La Fortaleza de Penamacor narra siglos de biografía ibérica
A finales de 2024 concluyeron una serie de obras de rehabilitación en el centro histórico de Penamacor, una villa surgida alrededor de un enclave militar, trascendental en la defensa del Reino de Portugal a lo largo de su historia.
Sobre un promontorio rocoso, de carácter granítico, de la que fuera probablemente la más importante plaza militar de la región portuguesa de la Beira, hoy solo restan la Torre del Reloj, la Porta da Vila, un trozo de la vertiente norte de su muralla medieval y la Torre del Homenaje. En el conglomerado urbano de la villa aparecen, por aquí y por allá, algunos restos de la muralla adosados a actuales viviendas.
Las dos torres son visibles desde la distancia, sea cual sea la dirección desde la que llegamos a Penamacor. Aún hoy, protegen e identifican la villa, con todo el poder de su geoestratégico pasado.
Esta tierra siempre fue escenario de conflictos y codicias, objeto de conquistas y reconquistas. Mucho antes del inicio de su importancia militar, a raíz de su reconquista por el rey Sancho I a los musulmanes en 1209, ya había conocido el asentamiento de diversos pueblos.
No se sabe cuándo fue levantada esta alcazaba, pero se tiene constancia de las fechas aproximadas de sus varias remodelaciones, siempre para mejorarla y ampliarla como atalaya de frontera. Y es que, desde los 573 metros de altitud en que se alza su Torre del Homenaje se divisan muchos kilómetros de la frontera española, desde el sur de Salamanca al norte de Cáceres.
Esta torre defendía la Porta da Vila, en el lado septentrional de la muralla medieval. Su construcción remonta, probablemente, a mediados del siglo XIV.
El campanario y las almenas que podemos ver hoy son el resultado de la reconstrucción realizada a mediados del siglo XX, para la colocación del nuevo reloj con carillón en 1956.
Es uno de los emblemas de Penamacor y sus campanadas acompañan la vida de los vecinos de la localidad.
Santa María era la iglesia matriz de Penamacor y la más antigua, situada dentro de la alcazaba, acomodándose formalmente al estilo de los Templarios.
Estaba dedicada a la Señora de la Peña, tenía altar mayor y otros dos laterales. Cuenta la leyenda que una mujer muy pobre encontró una imagen de la Virgen en una peña de las muchas que hay en esta colina rocosa, y allí se levantó el santuario.
La demolición de Santa María de Penamacor en 1855, consentida por el Padre Godinho para la venta de sus piedras, supuso una pérdida irreparable para el patrimonio de la localidad. Hoy solo resta una roca con una inscripción en el lugar donde se erigió.
Esbelta y de cuatro lados, existe desde la reconstrucción de esta plaza militar, ordenada por el rey portugués Sancho I a principios del siglo XIII, y es el testigo eterno del que fuera uno de los castillos más relevantes de la Beira.
Hoy se halla al final de una gran explanada con auditorio de gradas, escenario actual de conciertos y otros eventos, adornada por un jardín con vistas al mediodía, pero con una escarpada vertiente oriental, que en su día la convirtió en una de las inexpugnables atalayas de la frontera hispano-lusa.
Reconocida como Monumento Nacional en 1973, a este gigante vertical de granito se accede por una única puerta, situada a varios metros del suelo, distancia que se salva hoy por una escalera y, según la planta original, por un puente levadizo.
Se sabe que existe, al menos, desde el siglo XII, siendo notablemente reforzada y ampliada en el siglo XIII como consecuencia del aumento de población, y durante la Guerra de Restauración con España (s. XVII), construyendo una nueva fortificación abaluartada que rodeaba todo el burgo.
La Fortaleza de Penamacor fue uno de los más poderosos bastiones de la Beira portuguesa. A pesar de su desmantelamiento, iniciado en el siglo XIX, los restos que aún perviven conservan una importancia patrimonial. Pasear por esta parte alta de la villa proporciona una inmersión profunda en las raíces de Portugal y descubre la travesía realizada por España y Portugal a lo largo de los siglos.
Todo el espacio es visitable. Para visitas guiadas, contactar con la Oficina de Turismo de Penamacor.