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Fragmentario, los cuentos del vallisoletano Rodrigo Martín Noriega deslumbran y sorprenden
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Los libros son para el otoño

Fragmentario, los cuentos del vallisoletano Rodrigo Martín Noriega deslumbran y sorprenden

Actualizado 26/09/2025 10:18

La editorial de Valladolid DIFÁCIL publica el último libro de un autor capaz de crear mundos insólitos.

Una editorial, de las pocas que nos quedan, de la tierra, comprometida no solo con la buena literatura, sino con las gentes de aquí. Y un autor de una humildad sorprendente, y lo afirmo desde el privilegio de conocerle personalmente: como profesor de secundaria entregado y sabio, como escritor sobresaliente y sobre todo, como persona de una calidad humana que se nota en su literatura. Una literatura que los lectores reconocemos como grande. Desde que ganara con La variable humana el premio de novela corta de la Fundación Monteleón, en el 2012, la voz narrativa de este autor fascinado por el cine nos ha entregado piezas tan notables y reconocidas como su recopilación de cuentos Relatos sobre las demás cosas, una antología de cuentos, muy relacionada con esta que nos ocupa, que le valió el Premio Miguel Delibes de narrativa en el 2017. La trayectoria de Rodrigo es lenta y constante, nunca apresurada ni sujeta a las leyes del mercado. Su novela La estación de los vientos, mezcló el paisaje montañoso, la fantasía y el realismo más crudo de esa España vaciada que ahora relatan Pilar Fraile y Marta del Riego Anta, pero el paseo por la tierra desolada teñida de fantasía, ya lo recorrió Rodrigo, que después, se decantó por el desencanto político de los años sesenta con otra novela breve, Wisconsin. Escribe cambiando de tema y sin abandonar el relato del que es un consumado maestro, recordemos que otra editorial de la tierra, Castilla Ediciones, tuvo entre sus filas un conjunto de cuentos suyo sobresaliente, Inventario.

Lean a Rodrigo Martín Noriega. Nunca se repite aunque es cierto que hay constantes que vertebran su escritura sobre todo en lo breve: el gusto por lo fantástico, por la ciencia ficción que se articula tan bien en lo real que desasosiega al lector, le sorprende, le rompe las coordenadas. En el inventario y fragmentario de sus cuentos, así como en los relatos con los que participa generosamente en proyectos corales, desarrolla Martín Noriega su gusto y talento por lo bueno del cuento: concisión, sorpresa, deslumbrante brevedad que nos deja colgados de sus palabras. Lean los cuentos de Rodrigo Noriega y lo entenderán, juega como Poe con lo fantástico, ofrece el giro inesperado como un Stephen King dotado de la herramienta insólita para perturbar. La ciencia ficción en él es puro juego, un juego donde ruedan las cajas, los ojos de cristal, los conceptos matemáticos que tanto le gustan aplicados a la economía, los mundos alternativos, lo que puede suceder y no existe… y todo sin salir de la realidad, esa, que en la pluma de Rodrigo, tiene tantas aristas, las mismas donde se atreve con una crítica a los que mueven el mundo, a los poderosos.

Les voy a confesar una cosa, no me gusta leer ciencia ficción y ciertos relatos me perturban desagradablemente… pero cuando Rodrigo trenza lo real con esa realidad alternativa que es como un precipicio a lo largo de sus renglones, cuando sus niños se pierden en la oscuridad para encontrarse con la mirada de sus padres (lean el deslumbrante “El umbral”, con el que, paradójicamente, cierra el libro) siento que estoy en terreno ya no de ciencia ficción, sino de espléndida literatura. Literatura con mayúsculas, capaz de perturbar, sorprender, jugar, rizar el rizo de la lo paralelo, lo aterrador que no da miedo, sino que nos pone al borde de un abismo al que ya deseamos mirar. Y todo con una sutileza que deslumbra, como si no le costara trabajo, como si todo fuera fácil para el autor, como si nada. Inquietante y habitante de un terreno que solo a él le pertenece, afirma el escritor y crítico del ABC José Ignacio García de la prosa de Noriega. Una mezcla de mundo insólito, delirio futurista, realismo que inquieta, como también apunta el editor de este libro sorprendente… una muestra más de su talento como autor y sobre todo, de su absoluta pericia con el relato. Un libro que no puede pasar desapercibido y con el que inauguramos el otoño, porque los libros, también son para el otoño, y este, mucho más, eso sí, no digan que nos les avisé del riesgo que entraña abismarse en su misterio.

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Charo Alonso.