Agosto es el mes por excelencia para nuestros pueblos, donde todo vuelve a ser como nunca debió dejar de ser, llenos de vida, de momentos y alegría compartidos. Un mes para disfrutar de ser de pueblo.
Un año más la hoja del calendario nos muestra el mes de agosto, un mes en el cual nuestros pueblos vuelven a llenarse de vida con el retorno de los emigrados, aquellos hijos de nuestra tierra que tuvieron que hacer la maleta por motivos laborales, teniendo que desarraigarse de sus familiares y amigos, con los que se vuelven a reunir en estas fechas estivales un año más.
Este mes es un mes de alegría compartida, de reencuentros, de vivir el sueño de haber mantenido en nuestros pueblos y comarcas una vida que se nos arrebató con la marcha de miles y miles de salmantinos a zonas más prósperas o beneficiadas del país. Es el mes del retorno de aquellos hijos del pueblo ya nacidos fuera por la emigración de sus padres o madres, y que vuelven ahora para sus vacaciones al pueblo siendo identificados con el lugar al que emigraron, pero siendo hijos del pueblo. Porque el pueblo no olvida a sus hijos, aunque hayan nacido o vivan fuera, son hijos del pueblo.
Pero agosto también es sinónimo de fiestas y de verbenas, de llenar las plazas de gran parte de nuestros pueblos con música en directo para festejar al santo o la virgen que tiene el honor de ostentar el patronazgo local, pero también para celebrar que nuestros pueblos vuelven a llenarse y a estar unidos por la alegría de compartir un mes especial.
Un mes que no solo llena de gente y vida las calles de nuestros pueblos, sino también las cafeterías y comercios de nuestro medio rural, con las cabeceras comarcales recibiendo un impulso en sus negocios necesario para poder resistir el resto del año, cuando nuestro medio rural se vuelve a quedar “en cuadro” tras la marcha de los emigrantes.
Y entretanto, nuestros ayuntamientos rurales realizan en verano un sobreesfuerzo para hacer disfrutar de estas fechas estivales a quienes están en el pueblo, ya sean residentes de todo el año o retornados veraniegos, teniendo que hacer los alcaldes y alcaldesas mil números para cuadrar las cuentas y que puedan ofrecerse actividades a una población que multiplica su número, pero contando con un bajo número de contribuyentes censados, una tarea y esfuerzo nunca suficientemente valorada a nuestros alcaldes y consistorios del medio rural.
No obstante, todo ese esfuerzo de nuestros munícipes, así como la indispensable labor de muchos vecinos que ejercen de voluntarios en las diversas actividades desarrolladas en nuestros pueblos, para que puedan salir adelante para disfrute de todos, se ven en cierto modo recompensados al ver a todo el pueblo gozar, al ver la sonrisa de los niños que se reúnen de nuevo como grupos de amigos férreos en verano, regresando en muchos casos desde lugares lejanos, que en estos días y con bonitas experiencias compartidas desarrollan un sentimiento de amor por sus pueblos, un arraigo a las localidades de sus raíces que les acompañará toda la vida.
En definitiva, agosto es el mes por excelencia para nuestros pueblos, donde todo vuelve a ser como nunca debió dejar de ser, llenos de vida, de momentos y alegría compartidos. Un mes para disfrutar de ser de pueblo. ¡Feliz agosto!