, 07 de diciembre de 2025
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El parto de los montes
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El parto de los montes

Actualizado 25/08/2025 09:56

A quienes peinamos canas y no estamos obligados a glorificar consignas ajenas será muy difícil que alguien venga a convencernos de que el cambio climático es culpable de todos nuestros males. De algunos sí, pero en esos casos el verdadero culpable es el hombre. El clima, como el contorno de los mares y continentes, el aumento de la superficie que ocupan los desiertos, las temperaturas medias, etc., no son algo inmutable, pero su variación no puede cotejarse por décadas. Calor asfixiante en verano, temperaturas gélidas en invierno y años secos intercalados entre otros de abundantes lluvias, han existido siempre. Tampoco se debe afirmar que los episodios actuales son siempre más graves que los de antaño. Siempre hemos conocido incendios, inundaciones y, por supuesto, desgracias personales. Lo que sí ha cambiado es el medio ambiente, fruto del excesivo aumento de CO2 en la atmósfera y el empleo exagerado de los plásticos, con lo que la contaminación ha invadido continentes y océanos.

Hay colectivos empeñados en transformar el medio rural en una especie de templo ecologista para lo cual no dudan a la hora de asfixiar a labradores y ganaderos, o proponer leyes que, en la práctica, impiden la conservación de los montes. En el caso concreto de los incendios, y principalmente fuera de los núcleos urbanos, parece que los Gobiernos, y muchos de los medios de comunicación, están pasando de puntillas sobre la certeza de que un porcentaje demasiado elevado de estos incendios son intencionados, El resto son espontáneos; un pequeño porcentaje por el aparato eléctrico de alguna tormenta y todos los demás por el abandono del suelo en el que comienzan. Antes de discutir sobre cómo apagar los fuegos, es preciso tomar medidas para que no comiencen y puedan llegar hasta lugares habitados.

España siempre ha sido generosa en bosques -más que el hombre-; es decir, hace cien años había más superficie ocupada por el monte, pero los incendios también eran cien veces menos numerosos que en la actualidad. La razón es muy simple: el ámbito rural estaba más poblado y había más ganado en régimen extensivo. Como no había calefacciones distintas a las de leña o carbón, y los habitantes explotaban la leña sobrante de la tala y poda de árboles, el monte estaba más limpio y la hierba que crecía fuera de los espacios cultivados era consumida por ovejas y cabras. Ahora, muchos habitantes han cambiado los pueblos por las ciudades, hay menos mano de obra y ha aumentado la superficie abandonada. La España rural ha sido ignorada. La masa combustible ha desbordado al hombre y los incendios son muy difíciles de controlar. Si a todo ello unimos la incorrecta planificación a la hora de urbanizar zonas forestales, habremos añadido el riesgo de poner en peligro vidas humanas.

Llegados a una situación tan crítica como la actual lo mínimo que se puede exigir a la clase política es afrontar el problema con rapidez, igualdad de criterios y unión de esfuerzos para alcanzar la debida eficacia. Echar toda la culpa de los incendios al cambio climático es, en primer lugar, una burla a sus víctimas, pero también supone olvidarse de que nuestra historia también se ha escrito en nuestros pueblos y en nuestros montes.

Estamos hastiados de tanta promesa hecha ante los damnificados -casi siempre demasiado tarde- que se quedan en la nada. No es extraño que el máximo responsable de las catástrofes más graves -ese que Vd. piensa- no quiera hacer acto de presencia en los distintos escenarios para evitar el rechazo que sufre a diario por todos los que se sienten engañados -incluidos no pocos de los que le han votado.

Por desgracia, nuestro Gobierno está en manos de ineptos y malas personas que, para más inri, se apoyan en los que odian a España. Así lo vamos a tener muy difícil porque tampoco están dispuestos a asumir alguna responsabilidad. Ante cualquier crítica a su actuación responde con la salida en tromba de todo el staff gubernamental y los medios de comunicación de estómago agradecido. Lo hizo con el covid, La Palma, la dana y ahora toca los incendios. Son expertos en echar balones fuera y están aprovechándose de los incendios para colocar una cortina de humo.

Para no cambiar de política, Sánchez se sacará de la chistera un nuevo conejo: esta vez se trata de un “Consejo de Estado contra la emergencia climática”. Le ha faltado añadir “y de los grandes expresos europeos”. Visto el éxito de sus comités de expertos, su resiliencia, los parados discontinuos, el progresismo marcha atrás y la economía de champions, debemos dormir tranquilos porque no serán necesarios ni los bomberos, ni la UME. Ahora se impone como único medio la escoba. Eso de eliminar prohibiciones y sanciones, cambiándolas por más ayudas y una legislación más severa contra los pirómanos, eso es fachosfera. Lo que ofrece es “El Parto de los Montes”

Hablando de Pactos de Estado, ¿Qué ofrece Sánchez a la oposición para que acepte este nuevo conato de tomarle el pelo? Porque todos los que han intervenido en el actual Pacto de Gobierno han salido con prebendas que nunca esperaron. Si no hubiera pasado por el aro, ahora no estaría en La Moncloa. Pues eso mismo es lo que pretende la oposición y quienes están decididos a conseguirlo.

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