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Con calzador
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Con calzador

Actualizado 19/09/2025 07:56

Observar tiene, al menos, una ventaja, y es que se puede aprender para extraer algunas conclusiones de por dónde van los tiros en algunos aspectos en la sociedad actual.

También tiene una gran desventaja, pues en bastantes ocasiones decepciona ver lo que se avecina.

En este verano un gran porcentaje de personas han decido no ducharse antes de entrar en las piscinas compartidas con otros ciudadanos, lo que no se logra explicar, pues atenta contra cualquier pauta básica de higiene, además de ser una falta de respeto y consideración hacia los demás. Se producen, además, constantes desobediencias a las personas encargadas de socorrer en caso de que exista un problema, precisamente cuando la regla es por prevención (por ejemplo, no tirarse de cabeza en zonas en las que el agua no tiene suficiente profundidad, para evitar importantes lesiones). Incluso algunos padres y madres se tumban, todo lo largos que son, poniendo cara de sorpresa al ser recriminados por otra norma (¡ay, las normas!) que evita que adultos sumerjan algo más que los pies en piscinas de bebés mientras cuidan el baño de sus hijos (para evitar contagio de enfermedades de adultos a niños).

Podríamos añadir otras cuantas transgresiones, a cuál más grande, en otras esferas. No usar intermitente al girar con el coche se queda pequeño. La moda ya no es aparcar en segunda fila, sino en tercera (¿dentro de poco será en cuarta?), y una amplia gama de diferente intensidad hasta ocupar aparcamientos propiedad de otras personas o, incluso, viviendas.

Da igual la ciudad, el pueblo, la comunidad autónoma… El origen, la procedencia, el lugar, la clase social, económica o cultural. La transgresión parece ser el único mandamiento. Lo que sorprende aún más es escuchar a un padre decir a su hijo de ocho años cuando éste le recuerda que no se puede tirar de cabeza en la piscina: “Sí se puede, hijo, lo que pasa es que no te deja. Pero te puedes tirar cuando no te esté mirando”. Es como decirle: “Si no quieres comer, no comas; tira la comida a la basura cuando no te veamos”. “No hagas los ejercicios de Matemáticas; si el profesor no te ve, no pasa nada”. “No hagas el stop si el policía no está mirando”. “Llévate el dinero cuando no te vean”. “No vayas al trabajo si no está la jefa”. Y un largo etcétera.

La mayoría de los ámbitos de nuestra vida se regulan con hábitos, pautas y reglas: La convivencia familiar, académica, laboral, social,… la salud, la justicia, la circulación vial, la educación… Las normas se asimilan desde la infancia, y van creciendo en trascendencia a medida que vamos cumpliendo años y asumiendo otras responsabilidades.

Los pequeños aprenden cientos de cosas a lo largo de un verano a través de sus múltiples experiencias y convivencias que les hacen crecer y enriquecen su equipaje. Al comenzar el curso escolar, los niños y niñas tienen que ir volviendo a retomar algunos hábitos que se suelen relajar en el periodo veraniego. Pero para muchos de ellos, las normas no han existido, y les costará “entrar en cintura”.

Cualquier aprendizaje exige, además de mucho interés, buenas dosis de atención, concentración, reposo… Así como una gran cantidad de pautas y normas, no solo de convivencia en los recreos y en clase, sino también para atenerse a formas de hacer: la página, el margen, el renglón, la letra con sus características, con sus trazos arriba y abajo, las palabras con sus nombres, los números con sus lugares, las operaciones con sus signos… Las derivadas con sus formas de resolver, las traducciones con sus significados, el sistema periódico con sus valencias…

Normas, pautas, rutinas, que ahora tendrán que retomar los profesionales de la enseñanza. Uno de los retos de la educación es seleccionar qué conocimientos, competencias, valores y hábitos transmitir y generar en el alumnado, pues lo que hay que aprender aumenta a un ritmo frenético.

Pero parece aún más prioritario incidir en las normas, para compensar todo lo que algunas familias han dejado de pedir a sus hijos. Normas que tendrán que ir haciéndose cumplir casi “con calzador” para afrontar un curso fructífero.

Mercedes Sánchez

La fotografía es de José Amador Martín, a quien se la agradezco

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