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Manolo y Fernando Vanegas, una historia de superación y sueños forjada en Salamanca
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REPORTAJE

Manolo y Fernando Vanegas, una historia de superación y sueños forjada en Salamanca

Actualizado 18/06/2025 17:05

El mayor de ellos sufrió un gravísimo percance en Ledesma en 2018 que a punto estuvo de dejarle tetrapléjico. El pequeño comienza su andadura en la profesión formando parte de la Escuela Taurina de la Diputación de Salamanca.

Con el mes de mayo llegando a su fin y regalando una mañana veraniega con la impresionante ciudad de Salamanca como telón de fondo al otro lado del río Tormes, Manolo Vanegas y su hermano Fernando caminan, inseparables, a nuestra cita. Venezolanos ambos pero con una profunda vinculación a Salamanca, la tierra que les ha visto hacerse como toreros.

El mayor de ellos, Manolo, es quien toma la palabra ante la atenta mirada de su hermano Fernando. Su dedicación le llevó a convertirse en un novillero puntero en Venezuela, pero al que a pesar de los triunfos no se le abrían las puertas de las ferias. “Se me dieron muy pocas oportunidades, quizá porque no tenía como pagar un novillo”, sentencia Manolo Vanegas. “Estaba muy desilusionado con el mundo del toro y se puede decir que me quité de este mundo porque si triunfas y no toreas, qué sentido tiene estar aquí”, añade. En vista de esta situación, comenzó a trabajar en un taller de motos de su padrastro para poder ganar dinero y comprar las cosas más básicas.

Fue su padre quien le animó a volver a los ruedos y la insistencia del progenitor dio sus frutos, ya que Vanegas se anunció en agosto de 2011 en Táriba, donde lidió un novillo complicadísimo. Esa actuación llamó la atención de un matador de toros salmantino que se encontraba en los tendidos y que al día siguiente, en el sorteo de la corrida de toros en la que iba a torear César Vanegas, hermano mayor de nuestro protagonista, entabló conversación con Manolo para hacerle una proposición que cambiaría su vida: “Me dijo que no podía ser que no tuviese oportunidades en Venezuela y que si quería venirme al año siguiente a su finca en Ledesma para prepararme e intentar hacer mi camino en España”.

Manolo Vanegas no se lo pensó y siguió trabajando en el taller para poder comprar el billete de avión y volar a España. “Llegué con 16 años y 70 euros en el bolsillo”, recuerda el venezolano, quien tuvo que pasar un trago amargo en el aeropuerto de Madrid tras su aterrizaje: “Me querían regresar a Venezuela y me metieron en una habitación junto a otras 12 personas. No se me olvidará que éramos 13 y que el único al que dieron de paso fue a mi porque dio la casualidad de que el responsable era suegro de un matador de toros. Si no es por eso, no entro en España y me devuelven a mi país”.

Manolo y Fernando Vanegas, una historia de superación y sueños forjada en Salamanca | Imagen 1

Su trabajo en la finca de la dehesa salmantina del matador de toros charro era recompensado con un plato de comida y una cama donde poder descansar: “No tenía un sueldo, pero mi recompensa era esa, además de acompañar al campo al torero”. En cada una de las ganaderías los ganaderos se sorprendían del arrojo y la determinación de Manolo Vanegas, a quien fueron incluyendo en carteles: “Los ganaderos, al verme con esa ilusión, le pedían a las comisiones donde iban a lidiar, que me pusieran en la novillada. Así me abrí paso. Además, toreé en todos los pueblos de la sierra donde no iba la Escuela Taurina de Salamanca, como en Sotoserrano, San Esteban de la Sierra o Aldeadávila de la Ribera. Mataba unos pedazo de novillos enormes pero al menos tenía la oportunidad de torear y ganaba algo de dinero para enviarle a mi familia a Venezuela”.

