en esas condiciones, no puede haber paz ni justicia. Estamos muy alejados de un acuerdo de paz, tal y como se ha pretendido vender. Un acuerdo para la paz se firma entre enemigos o partes contendientes, léase Israel y Palestina y con unos compromisos puntuales tendentes a buscar y encontrar las soluciones a las causas que originan el conflicto.
De momento, solo se está intentando implementar la primera fase del acuerdo, que conlleva el alto el fuego propiamente dicho, el intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos y la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Y decimos que se está intentando porque el acuerdo no se está cumpliendo. Como cabía esperar que sucediera, ambas partes del conflicto interpretan e intentan aplicar el acuerdo a su manera. Cosa distinta hubiera sido que quien se ha erigido como árbitro, Trump, hubiera dejado sobre el terreno observadores y los recursos necesarios para hacer cumplir lo acordado, evitar el desorden e iniciar la recuperación.
A saber y cuando ya han pasado siete días de la entrada en vigor del alto el fuego, continúa habiendo un fuego que genera muertos todos los días. Los conflictos internos entre Hamás y las facciones gazatíes están dejando víctimas de ejecuciones sumarísimas y los ataques israelíes han dejado 23 muertos y 122 heridos tras los acuerdos. La agencia de noticias palestina WAFA ha indicado que las tropas israelíes abrieron fuego contra un grupo de niños mientras jugaban al fútbol en un centro educativo, resultando muerto uno de ellos. Israel ha afirmado que sus acciones no suponen violaciones del acuerdo y ha resaltado que sus tropas se han limitado a responder contra "sospechosos" que se habrían acercado a ellas.
El acuerdo de alto el fuego llevaba aparejado el inicio de un proceso de liberación de los rehenes israelíes (vivos y muertos) secuestrados durante los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023, que dejaron unos 1.200 muertos y cerca de 250 secuestrados. Muchos de esos rehenes ya se habían liberados y, tras el acuerdo, Hamás ha liberado a los 20 rehenes vivos y ha entregado 10 cadáveres, con discrepancias sobre la identidad de uno de ellos. La recuperación total de los cadáveres será un asunto complejo, compartimos con Pierre Krähenbühl, director del Comité de la Cruz Roja, que “Es difícil estar seguro de la identidad de los restos mortales en una Gaza devastada”. Confiemos en que no se utilice como excusa para la ruptura del alto el fuego. Por su parte, Israel ha liberado a más de 1.900 palestinos que estaban en sus prisiones y ha entregado 120 cuerpos de palestinos muertos durante su ofensiva sobre Gaza.
Por lo que se refiere a la entrada de la ayuda humanitaria, Israel no ha procedido a autorizar su paso a Gaza en los niveles acordados. De hecho, hay pasos fronterizos básicos para la entrada de esa ayuda como el de Rafah que aún no han sido abiertos.
En cuanto a la salida del ejército israelí de Gaza, este se ha replegado, pero quedándose en más del 50 % del territorio de la Franja, cuyo espacio, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han comenzado a marcar con una “línea amarilla”, para determinar por dónde pasa la línea de separación política y de seguridad", dónde se encuentran las fuerzas israelíes, que "responderán con fuego" a cualquiera que la cruce, ha comentado el ministro de Defensa israelí, Israel Katz.
La realidad es que, a siete días de la firma del alto el fuego, por una causa o por otra, sigue habiendo más de dos millones de personas en peligro en Gaza, entre ellas, más de 71.000 casos de desnutrición aguda en niños, apunta la ONG humanitaria “Acción contra el Hambre”, la hambruna y la muerte sigue campando a sus anchas por aquellos lares.
En las guerras nadie de los directamente implicados sale ganando porque, independientemente de sus resultados, dejan tras de sí mucha destrucción y sufrimientos. Sería bueno que tuviéramos en cuenta la reflexión del gran emperador y filósofo estoico Marco Aurelio quien creía que “El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele”. El estoicismo viene a decirnos que lo que hagan los demás está fuera de nuestro alcance. Está en nuestra propia actitud la mejor forma de equilibrar la justicia y cobrarnos la venganza, sin vulnerar los derechos humanos ni atentar contra la vida de los demás.
Ojalá que este tercer alto el fuego entre Israel y Hamás dure más que los dos anteriores, el primero en noviembre de 2023 que duró seis días y el segundo en enero de 2025 que duró 58 días, y que sea el primer paso para seguir el camino de una paz justa y duradera.
Les dejo con Paz, Paz, Paz, de Juanes:
https://www.youtube.com/watch?v=OIfVZrYf_jc
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 17 de octubre de 2025
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