La obra, que ha recuperado su policromía original, se instalará en la capilla de Santa Catalina para completar el discurso iconográfico sobre la vida de la Virgen
Parecía una imagen condenada a la penumbra, con su belleza oculta bajo una densa capa de hollín. La talla de la Inmaculada Concepción del siglo XVII, que sufrió las graves consecuencias de un incendio en su ubicación original, el ya desaparecido Colegio de Carvajal, ha recuperado todo su esplendor. Tras seis meses de un minucioso trabajo en el Centro de Conservación y Restauración de la Fundación Las Edades del Hombre, la escultura ha regresado a la Catedral de Salamanca con su policromía y luz originales.
La iniciativa, impulsada por el Cabildo Catedralicio, rescata una pieza de gran valor artístico. Aunque anónima, su estilo se inspira claramente en la escuela del maestro Gregorio Fernández. "Representa a la Virgen adolescente, de rostro dulce y mirada elevada, con las manos cruzadas en oración, vestida con túnica blanca y manto azul decorado con motivos florales y pedrería", detalló Raúl Benito, historiador del Arte y responsable del patrimonio del templo.
La escultura se instalará en la capilla de Santa Catalina, donde, según Benito, "viene a completar el discurso iconográfico sobre la vida de la Virgen que tenemos en la Catedral". El historiador admitió que, si bien existen otras tallas similares, esta "es muy especial".
La intervención no fue sencilla. Consuelo Valverde, directora del Centro de Conservación y Restauración de Las Edades, reconoció que la pieza presentaba "unas patologías muy complicadas". El estado de la obra era un verdadero desafío para el equipo, "porque no sabíamos en el estado en el que íbamos a encontrar las policromías".
El principal culpable del deterioro fue el conocido como "efecto horno": una exposición prolongada a altas temperaturas sin contacto directo con las llamas. Esto provocó, según explicó la restauradora Beatriz Martín, "exudación de resinas, deformaciones, grietas, levantamientos de la policromía, e incluso pequeñas ampollas, especialmente en las carnaciones". La imagen llegó al taller completamente ennegrecida.
La restauradora Beatriz Martín, quien ha liderado la recuperación material de la talla, confirmó que el trabajo fue "muy arduo, muy minucioso, milímetro a milímetro". Antes de cualquier intervención, se realizaron estudios con microscopía y luz ultravioleta que confirmaron la conservación de gran parte de la policromía original bajo la capa de suciedad.
El proceso de restauración, guiado por criterios de mínima intervención y reversibilidad, incluyó varias fases clave:
La investigación también desveló que la escultura, realizada en madera de pino tallada y ensamblada, había perdido elementos originales como la mandorla de rayos y la corona. Además, se descubrió que la media luna a sus pies, hoy oscurecida, "fue en origen plateada, como indican los restos visibles", aclaró Martín.
En la presentación de la obra restaurada, el canónigo de la Catedral, Juan José Calles, agradeció el excepcional trabajo realizado por la Fundación Las Edades del Hombre. Subrayó el compromiso del Cabildo de seguir apostando por la conservación "del legado que nos han dejado los que nos han precedido, para que la belleza del arte siga siendo evangelizadora para todos".