Las calles de Moraleja vibran con música y toros en honor a San Buenaventura
Las peñas festivas y el colectivo de autónomos protagonizaron una jornada marcada por la emoción y la tradición.
La localidad cacereña de Moraleja vivió este sábado una intensa segunda jornada de celebraciones en honor a San Buenaventura, caracterizada por el entusiasmo desbordante que impregnó sus calles más céntricas, verdadero corazón palpitante de las fiestas patronales.
La jornada comenzó en la madrugada, cuando, tras finalizar la verbena, la fiesta continuó sin tregua con la charanga Clave de Sol. A las cinco de la mañana tuvo lugar el tradicional Toro del Aguardiente, cita ineludible para los más madrugadores y amantes de la emoción taurina a deshoras. Tras unas horas de descanso, a la una de la tarde se celebró el primer encierro, protagonizado por seis astados de la prestigiosa ganadería Monteviejo. El evento se completó con una capea de vaquillas, que dio paso por la tarde a una corrida de rejones en la plaza de toros portátil instalada para la ocasión.
Concluida la actividad taurina matinal y tras el merecido descanso del almuerzo, las peñas comenzaron su particular "tardeo", ese fenómeno festivo que en Moraleja adquiere tintes casi rituales. La Peña El Alboroto fue la encargada de abrir la sesión vespertina con una discoteca móvil a cargo de Santos Music, a la que siguió la Peña Los Preocupaos, que sorprendió con un camión-discoteca itinerante. Centenares de jóvenes se sumaron a la celebración, llenando las calles de ritmo, colorido y alegría, en un desfile casi hipnótico que recordaba, por momentos, la leyenda del flautista de Hamelín.
Ya entrada la noche, a las diez en punto, fue el turno del colectivo de autónomos de la localidad, que sacó a las calles a su emblemático toro, bautizado con el significativo nombre de "Autónomo". El ejemplar, de imponente presencia y capa colorada, procedía de la ganadería local de Antonio Román, y fue recibido con entusiasmo por un público que, previsor, llevaba más de una hora reservando sitio en las inmediaciones de la Plaza de España, desde donde se produjo la salida.
El toro ofreció un espectáculo excepcional, recorriendo en varias ocasiones el itinerario establecido, ante la admiración de los asistentes. Finalmente, el animal mostró cierta querencia por el área de toriles, atraído por un colchón de arena dispuesto en ese lugar, lo que limitó sus desplazamientos posteriores. Tras los 45 minutos reglamentarios, los pastores lo condujeron con destreza hasta los corrales para poner fin a su recorrido y darle el merecido descanso.
Así concluyó una jornada memorable en la que tradición, pasión, música y espíritu festivo se entrelazaron para escribir una nueva página en la historia viva de Moraleja y sus gentes.
