, 07 de diciembre de 2025
Volver Salamanca RTV al Día
Policías, médicos y bomberos de Salamanca narran la dureza y las anécdotas de sus guardias nocturnas
X

voces de la noche salmantina

Policías, médicos y bomberos de Salamanca narran la dureza y las anécdotas de sus guardias nocturnas

Actualizado 22/06/2025 10:28

Desde rescates insólitos de animales hasta la gestión de múltiples emergencias vitales, profesionales de distintos sectores comparten los desafíos, el cansancio y las anécdotas de trabajar mientras la mayoría descansa

La ciudad se apaga, pero para algunos la jornada no ha hecho más que empezar. Son los guardianes de la noche salmantina: policías, médicos y bomberos que velan por la seguridad y la salud mientras el resto descansa. Sus testimonios dibujan un panorama de dedicación, sacrificio y vivencias únicas que transcurren bajo el manto estrellado, desde rescates insólitos hasta la gestión de emergencias vitales.

DAVID ALFONSO PORTAL SÁNCHEZ, POLICÍA LOCAL

“Una noche parecíamos un núcleo zoológico”

La noche en Salamanca tiene sus propios protagonistas, aquellos que velan por la seguridad y el orden mientras la mayoría descansa. Uno de ellos es David Alfonso Portal Sánchez, subinspector de la Policía Local, quien ofrece una visión cercana de un turno que, aunque exigente, también tiene su atractivo. En unos meses cumplirá 20 años prestando servicio.

Los turnos de noche son una constante en la organización policial, siendo “rotatorios distribuidos en los distintos grupos de trabajo de la plantilla”. Sin embargo, para él, la noche tiene un componente adicional de elección. “Personalmente realizo más de uno por distintos cambios con otros mandos, que necesitan un cambio de sus noches por motivos personales”, explica, y confiesa abiertamente: “Me gusta el turno de noche”.

Al caer la noche, la labor policial se planifica meticulosamente. “Primero distribuimos el servicio por las distintas zonas de la ciudad para hacer patrullajes preventivos y seguridad por los diferentes distritos de la ciudad”. Una parte crucial de esta labor preventiva implica “especial vigilancia en parques y zonas para evitar el consumo de alcohol en vía pública”. De forma paralela, se implementan “controles de alcoholemia y documentación”.

A medida que avanza la madrugada, la atención se centra también en el “cumplimiento de horario de cierre de los establecimientos”. Y, por supuesto, “durante toda la noche se van atendiendo los diferentes avisos y requerimientos que van surgiendo”, asegura, subrayando la naturaleza dinámica del servicio.

La experiencia de “casi 7 años que llevo de noche” le ha enseñado al subinspector que no hay dos turnos iguales. “Ha habido noches muy tranquilas, y otras, bastantes, que han sido muy, pero que muy activas”. En las madrugadas más intensas, el volumen de trabajo puede ser considerable, “llegando a atender en una sola noche en torno a las 70 llamadas, producidas por ruidos, accidentes, discusiones, incendios…”. Esta cifra ilustra la diversidad de situaciones a las que los agentes deben dar respuesta, desde conflictos menores hasta emergencias graves.

Pero no todo es tensión y rutina. El turno de noche también depara momentos singulares y anécdotas. El subinspector Portal Sánchez comparte una particularmente curiosa: “Una noche de verano, parecíamos un núcleo zoológico, porque llegamos a rescatar varios animales, entre ellos una serpiente, un cerdo vietnamita, un perro, dos gatos y un hurón; todo en el mismo turno, y lo teníamos en custodia en nuestras dependencias, hasta la llegada del servicio competente para la atención de estos animales.”. Esta anécdota ofrece una pincelada de las historias insólitas que también se viven bajo el manto estrellado de Salamanca, demostrando que el trabajo policial nocturno abarca mucho más que la simple vigilancia.

