Sábado, 06 de diciembre de 2025
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Fernando Pinto: “los mayores me han enseñado mucho, peñarandinos y peñarandinas de los que, a base de callarme y escuchar, forjaron mis títulos más importantes”
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PREGÓN 2025

Fernando Pinto: “los mayores me han enseñado mucho, peñarandinos y peñarandinas de los que, a base de callarme y escuchar, forjaron mis títulos más importantes”

Actualizado 20/08/2025 16:42

Reproducimos su pregón íntegro

Peñarandinos y peñarandinas, vecinos, amigos, familia, cortes de honor, peñistas, autoridades, excelentísima alcaldesa… ¡muy buenas noches!

Los antiguos pregones de Peñaranda, comenzaban a toque de cornetilla, prohibían verter aguas sucias desde los balcones y las ventanas, prohibían escupir en el suelo, hacer aguas menores y mayores e imponían a quienes no lo respetasen una multa de 5 pesetas. Además, estos anunciaban la recepción de mercancías por parte de sus comerciantes, como la pesca, la carne o la fruta.

Tras revisar los últimos 30 pregones de esta ciudad, impartidos siempre por ilustres representantes del panorama jurídico, literario, filosófico, deportivo e institucional de Peñaranda, me pregunto que se le habrá pasado a nuestra alcaldesa por la cabeza a la hora de tener a bien encomendarme a mi tan excelso honor.

Pues bien, el que se dirige a ustedes, o a vosotros (permitidme el tuteo) no es más que un peñarandino, que tuvo y tiene la suerte de poder hablar y actuar en LIBERTAD. Como dicta mi curriculum, soy economista, probablemente el primero en tener este privilegio (no lo sé), por lo que, dado a que me dedico a la que se consideró como una ciencia lúgubre durante el siglo XIX probablemente pueda no parecerles excesivamente divertido.

A mis treintaitantos, con un prurito de humildad, echo la vista atrás y, parece que fue ayer..

Parece que fue ayer cuando en esta misma plaza (la de la Constitución), donde tuve la suerte de crecer (aunque ya podéis observar que no mucho), el pequeño de una gran familia, comenzaba a interesarse por los vaivenes propios de los intercambios comerciales que se sucedían en este mismo escenario, mi plaza.

Al compás de los cuchillos sobre los tajos, las máquinas de serrar huesos y las embutidoras comenzaban mis 365 días del año. Pero… cuanto ha cambiado todo. Solo tenemos que observar a nuestro alrededor y preguntarnos por el comercio y es que, hoy día, no podría cogerle prestados cacahuetes a María la del Serrano, ni ser embalado en cajas de Cartón en Sitva, ni siquiera vender cupones de la ONCE en Automóviles El NOTARIO o satisfacer mis niveles de glucosa con una pantera donde LALI.

Queridos vecinos, como economista resulta muy difícil abstraerse de la preocupación que subyace de la transformación de nuestra querida ciudad y sus municipios aledaños; pues para los jóvenes de mi generación la inexistencia de oportunidades laborales o de servicios públicos básicos de calidad convierten en muchas ocasiones los municipios de menos de 10.000 habitantes en eriales de pobreza y desigualdad.

Históricamente, Peñaranda ha sido cruce de caminos, villa de mercado, lugar de intercambio, es decir, se ha considerado un referente en el ámbito del desarrollo económico y social. Me pregunto ahora si sigue siéndolo… y es que, decía San Agustín, que “Cuando me analizo me deprimo, pero cuando me comparo me ensalzo”.

No debemos olvidar que el pequeño comercio es el motor del crecimiento ya que multiplica lo que cada uno es capaz de producir y lo hace gracias a algo tan sencillo como la especialización en aquello que cada uno de nosotros sabemos hacer mejor y en la confianza en los demás para el resto. Esta confianza, que no es otra que la libertad de intercambiar, ha sido el alma de Peñaranda desde sus orígenes. Por ello, en estos tiempos en que algunos dirigentes de distintos países del mundo hablan de levantar muros y poner barreras comerciales, conviene recordar que la prosperidad rara vez nace de cerrarse al exterior (imaginemos por un momento lo que supondría no poder comer patatas de Cantalpino o el jamón de Guijuelo y al mismo tiempo, que los habitantes de estos municipios no pudiesen disfrutar de nuestra preciada gastronomía).

Llegados a este punto y dejando la economía a un lado, me gustaría hacer una breve reflexión sobre lo que, a mi juicio y en mi opinión; ha aportado Peñaranda a mi vida. Mi vida no fue fácil desde el principio, pues nací y compartí seno materno con un carcinoma, padecí la crisis económica y laboral de 2007-2012, emprendí, fracasé, confié y me estampé (esto parece el credo) y sin embargo, el camino continúa, ahora sí, a unos pocos kilómetros de distancia y todo ello gracias al espíritu, la ambición y formación que me ha dado la ventaja de ser de Peñaranda.