Unos franceses apoderaron a Manolo Vanegas y puso rumbo al país galo para instalar allí su cuartel general. Fueron años brillantes para el venezolano, llegando a cortar una oreja en Las Ventas en 2014, todo un hito: “Desde la época del maestro César Girón, ningún novillero venezolano cortaba una oreja en Madrid. Eso me ayudó mucho”. 2016 fue el año de su explosión como novillero, finalizando la campaña como el primero del escalafón. La alternativa llegó al año siguiente y en su primera corrida de toros tras el doctorado cortó dos orejas a un toro del Cura de Valverde, otro acontecimiento: “Hacía 30 años, desde Chamaco, que ningún torero cortaba dos orejas a un toro de esa ganadería”. El camino de Manolo Vanegas se estaba forjando a base de encastes y corridas duras, algo que fue valorado de forma muy positiva por los aficionados. Su carrera continuó imparable, toreando en México, Venezuela, Francia y España, hasta que el 16 de mayo de 2018 su vida cambió.

Manolo Vanegas, que se había venido a vivir a Salamanca dos meses antes, estaba toreando a puerta cerrada un toro en la plaza de toros de Ledesma. El astado lo cogió con una tremenda violencia, provocándole un desplazamiento de las vértebras C4 y C5 que le dejó sin movilidad en piernas y brazos. “Para que la gente se haga una idea, el pronóstico era peor que el del maestro Julio Robles. No del cuello para abajo no movía nada, ni siquiera los pulmones”, recuerda el joven.

Pese a la gravedad del accidente, Vanegas reconoce que nunca fue consciente del alcance del mismo: “Agradezco no haber sido consciente de que no iba a poder volver a torear, porque si lo hubiese sido, quizás hoy estaría en una silla de ruedas”. Ver su capote guardado en el armario de la habitación del Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde pasó ocho meses, fue su mejor medicina: “El pensar que algún día volvería a cogerlo para torear me ayudó mucho. Era mi mayor motivación”, recuerda emocionado Manolo. Su rutina en el centro hospitalario era la siguiente: “Lo normal es que a un paciente lo movilicen media hora, pero yo estaba desde las 9:30 hasta las 2 del mediodía, me llevaban a dormir un poquito la siesta y a las 5 ya estaba metido en el gimnasio otra vez hasta las 9 de la noche”.

Sorprende la entereza con la que Vanegas relata esos momentos: “Los primeros meses no podía hacer nada más que trabajar mi mente y mandar la señal, aunque no se movía ninguna parte de mi cuerpo. Si en ese momento tiro la toalla, me hubiese acostumbrado a mover un dedito para manejar una silla de ruedas eléctrica y hasta ahí habría llegado”. Esos ocho meses en Toledo fueron una lección de vida: “Fueron los meses más duros de mi vida pero te digo la verdad, también los más bonitos porque conocí a personas maravillosas. Ahí en esos momentos es cuando conoces el lado humano de las personas y hubo algunas que cuando Manolo era figura de los novilleros estaban a mi lado pero cuando estuve en la silla de ruedas no fueron ni siquiera a visitarme”. “En el momento duele mucho”, continúa con la voz entrecortada, “pero con el tiempo también es bonito darse cuenta de esas cosas”.

Desde que pidiera el alta voluntaria se volvió a su casa en Salamanca para llevar a cabo una recuperación a la que los médicos no encuentran explicación más que el coraje y el sacrificio. Ahora Manolo camina ayudado por una muleta y pese a que no va a poder volver a torear, no le guarda rencor al toro ni a la profesión: “Para mi estar de pie es una bendición y hoy estoy aquí hablando contigo gracias al toro. Si hubiese seguido arreglando motos no estaríamos hoy aquí. Además, gracias a Dios tengo mi casa en Venezuela, mis negocios, vivo bien, mi familia vive bien… todo gracias al toro. ¿Cómo voy a guardarle rencor?”. El venezolano continúa abriéndose en canal: “Cuando me pasó el percance, dentro de mi dolor era feliz porque esto me pasó a mi y no a ninguno de mis hermanos toreros”.