MARÍA CUBILLO, MÉDICA DE URGENCIAS EN EL HOSPITAL

“Es duro; tras muchas horas trabajadas, aún debes atender toda la noche”

Mientras la ciudad de Salamanca se sumerge en la calma nocturna, tras las puertas del servicio de Urgencias del Hospital la actividad bulle con una intensidad que desafía al reloj. En este escenario de alta tensión, la doctora María Cubillo, con ocho años de experiencia en este servicio, se enfrenta junto a su equipo a un torrente de desafíos donde la capacidad de respuesta y la entereza son cruciales.

La organización del trabajo nocturno para los médicos se articula en torno a las guardias. “Las guardias empiezan a las 3 de la tarde y acaban a las 9 de la mañana del día siguiente”, explica Cubillo. Estos turnos de 18 horas, de los que afronta entre cinco y seis al mes, difieren de los rotatorios de mañana, tarde y noche del personal de enfermería y TCAE, cuyas noches suelen ser de diez horas.

El servicio de Urgencias del Hospital de Salamanca se estructura físicamente en dos grandes áreas. “Está dividido estructuralmente en dos pasillos”, uno es el de los consultorios, destinado a pacientes que acceden por su propio pie o en silla de ruedas, con patologías en principio más leves. Sin embargo, la realidad de este primer pasillo es compleja. “Ahí sí que hay gente que viene con cosas urgentes como tal, más graves, y otras personas que es verdad que vienen a lo mejor por la noche porque piensan que va a haber menos lista de espera”, admite Cubillo. Esta mezcla, sumada a los pacientes pendientes de la tarde, convierte la zona en un hervidero: “En este pasillo de los consultorios... suele haber más jaleo”.

El segundo pasillo es el de las camillas y los pacientes críticos. Aquí se atiende a personas con cuadros más graves y “sí que depende un poco de cómo sea la noche, nunca está a cero de pacientes”, señala y recuerda una guardia con “3 pacientes críticos en la zona de reanimación, 3 a la vez, más 2 graves que entraron.

Durante la noche, el equipo de guardia se reduce. “Los que nos quedamos a partir de las 9 de la noche, somos o 4 o 5, depende del día”, comenta Cubillo, añadiendo que “lo ideal sería 5 todos los días”. Esta cifra ajustada subraya la persistente falta de médicos y la consiguiente sobrecarga. “Es duro porque ya llevas muchas horas trabajadas y llega la noche y vas a tener que estar presencialmente atendiendo gente”, confiesa la doctora. El cansancio físico se acumula, pero la mente debe permanecer alerta. “Cuando se acumula muchísima gente, tienes el estrés y encima estás cansado, más lo que vaya a venir”.

El impacto de estas jornadas es profundo. “Te rompe todo el filtro del sueño, o sea, no es nada fisiológico”, afirma. Aprender a gestionar el descanso es esencial; se trata de “intentar normalizar un poco” para conciliar con la vida familiar y recargar energías para el siguiente turno de trabajo.

JOSÉ SANTOS, BOMBERO

“Con los años se van llevando peor las guardias porque se va notando cansancio”

La vida de un bombero está tejida con hilos de valentía, sacrificio y una constante adaptación a lo inesperado. En Salamanca, una de las figuras que encarna esta dedicación es José Santos, sargento del Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento (SEPEIS) del Ayuntamiento, quien acumula una vasta experiencia de “algo más de 37 años” al servicio de la ciudadanía.

A lo largo de una trayectoria tan extensa, las vivencias son innumerables. “En estos años, como no puede ser de otra manera, he tenido cientos de intervenciones”, relata Santos. Un carrusel de situaciones que abarcan desde “algunas sencillas y otras más complicadas” hasta aquellas que dejan una huella emocional profunda, siendo “algunas muy alegres y otras tristes”. Esta dualidad es una constante en una profesión donde cada aviso puede cambiar radicalmente el panorama.

Uno de los aspectos más característicos y exigentes del trabajo son las guardias. “Nosotros hacemos guardias de 24 horas, desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la mañana del día siguiente”, explica. Esta modalidad implica una disponibilidad total durante una jornada completa, repitiéndose “unas 6 o 7 guardias al mes” para cada efectivo.