Seré directo, lo prometo. Peñaranda ha sido y es mi ascensor social, es mi educación en lo personal y también en lo profesional. Los jóvenes de mi generación hemos tenido la oportunidad y la suerte de estudiar y aprender en colegios e institutos de primer nivel nacional, repito, de primer nivel nacional. Hemos tenido el privilegio de aprender música, literatura e informática en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (hoy CDS) y, aunque no me quito méritos, quiero dejar claro que esta ciudad no es solo un acento, un origen, una forma extrovertida de ser, es cultura, es educación y por ello es un verdadero orgullo para mí ser de Peñaranda.

Con todo esto, quiero decir, que tener el honor de ser peñarandino conlleva la posibilidad de partir con unas dotaciones iniciales en la competitividad ante el resto de los semejantes mayor, es decir, nos ofrece ciertas ventajas, las cuales bien aprovechadas, generan fruto, eso sí, no nos eximen de lo que son los ingredientes nucleares para ello; el trabajo y el esfuerzo.

El amor a esta, mi ciudad y mi casa es inseparable de la concepción de ella que me han transmitido en mi familia, pues yo he tenido la suerte de hacer mi vida junto a mis mayores, los que me han enseñado mucho, peñarandinos y peñarandinas de los que, a base de callarme y escuchar, forjaron mis títulos más importantes, esos que no aparecerán de forma directa en el curriculum pero que sin lugar a ninguna duda impregnan mi día a día. No puedo citar aquí a todos, pero como diría Marco Aurelio, de mi abuela María; la energía y la valentía; de mi tío y padrino; la constancia y el trabajo; de mi tía; la fuerza y la paciencia y de mi madre… ¿qué decir de mi madre? El servicio en la entrega absoluta a los demás, aunque en el intento tengas que dejarte la salud.

No debo olvidarme de los profesores que me enseñaron las letras y los números, o a leer y a escribir (Marí Carmen Dosuna o Marieli). Aquellos que me enseñaron música, Michel (aquí presente), José María Carles.

Ni siquiera de la paciencia de Marisa o “La Floren” quecon su infinita generosidad me aconsejaron y recogieron muchas veces los juguetes de un caprichoso Fernandito.

En los últimos años, los años de la satisfacción instantánea, la inmediatez, los likes, los haters y demás derivados de las redes sociales, en las universidades públicas cada vez son más los jóvenes y no tan jóvenes que encontramos en nuestras aulas con problemas psicológicos graves, con ansiedad, depresión y derivados, yo mismo lo he padecido y conviene no silenciarlo. En esta parte, son muy importantes los amigos, los confidentes, el sentimiento de pertenencia y por ello No puedo olvidarme aquí de todos y cada uno de los más de 30 socios de mi peña, LA FUSIÓN, esta peña no es más que una amalgama de particularidades y pluralidades que nos hacen ser únicos y divertidos y cuyo único objetivo o petición es que sigamos siempre igual de unidos.

Por lo tanto, Peñaranda es un batiburrillo de emociones que cuidar. Es una enseñanza continua que, con abstracción y dedicación, hace de sus ciudadanos personas integras, formadas, competentes y sobre todo; buenas.Cuando me encomendaron la tarea de ser pregonero me pregunté que había aportado yo a Peñaranda… la verdad es que no mucho, he sido más bien una pequeña garrapata que ha aprovechado su microestado bienestar para forjarme un futuro lo más tranquilo posible (bueno, lo de tranquilo es algo irónico). Mi apoyo a Peñaranda, a sus tradiciones desde la Asociación Taurina o la Semana Santa, como bien sabéis, no cesarán jamás, pues por muchos kilómetros que se pongan de distancia y por muy testarudo que uno sea, aquí estaré.

Para terminar, deciros que, los economistas no somos más que gestores de escasez, predictores del pasado y esto me ha hecho siempre sostenerme en la que es una de las máximas que pongo en mi vida diaria y que yo mismo escribí hace ya un tiempo y dice así:

“Poco se aprende de la abundancia, pues mata el inconformismo y cercena el desarrollo del ser humano y su libertad”

Llegados a este punto y como habréis visto, este pregón ha sido un repaso de pregones, un breve análisis comercial, un agradecimiento y… como no podía ser de otra manera, el punto de inicio de estas tan esperadas FERIAS Y FIESTAS 2025. Por ello y sin más dilación, recordarosque “allí donde yo esté, estará Peñaranda”.

¡Felices Fiestas!

¡Viva Peñaranda!

De corazón, muchísimas gracias.