Manolo y Fernando Vanegas, una historia de superación y sueños forjada en Salamanca | Imagen 2

El pequeño de ellos es Fernando, que no pierde ojo al testimonio de su hermano, es ahora alumno de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca. Manolo manifiesta que “puede hacer cosas muy importantes en el toro y estoy ilusionado con él. Mi mayor interés es que él crezca como torero y como persona, que se gane el cariño de la gente y que pueda vivir de este mundo, además de ser respetado”.

Fernando es al único de sus hermanos al que Manolo le ha dado la oportunidad de venir a Salamanca porque en él ve algo diferente al resto: “Tiene capacidad pero tiene que creérselo y sacrificarse. No va a sufrir lo que sufrí yo trabajando en una finca, pero de alguna manera tiene que hacer un sacrifcio, además del que ya ha hecho de dejar a sus padres y a sus amigos en Venezuela. En su caso tiene que ser querer ser cada día el mejor y competir consigo mismo”.

La aportación de Manolo Vanegas, que ahora ejerce como empresario taurino y apoderado de Andy Younes, en la carrera de su hermano es la de “acompañarle cuando puedo y explicarle cositas. Digamos que yo soy la parte fea y el que le dice las cosas que no quiere oír. Siempre estoy detrás del fallo para corregirlo y aunque él cree que soy su enemigo, no lo hago para molestarle sino para que él sea mejor”. “Ha sido complicado pero ya lo va entendiendo”, sentencia Manolo con una sonrisa en la cara antes de cederle la palabra a su hermano pequeño.

Fernando Vanegas: “Manolo me exige mucho porque quiere lo mejor para mí como torero y como persona”

El menor de los Vanegas explica que sus comienzos en el mundo del toro fueron jugando y viendo a sus hermanos. Su primera oportunidad en público fue en un festival que organizó su hermano Manolo en Venezuela en 2021. Desde su llegada a Salamanca ha formado parte de la escuela taurina, para la que solo tiene palabras de agradecimiento: “Me han aportado mucho. El año pasado pude torear 14 clases prácticas y una novillada. Además, cada uno de los triunfos me ilusiona más”. Entre sus objetivos está el de ser el torero que Venezuela está esperando: “Tengo esa responsabilidad de representar a mi país y de que hablen bien de mí”.

Conversando con él sobre el terrible percance que apartó de los ruedos a su hermano, Fernando mantiene la calma y el sosiego: “Era muy chico cuando le pasó pero cuando fui creciendo me fui enterando un poco más y creo que debió ser durísimo para él”. Pese a ver de cerca la cruz del toreo, este joven no dudó en querer ser torero, al igual que sus hermanos mayores: “Pienso que cada uno tenemos nuestro destino y que lo que está para uno nadie se lo quita. Manolo solo me dice que hay que seguir, seguir y seguir…”.

Manolo y Fernando Vanegas, una historia de superación y sueños forjada en Salamanca | Imagen 3

Sobre la relación con Manolo, Fernando señala: “Es muy frío conmigo en el tema taurino. Cuando estoy bien, él se fija en lo malo para que yo pueda corregirlo. Además, siempre me exige en el entrenamiento y en el día a día, tanto en el toro como en persona”. “Hay días que no hago la cama y me riñe también por eso”, confiesa entre risas, “pero en el fondo le agradezco que lo haga porque sé que quiere lo mejor para mí”.

Su vida en Salamanca, a la que califica de “ciudad movida y muy bonita” además de ser “la bomba taurinamente hablando”, se centra en el toro: “Todos los días entreno con mis amigos Óscar Gallo e Iván Hernández. Siempre que les llamo para entrenar, están dispuestos”.

Para finalizar hablamos sobre el peso que conlleva el ser conocido como el hermano de Manolo Vanegas: “La gente sabe que soy su hermano pero eso es una motivación para entrenar fuerte y poder superar lo que él logró, porque como él ha dicho, yo también creo que puedo ser mejor que él, y por eso me exige tanto.

FOTOS: PABLO ANGULAR