Carme Riera recorre cincuenta años de vida literaria en su último libro

La última vez que vi a Carme Riera fue en la Feria del Libro salmantina, con nuestra magnífica Isabel Sánchez. La autora mallorquina impresionaba de nuevo con esa elegancia sosegada, esa belleza atenta y ese discurso suyo sabio y nada pretencioso. Muchos años antes, cuando estudiaba el último curso de Filología, la había entrevistado en su propia casa barcelonesa, donde nos citó porque cuidaba a su hija pequeña, un lugar acorde con esa armonía suya en el que se atisbaba tras la puerta abierta, su despecho lleno de libros y mesa ocupada. Investigadora de la Generación de los 50, especialista en Goytisolo, en Gil de Biedma, en la Escuela de Barcelona, traductora, poeta, narradora, Premio Nacional de las Letras Españolas y miembro de la Real Academia, Carme Riera entonces y más tarde, en Salamanca, parecía atenta a su propio ritmo. Tenaz y constante como las olas del mar que siempre aparecen en su obra mediterránea.

Porque Carme Riera nació en Mallorca y se crio con una abuela que le contaba historias y que no dudó en relatarle la odisea de los descendientes de los judíos de la isla, a quien aún se vilipendiaba. Es el argumento de una de sus novelas El último azul, que evoca en este breve libro para finalizar el verano que acaba de publicar Alfaguara, Gracias, en el que la autora, con enorme sinceridad y sencillez, habla de toda su obra. Una obra iniciada tras la publicación, hace la inmensidad extraña de cincuenta años, de un largo cuento que fue toda una piedra de toque “Te dejo, amor, el mar como una ofrenda”.

No podemos imaginar, en estos tiempos actuales, lo que supuso la exquisita, poética historia del amor de dos mujeres en la pluma bellísima de Carme Riera. Cuando llegó a mis manos esta joya, guardé el deseo de hablar con aquella escritora portentosa que había hablado del desamor con tanto acierto como lo haría en su “nouvelle” cuasi perfecta donde criticaba el mundo literario Cuestión de amor propio. Pareciera que todo lo que escribía Carme Riera estaba tocado por la belleza del lenguaje, la claridad, la sonoridad, la intensidad de lo narrado. Y eso que no la leemos en su propio mallorquín. Durante los años en los que me he dejado mecer por sus olas y renglones, nunca me ha defraudado y nada me hubiera gustado más que ser su alumna, asistir a sus, seguramente, fantásticas clases de literatura española.

Carme Riera publica ahora un emocionado paseo por toda su obra. Se define como una “profesora que escribe, escritora que da clases”, y mantiene su prosa personal plena de verdad y de belleza. Ya sea biografiando a un personaje tan extraño como Carmen Balcells, editando los diarios de Carlos Barral, o recorriendo su propio embarazo en el diario tan recomendable y emotivo como Tiempo de espera, Riera es dueña de una prosa deslumbrante. Es sencillamente magnífica, incluso cuando aborda el género negro en lo que supone una cierta concesión a los tiempos que yo entiendo como un juego particular, una apuesta consigo misma. Ella es así, aborda con valentía todos los retos que se propone y trabaja, trabaja, trabaja… y recorre su trabajo en este bello libro, tan sencillo de leer, tan sincero, tan clarificador de lo que es el hecho de escribir, publicar, vivir en el eco de la literatura. Carme Riera nos ha dejado no entrever la intimidad de su trabajo, sino entrar abiertamente en los anaqueles de su despacho. Y lo disfrutamos admirados aquellos que la hemos leído también con constancia, de ahí que ante este hermoso y breve título también le digamos emocionados: gracias.

Charo Alonso.