El impacto de estos turnos maratonianos, especialmente los nocturnos, es algo que se siente con el paso del tiempo. “El hacer guardias de noche al principio se lleva bien, ya se sabe, la juventud puede con todo”, comenta. Sin embargo, añade una reflexión sincera sobre el desgaste físico y mental: “Sí que es cierto que con los años se van llevando peor porque se va notando cansancio”.

Cada guardia es un folio en blanco, una incógnita hasta que suena la alarma. “Ha habido noches muy tranquilas, y noches de mucho trabajo. Nunca se sabe qué vas a tener cuando entras de guardia”, admite el sargento. Esta incertidumbre es una compañera inseparable de los bomberos, que deben estar preparados para cualquier eventualidad.

No obstante, la experiencia permite identificar ciertos patrones. “Sí que es cierto que las noches de fin de semana suelen ser más complicadas”, señala José Santos. La razón es clara: “porque hay más gente activa y más probabilidades de que ocurran accidentes de todo tipo”. Esta mayor actividad social se traduce, a menudo, en un incremento de las intervenciones para los servicios de emergencia, manteniendo en vilo a quienes velan por la seguridad de todos, incluso mientras la ciudad duerme o se divierte.

JEAZUL PONCE, MÉDICA DE GUARDIA RURAL

“Aquí las urgencias son verdaderas”

Jeazul Ponce Hernández conoce de primera mano la realidad de la medicina de urgencias en la Salamanca rural. Su ‘base de operaciones’ durante los últimos tres años y medio ha sido Fuentes de Oñoro, un enclave fronterizo donde la llamada de una emergencia puede significar una lucha contra el reloj, con el hospital más cercano a 120 kilómetros.

Su función es hacer guardias, algo que implica una carga de trabajo considerable y unos turnos extensos: desde las tres de la tarde a las ocho de la mañana siguiente entre semana, y jornadas ininterrumpidas de 24 horas durante los fines de semana y festivos. Una práctica, la de los turnos de 24 horas, que genera debate, “algunos están a favor porque se gana más dinero y otros no, por la fatiga”, reconoce.

El trabajo de la Dra. Ponce es un tapiz de situaciones diversas. “No es lo mismo hacer guardias de 24 horas en Fuentes de Oñoro que en el hospital”, subraya. En Fuentes de Oñoro, las urgencias son “muy verdaderas”. El año pasado, atendió nueve paradas cardiorrespiratorias, todas de personas desplazadas. Lamentablemente, “todos murieron porque estamos en condiciones de 120 kilómetros del hospital más cercano”. La activación protocolaria es efectiva, pero el tiempo es un factor crítico.

El verano incrementa la carga con la llegada de “gente desplazada”, y la proximidad con Portugal hace que muchos ciudadanos de localidades cercanas acudan al centro, generando a veces complejidades en las derivaciones.

La intensidad de las guardias varía por la provincia, explica. En Ciudad Rodrigo, durante el Carnaval del Toro, se necesitan tres médicos de guardia: “Si estuviera uno solo sería un infierno”. En Lumbrales o Ledesma, la presencia de “tres residencias” de ancianos “ya les hace una carga brutal”. La Alberca, destino turístico, ve picos de asistencia en verano y festivos, con urgencias como caídas o consultas por medicación de visitantes; “antes había dos equipos en verano, porque si no era muy agotador”, recuerda. Localidades como Béjar y Alba de Tormes también, añade, son muy intensas, requiriendo equipos de tres facultativos.

En el otro extremo, pueblos como Miranda del Castañar son “muy tranquilos”, y en consultorios como el de Carpio de Azaba, con apenas “40 personitas”, el médico de cabecera puede pasar cada tres semanas.

El envejecimiento es un factor determinante. “Salamanca es de las provincias de todo el país con mayor envejecimiento”, afirma, que la excelente atención domiciliaria a los mayores: “Se les tiene súper bien cuidados a los abuelos. Si tienen una gripe, una tos, nosotros vamos al domicilio”. Sin embargo, la despoblación, la ‘España vaciada’, es un “problema gordo” que lleva al cierre de consultorios.