Un estudio publicado en el grupo Nature revela cómo una cepa de Rhizobium, aislada de raíces de mora, no solo aumenta la producción de frutos en un 129%, sino que mejora sus propiedades antioxidantes, protegiendo contra el estrés oxidativo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Salamanca ha logrado un avance significativo en la lucha contra el estrés oxidativo, un factor clave en el envejecimiento y en el desarrollo de enfermedades cardíacas y neurodegenerativas. El trabajo, dirigido por el catedrático de Microbiología Raúl Rivas y publicado en la prestigiosa revista npj Science of Food del grupo Nature, demuestra el potencial de los bioinoculantes bacterianos para mejorar la calidad de los alimentos y, con ello, la salud.
La investigación se centra en cómo ciertas bacterias pueden actuar como bioestimulantes para las plantas, incrementando no solo su producción, sino también su valor nutricional y antioxidante. El objetivo, según explica a Comunicación USAL el catedrático Raúl Rivas, director del Grupo de Investigación Interacciones Microbianas, es revelar “el papel de los bioestimulantes bacterianos en el incremento de la producción de frutos y en la mejora beneficiosa para la salud”.
El punto de partida del estudio fue el aislamiento y caracterización de una cepa bacteriana del género Rhizobium, encontrada en las raíces de plantas de mora. Los científicos, pertenecientes al Grupo de Investigación Interacciones Microbianas y al Grupo de Investigación en Polifenoles de la USAL, identificaron que esta cepa poseía notables propiedades para promover el crecimiento vegetal.
Para probar su eficacia, los investigadores inocularon ejemplares de mora con la bacteria. Los resultados fueron contundentes y demostraron un impacto directo tanto en la cantidad como en la calidad de la cosecha:
Aumento de la floración: Se registró un incremento del 128% en la floración de las plantas tratadas en comparación con las que no recibieron la bacteria.
Incremento en la producción de frutos: La producción de moras aumentó en un 129%, más del doble que en las plantas de control.
Además del rendimiento, el análisis de los frutos reveló una mejora sustancial en su composición. Las moras de las plantas inoculadas presentaron “un aumento significativo en compuestos fenólicos clave, como la cianidina-3-O-glucósido y la sanguiina H6”, subraya Rivas. Estos compuestos son ampliamente conocidos en la comunidad científica por su potente actividad antioxidante, antiinflamatoria y anticancerígena.
Para evaluar el impacto real de estos frutos mejorados en un organismo vivo, el equipo utilizó el nematodo Caenorhabditis elegans. Este gusano microscópico es un modelo animal de gran valor en la ciencia, empleado habitualmente en investigaciones sobre envejecimiento y enfermedades como el alzheimer, el parkinson o la diabetes, debido a que comparte rutas genéticas con los humanos.
Los nematodos fueron expuestos a extractos de las moras procedentes de las plantas inoculadas. Los resultados mostraron que estos individuos tenían una supervivencia significativamente mayor bajo condiciones de estrés oxidativo simulado, lo que sugiere un claro efecto protector contra el daño celular.
El efecto protector no fue solo una observación, sino que pudo ser medido a nivel genético. El estudio confirmó que la mejora en la supervivencia se correlacionaba con la sobreexpresión de dos genes específicos en el nematodo:
gen skn-1: Vinculado directamente con la longevidad.
gen hsp-16: Relacionado con la resistencia al estrés oxidativo.
Este hallazgo confirma que los compuestos antioxidantes presentes en las moras mejoradas activan mecanismos de defensa celular a nivel genético. El estudio abre así nuevas vías para el desarrollo de prácticas agrícolas más sostenibles que, mediante la aplicación de bioestimulantes bacterianos, permitan producir alimentos más saludables con beneficios directos tanto para el agricultor como para la salud del consumidor.