La afectada denuncia la "total falta de información" y sospecha que "la aerolínea demoró el proceso deliberadamente para eludir su obligación de alojar a los cientos de pasajeros"
Lo que debía ser el final de un viaje se ha convertido en una auténtica odisea para cientos de pasajeros, entre ellos la salmantina Paula. Un vuelo de Air Europa que conectaba Colombia con España, programado para las ocho de la noche (hora local), se ha transformado en una pesadilla marcada por la "desinformación" y la "sensación de abandono". Según explica a SALAMANCArtv AL DÍA, la gestión de la aerolínea ha sido nefasta, con la sospecha de que la compañía demoró deliberadamente la cancelación para eludir sus responsabilidades: "Yo, sinceramente, creo que se lo sabían desde el principio que no íbamos a poder volar y que estaban alargando la espera, o sea, retrasándolo, retrasándolo, retrasándolo para no tener que que alojarnos en un hotel".
La cadena de despropósitos comenzó a la una de la tarde, hora colombiana, cuando los pasajeros recibieron un correo electrónico notificando que el vuelo se retrasaba cuatro horas, hasta la medianoche. A pesar de la molestia inicial, los viajeros acudieron al aeropuerto, donde se toparon con el primer obstáculo: la nada. "Vamos a información pues para informarnos un poquito y abría a las tres y media, bueno pues a las tres y media no había nadie, a las cuatro y media no había nadie, a las cinco no había nadie", explica Paula.
La primera comunicación en persona llegó con la promesa de que a las ocho de la noche se abriría el mostrador de facturación para entregar vales de comida. Sin embargo, la realidad fue una "cola de 200 millones de personas", según describe la afectada. Ante el temor de no superar a tiempo el control de inmigración, un proceso a menudo lento, Paula y muchos otros decidieron renunciar al vale, quedándose sin comida ni bebida.
A las doce de la noche, con el avión aún en tierra, llegó la siguiente noticia: el vuelo se posponía hasta las dos de la madrugada. En ese momento, Paula decidió tomar la iniciativa y llamar directamente a Air Europa. "Le he dicho que no hay nadie para informarnos en la puerta de embarque, que mucha gente no hemos cogido el ticket para la cena y que no nos están dando ni agua ni nada para comer, que me parece absolutamente injusto", relató en su llamada.
Sorprendentemente, su queja tuvo un efecto inmediato. Fue llamada por megafonía para recibir un bono de comida, un gesto que solo se extendió al resto de pasajeros después de su intervención. "Ha sido porque hemos llamado, si no, ellos no, allí no hacen nada", sentencia con rotundidad.
La tensión en la puerta de embarque crecía, con niños pequeños y personas mayores, como una señora en silla de ruedas que "hacía un frío que te mueres, la señora con guantes de lana". La presión obligó a la compañía a enviar a tres empleadas que, según Paula, "no podían gestionar absolutamente nada porque no eran responsables".
Finalmente, llegó una explicación oficial: "Nos dice que es que fallaba una pieza, que la han tenido que pedir, que el avión estaba en reparación y que tienen que venir varias personas a certificar que el avión puede volar". Con esta justificación, la nueva hora de salida se fijó para las cinco de la mañana. Sin embargo, esta versión no convenció a los afectados, que insistían en su derecho a la información. La sospecha de una estrategia para evitar costes era la creencia generalizada.
Ante las quejas cada vez más "exaltadas" de los pasajeros, Air Europa finalmente cedió y comenzó a gestionar la reubicación en hoteles. Paula y sus dos compañeras, al no haber facturado equipaje, fueron de las primeras en ser atendidas y consiguieron un buen hotel y un vuelo para el día siguiente.
No obstante, la desorganización continuó. "Hay gente que dice que no le han dado hotel, no sé si es porque no se han enterado dónde tenían que ir, porque no te daban absolutamente ninguna información", lamenta Paula. El caos ha dejado a muchos en una situación de total incertidumbre: "Hay gente que va a volar mañana, gente que va a volar pasado y gente que no tiene ni idea".
Para esta salmantina y el resto de los afectados, la conclusión es desoladora. Más allá del cansancio y los planes frustrados, la peor parte ha sido la gestión de la aerolínea. "Vamos, lo peor yo creo que ha sido la falta de información y que yo creo que ellos sabían desde el principio todo lo que estaba pasando y que no se iba a volar", concluye ya desde España.