Viernes, 05 de diciembre de 2025
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Verano, ¿para qué?
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Verano, ¿para qué?

Actualizado 30/06/2025 13:32

Sí, ya sé que la ecuación de que el verano es igual a descanso y vacaciones no es exacta en muchos casos, pero al menos, admitamos que el veranito es un tiempo de nuevas oportunidades y posibilidades. Es cierto que gran parte de los mortales y sufridos ciudadanos españoles tenemos treinta días de eso que llaman vacaciones, que son días en los que no vas a currar sin que nadie te diga nada, ¡y encima te pagan! Los que sí que pueden decir que la fórmula se adapta muy bien a su situación son los estudiantes de toda edad y pelaje, sobre todo si han hecho los deberes y han terminado sus exámenes finales con el mínimo de nota que les permita afrontar esta estación anual sin grandes compromisos con los libros y apuntes. Pero en ambos casos, es un tiempo esperado y añorado, aunque solo sea por cambiar de rutina, de aires y hasta de domicilio ordinario si te puedes marchar un poco lejos con el mar o la montaña cerquita, o el pueblo de toda la vida, que tampoco está nada mal.

Pero corremos el peligro de hacer que el verano sea frío y gélido como el iceberg que corneó al Titanic, si nos acabamos aislando mucho, encerrándonos en nuestro cascarón o si gran parte del tiempo lo pasamos consumiendo opiáceos legales como la tele o las redes. Oiga, que cada uno puede hacer lo que le da la gana, pero yo también puedo opinar, ¡faltaría más! Y es que el contacto con los amigos y familia ante cualquier plan, aunque sea sencillo, siempre ensancha el horizonte, porque el contacto real con gente a la que aprecias es un subidón en toda regla, que afecta al cerebro y al corazón de cada uno. Lo real es siempre mejor que lo virtual.

Es verdad que toda la situación nacional e internacional me preocupa, sobre todo con la gran cantidad de chorizos bípedos que se aprovechan de su cargo o del de su amigo o amiga, la gran cantidad de bobos y bobas que no sabían nada de nada y que miran hacia otro lado sobre todo si el que pringa es de mi color, o la gran cantidad de aplaudidores y palmeros que ante la misma acción pueden alabar o condenar, según quien la haga. La verdad se ha vuelto extraña, cuando no ausente, como esa prima que se marchó en el tren y que nunca volvió y si volviera ya no la íbamos a reconocer. La verdad que se ha teñido el pelo de conveniencia y se ha vestido de invisibilidad para que nadie la reconozca. Mentiras y verdades a medias sin tapujos, sin pudor, sin vergüenza (ni propia ni ajena). Pero yo también necesito descansar de todo esto, aunque sea un tiempecito. Tiempo de calidad, de saborear, de gustar, de contemplar…

Reconozco que estoy un poco sobresaturado de escuchar y ver últimamente lo mismo en los diferentes medios. Cada uno con su parcelita de intereses pero pocos con visión global. Cada uno llora por su juguete estropeado pero pocos miran la fábrica de juguetes que se está quemando. Parece que eso del “bien común” se va desintegrando como el azucarillo en el café, y que al final cada uno acaba mirando solo por lo suyo, como si el otro fuera un enemigo potencial, por principio.

Espero también que el verano sea un tiempo para desintoxicarnos de algunas adicciones como la de criticar a todo quisqui o la de hacernos la víctima ante cualquier asunto, porque siempre tiene la culpa el otro o la otra. A ver si cuando empiece el curso nos ha sentado bien el tiempo vacacional y podemos ir a un partido de nuestros hijos sin escuchar insultos a los árbitros o los propios chiquillos. Espero y deseo a todos que estos meses nos ayuden a marcar las diferencias con otras especies animales, y que los rayos cálidos del sol nos hagan caer en la cuenta de que las personas merecen todo el respeto, tengan la edad o las ideas que tengan.

Que sea un verano para leer aquel libro que tenía pendiente o uno nuevo, con más tiempo para hablar con las personas (sin chats ni móviles), para disfrutar de la tranquilidad, para hacer algo que no he podido hacer durante el curso. Y dejar fuera tantas cosas que me hacen vivir con menos calidad, con tantas prisas y urgencias. Tiempo también para jugar mucho más, para disfrutar de la música o de cualquier cosa que te haga sentirte vivo, para sumergirme en el agua fresca que espera para darme un abrazo.

Aunque el verano venga caliente, la cerveza siempre fría. Y el refresco y el agua. El helado, más que frío, que haga el honor del nombre que lleva.

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