Si nuestro particular Clausewitz hace de las suyas y acaba firmando un contrato con China para la adquisición de tecnología y armamento renunciando a compromisos anteriores con la industria occidental, habrá consumado una peligrosa decisión con mucho calado estratégico, además de perturbar sin necesidad nuestras relaciones económicas y diplomáticas.
En el ámbito de la estrategia, supondría un paso atrás en la política de defensa que mantienen en común tanto la OTAN como la UE, e inevitablemente repercutiría dentro y fuera de nuestras actuales alianzas militares. Depender de la tecnología china en el ámbito militar choca frontalmente con el espíritu de cooperación que siempre ha impregnado la acción conjunta entre OTAN y UE
No es ningún secreto que España, como muchas otras naciones libres y democráticas, ha recibido información en cuestiones puntuales que ha servido para luchar contra el terrorismo, la droga, la apropiación de tecnología ajena, etc. Además, aumentar considerablemente nuestro comercio exterior con China -ya nada despreciable- supondría introducir riesgos en la geoestrategia a base de acciones de espionaje militar o industrial. Desde el punto de vista económico, se desequilibraría más nuestra ya deficitaria balanza económica con el país mandarín a la vez que se estaría atentando contra la competitividad de empresas españolas del ramo como Navantia, Airbus, Gamesa, Indra, etc.
Tomar el camino opuesto, sin dar más explicaciones, puede obedecer a dos razones: haber sufrido una grave ofensa del mundo occidental o, de lo contrario, gobernar haciendo guiños al ámbito marxista después de proclamarse más demócrata que Adenauer. La verdad es que, con Sánchez, ya llueve sobre mojado. Por mucho que se esfuerce en aparentar lo contrario, cada vez se aleja más de la doctrina socialdemócrata en una constante deriva a su izquierda; no en vano somos el único país de occidente gobernado por un revoltijo de socialistas y comunistas.
Los dirigentes chinos -más listos que Sánchez- pueden pensar que esta aproximación política es un paso más para lograr aumentar sus exportaciones en el sector estratégico. Facilitar el acceso a temas críticos de la propia infraestructura a según qué tecnología extranjera, y más con un Estado cuyos intereses geoestratégicos distintos a los nuestros, equivale a exponer a los miembros que forman parte de las organizaciones encargadas de velar por la independencia, la seguridad y la custodia de los derechos humanos del mundo occidental.
La política exterior de este gobierno (buen oxímoron) es muy difícil de comprender. Siempre va contra corriente, no da explicaciones y está logrando que España vaya perdiendo protagonismo en el ámbito de los organismos internacionales de Occidente. Desde la incivil “sentada” de Zapatero al paso de la bandera USA, este socialismo de garrafón se ha empeñado en provocar al gigante yanki creyendo que puede amargarle la vida. Pierde el trasero para salir en la foto al lado de Trump y, ante el ninguneo que recibe, adopta la postura del recluta que, enfadado, exclamaba: ¡Que se j… el capitán, que hoy no voy a comer! Así nos va el pelo; ya no nos llaman ni para el “cooling break” (si no eres futbolero, no te molestes)
Todo político eficiente que se precie de serlo debe tener muy clara la obligación de conjugar sus decisiones políticas con la economía y el bienestar de sus ciudadanos. No hay bienestar sin una política económica acertada y en los países más poderosos ese es su primer mandamiento. Por las mismas razones, no debe haber ciudadanos que se declaren abiertamente apolíticos. Todos tenemos derecho a estar más próximos a unos partidos que a otros, sin la obligación de ser militante de uno en concreto.
Sin ser Trump santo de mi devoción, porque no me gustan sus formas ni su personalidad como individuo público, podría entender alguno de sus mensajes subliminales. Entre todos ellos, el más repetido es el de insistir en el aumento de las cantidades que emplea en material para la defensa cada uno de los miembros de la UE. La guerra en Ucrania ha puesto al descubierto la fuerte dependencia que tienen todas esas FAS del material norteamericano. En su día se tomó al acuerdo de llegar al 5% del PIB de cada país, pero la realidad es muy distinta. En esta clasificación también somos los últimos. En las reuniones conjuntas, Sánchez se pone en primer tiempo del saludo, pero cuando regresa a España, zarandeado por el coro de extremistas que le sujetan al sillón, .,.si te he visto no me acuerdo. Llevarle la contraria a Trump es muy peligroso porque le faltaría tiempo para sacar su Tablet y firmar el oportuno “arancelazo”. Y, si persiste el desplante, se estaría dando motivos para trasladar sus actuales bases en suelo español -Base naval de Rota y la aérea de Morón de la Frontera- muy pocos km. al sur. Por su compromiso con la OTAN, los EE.UU. cuentan con varias bases en Europa, dos de ellas -Rota y Morón de la Frontera- en suelo español- y no debe olvidarse que Marruecos es socio preferente de EE. UU. Si se produjera ese traslado, España vería disminuida la seguridad inmediata y el occidente andaluz perdería unos ingresos nada despreciables de las familias que acompañan a los miembros de esas FAS. Trump ha repetido varias veces que los EE.UU. se están cansando de aportar dólares y muertos para ayudar a Europa, sobre todo cuando algunos se ponen a silbar mirando para otro lado. Para los despistados, comenzó su primer mandato exclamando: ¡América Fist ! Es cierto que, en el reciente encuentro con Putin en Alaska, ha encarnado la figura de Juan Palomo, pero también estaba barriendo para su convento.
El nuevo progresista se acuerda de los fondos que inútilmente se emplean para Defensa y se detraen de otros fines más sociales -sanidad. educación, vivienda, bienestar social, etc. Eso es pura demagogia. España no tiene menos poder económico que la mayoría de miembros de la UE y sigue siendo la que menos invierte en defensa. Cuando nuestras FAS acuden a misiones de seguridad fuera de nuestras fronteras pedimos que lo hagan en las mejores condiciones. Hay que reconocer su excelente grado de preparación y profesionalidad, pero, a la vez, si un día llega a desaparecer el paraguas del UUS Army no nos gustaría que nadie nos mojara la oreja. Todo es digno de potenciar, sobre todo el correcto empleo de los fondos.
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