El grupo de teatro, de amplia trayectoria, recorre la vida de la autora salmantina desde sus propias palabras y una puesta en escena espléndida.
Estamos en modo Carmen Martín Gaite y el Ayuntamiento, con excepcional criterio, abre los muros magníficos del Patio Chico ¡No hay mejor escenario en esta Salamanca monumental nuestra! Para el teatro en libertad, al aire de su libre vuelo, con las palomas como parte también del atrezzo que no hace falta. Una oportunidad fantástica para reencontrarse con la magia del teatro en la calle, y de recorrer la vida y obra de una autora que festejamos y a la que deberíamos, insistimos, poner un medallón en la Plaza Mayor.
Seis grupos de teatro salmantino harán un viaje por la literatura y la vivencia de Carmen Martín Gaite, que en la versión de Komo Teatro, se muestra en el esplendor de sus años de madurez, reflexiva, divertida, evocadora, nostálgica… tal como era ella. Cada palabra de la obra del grupo teatral, está perfectamente documentada en sus libros y entrevistas, y hay que señalar también que, reconociendo el gusto de la autora por canciones y juegos, los actores hacen gala de este recurso mientras se desarrolla la obra. Una obra que insiste en el deseo juvenil de la Gaite de ser actriz.
Es el trabajo de Komo Teatro un emocionado homenaje a la persona de la escritora magníficamente representada por una Amalia de Prado quien sustenta toda la obra con su particular visión de la Gaite: gestos, ademanes, la elegancia un tanto bohemia de la autora, su aire en ocasiones disciplente con lo que considera inadecuado y sobre todo, su profunda ternura y amor por quienes fueron dos puntales de su vida: el escritor vasco al que conoció en las aulas salmantinas, Ignacio Aldecoa, fantásticamente interpretado por un soberbio Fernando Sánchez Gómez, autor también de la música que acompaña la obra, y su hija Marta, fallecida a los 28 años de edad, un papel que Gloria González borda sin necesidad de excesivos alardes, pidiéndole a su madre que no pierda el hilo y que le cuente sus deseos adolescentes de trabajar en el teatro.
Tiene esta obra la emoción contenida de una vida plena que estuvo marcada por la tragedia y la falta de interlocutor. Un interlocutor que no fue en modo alguno su marido, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, con el que se enfrenta en escenas muy aplaudidas por el público, absolutamente rendido al enfado que muestra la autora hacia la persona del escritor interpretado con energía por Chema Requejano. Ferlosio, de carácter difícil y muy crítico con la obra primeriza de Carmen Martín Gaite, se enfrenta al personaje desbordado y alegre de Aldecoa, en una escena de tres verdaderamente sorprendente. En ella desborda la alegría de la autora, quien ha llegado sola a Salamanca con su maleta, y a la que interpela una estudiante magníficamente interpretada por Rosa Hernández, como un alter ego joven y entusiasta de la autora, ambas tocadas por la misma boina roja, símbolo de la icónica Gaite.
Una Gaite que desgrana sus memorias en el libro de 1978, El cuarto de atrás. De ahí sale el otro personaje de la obra, en la persona de un contenido Félix Nieto, autor de la dramaturgia de la obra, que con su voz profunda parece ahondar en la mente de la escritora. Con un ejercicio, repetimos, de contención interpretativa, el hombre de negro hace recordar a la autora y se despide de ella en una de las escenas más emotivas. Carmen Martín Gaite, que no amaba la soledad y sí las visitas intempestivas, deja marchar a este personaje que remueve su consciencia y después, tiene un encuentro también conmovedor con la hija que llega a entregarle su olvidado “Cuaderno de Todo”. El último cuadro de la obra es una desoladora pietá en la que la hija, sin dramatismos ni sensacionalismos, acaba durmiendo en el regazo de la madre que acaba recitando uno de sus más emotivos poemas, el que acompañó en El Boalo su propio funeral en el año 2000 ¡No te mueras todavía!
Contenido, pero lleno de detalles magistrales, como la recitación de poemas, la búsqueda de canciones populares que tanto evocaba la autora, su documentación minuciosa y, sobre todo, la entregada actuación de los actores que “viven” a los personajes, hacen de este montaje de Komo Teatro una propuesta sorprendente que emociona al público y despierta el interés por la vida de la autora y su conmovedora relación con Salamanca. En la persona de la actriz principal, Carmen Martín Gaite aparece tal y como era, fascinante, teatrera, rápida en la réplica, amante del diálogo, capaz de recordar todos y cada uno de los episodios de una vida vivida con la consciencia de “sacarle sabor a todo”, y eso precisamente hemos vivido estos tres días de representación en el bellísimo marco del Patio Chico, un hermosísimo homenaje teatral a la vida y obra de nuestra salmantina más excelsa de la literatura del siglo XX.