Estas piscinas naturales se consolidan como un destino perfecto para huir del calor, combinando un entorno espectacular con zonas de césped, merenderos y duchas.
Con el calor propio del verano apretando en la provincia de Salamanca, buscar un refugio refrescante se convierte en una prioridad. A poco más de hora y media de Salamanca, a unos 140 kilómetros, se encuentra un auténtico oasis: las piscinas naturales de Navaluenga, en Ávila. Este enclave, formado por el cauce del río Alberche, ofrece una alternativa ideal para una escapada de un día en familia o con amigos.
El entorno no solo destaca por su belleza natural, sino también por su icónico Puente Románico del siglo XVI, que se convierte en el epicentro de la actividad estival y en el testigo mudo de la gran afluencia de visitantes. La popularidad de Navaluenga es tal que se ha convertido en la población de Castilla y León que experimenta un mayor crecimiento de habitantes durante el verano. El municipio pasa de sus aproximadamente 2.400 habitantes censados a picos que superan las 20.000 personas.
Las piscinas, creadas gracias a pequeñas presas que regulan el caudal del Alberche, están perfectamente acondicionadas para el disfrute de los bañistas. El agua, aunque notablemente fría incluso en pleno agosto, es cristalina y limpia, un alivio muy agradecido en los días de más calor.
Para disfrutar al máximo de la experiencia y, al mismo tiempo, cuidar este entorno natural, es importante tener en cuenta varias recomendaciones clave. Es fundamental recordar que, al ser un espacio natural, no cuenta con servicio de socorristas, por lo que la precaución debe ser máxima.
La visita a Navaluenga puede completarse con otras actividades. Una de las más populares es el kayak por el río Alberche, una forma diferente de disfrutar del paisaje. Además, es una oportunidad para explorar el histórico Puente Romano, que en su día fue parte de una calzada medieval que conectaba Ávila con Madrid, y pasear por este pintoresco pueblo abulense.