Denuncian que el Real Decreto 666/2023 y el sistema PRESVET imponen trabas burocráticas, coartan el criterio clínico y ponen en riesgo la salud animal y pública; convocan una protesta el 8 de junio, a las 12:00 horas, frente a la Subdelegación del Gobierno
Un profundo malestar recorre la profesión veterinaria en Salamanca y en toda España. Los profesionales del sector, representados en la provincia por figuras como Antonio Rubio, presidente del Colegio de Veterinarios de Salamanca, y Elías Gómez, portavoz local de la Federación de Sindicatos Veterinarios (FESVET), han intensificado sus denuncias contra un marco normativo que, aseguran, no solo dificulta gravemente su labor diaria, sino que también los "criminaliza" y tiene consecuencias directas sobre el bienestar animal y la salud pública. La tensión ha escalado y convocan una nueva concentración para este próximo domingo, 8 de junio, que tendrá lugar de 12:00 a 13:30 horas frente a la Subdelegación del Gobierno en la Plaza de la Constitución.
El foco de la controversia se centra en el Real Decreto 666/2023 sobre medicamentos veterinarios y el sistema de prescripción electrónica asociado, conocido como PRESVET. Antonio Rubio ha expresado con rotundidad el sentir del colectivo: "Creemos que este real decreto nos está criminalizando demasiado. Y el sistema Presvet nos está creando una medicina veterinaria, una normativa injusta, desproporcionada, burocrática y ajena a la realidad". Esta percepción de ser injustamente señalados es uno de los principales motores de las movilizaciones, que buscan defender no solo la dignidad de su trabajo, sino también la protección de las familias con animales y la crucial seguridad alimentaria, donde los veterinarios de producción son el primer eslabón sanitario.
Los veterinarios detallan cómo la nueva legislación ha sembrado de obstáculos su quehacer cotidiano. Se sienten maniatados por normativas que consideran excesivamente restrictivas, especialmente si se comparan con las de otros países europeos. "Nos obligan a seguir tratamientos en función de las fichas técnicas, las cuales la inmensa mayoría de ellas, bueno, la inmensa mayoría no, pero muchísimas sí que están obsoletas, no están actualizadas, con lo cual no podemos utilizarlas", ha explicado Rubio. Esta rigidez, argumentan, impide ajustar las dosis a las necesidades específicas de cada animal y limita su criterio clínico, esencial en una disciplina que maneja una vasta diversidad de especies y patologías.
Otro de los puntos más conflictivos es la categorización obligatoria de los antibióticos. Esta medida fuerza a los veterinarios a seguir un orden preestablecido al prescribir, una imposición que, paradójicamente, podría estar contribuyendo al desarrollo de resistencias antimicrobianas. Rubio ha lamentado que, en ocasiones, se ven forzados a utilizar un primer antibiótico sabiendo que no será el más efectivo, lo que retrasa la curación del animal y conlleva un mayor uso de medicación. "¿Qué es lo que estamos haciendo? Yo creo que fomentando las antibirresistencias, en ese sentido, porque estamos dando unos antibióticos que realmente no van a tener un efecto", ha señalado.
El sistema PRESVET, concebido para el control de las prescripciones, tampoco escapa a las críticas. Los profesionales lo describen como una carga burocrática "tremenda" e "inútil", que consume un tiempo precioso que debería dedicarse a la atención clínica. Elías Gómez ha recordado que ya existen herramientas a nivel europeo, como SUAVET, que realizan funciones de monitorización similares sin imponer tal lastre administrativo. A esto se suman sanciones que consideran "desproporcionadas", con multas que pueden alcanzar hasta 1.200.000 euros, generando un clima de "miedo a la hora de prescribir" y una notable inseguridad jurídica.
Ante esta situación, las demandas del colectivo veterinario, expuestas por Elías Gómez, son contundentes. En primer lugar, exigen la "renovación del decreto del Real Decreto 666" y la retirada del sistema PRESVET. Consideran imprescindible una modificación legislativa que la haga más ágil, eficaz y adaptada a la realidad clínica.
Una de las peticiones clave es la posibilidad de que el veterinario pueda suministrar directamente desde su botiquín la dosis justa de medicamento que el animal necesita para su tratamiento inmediato. "No es lógico que los dueños de las mascotas, después de que les haga la receta el veterinario, tengan que andar buscando de farmacia en farmacia", ha afirmado Gómez, aludiendo a los frecuentes problemas de desabastecimiento de medicamentos veterinarios en las farmacias –un estudio de la Organización Colegial Veterinaria ha revelado que el 86% de estos fármacos han presentado problemas de dispensación–.
Ambos portavoces han querido recalcar que no pretenden convertirse en farmacéuticos ni vender medicamentos libremente. Su objetivo es asegurar que el animal reciba el tratamiento completo y adecuado en el momento del diagnóstico, evitando sobrantes que puedan llevar a la automedicación o a un uso incorrecto. "Lo que queremos es que no haya una circulación sobrante, digamos, de medicamentos que puedan dar lugar a automedicaciones", ha insistido Gómez.
La flexibilidad en la prescripción es otra de sus grandes batallas. Piden poder aplicar su criterio científico y experiencia para elegir el tratamiento más adecuado desde el inicio, sin tener que seguir protocolos que, en su opinión, pueden agravar la condición del animal. "Un catarro se convierta en una neumonía por el paso del tiempo, porque el primer antibiótico de elección obligatoria casi tenga que utilizarse a la espera de que no dé resultado", ha ejemplificado Gómez.
La reducción del IVA veterinario, una reivindicación histórica, también ha vuelto a la palestra. Actualmente, los servicios veterinarios soportan un 21% de IVA, una carga que impacta directamente en los propietarios. Solicitan una bajada al 10% para los servicios y al 4% para los medicamentos veterinarios. Finalmente, y con vehemencia, reclaman ser escuchados: "Sobre todo, lo que queremos es que se escuche a los veterinarios, que en las mesas de negociación donde se hacen las legislaciones, en los comités de expertos, siempre haya veterinarios", ha sentenciado Gómez, criticando que el concepto 'One Health' (Una Sola Salud) sea frecuentemente mencionado por los políticos, pero luego se "ningunee" el papel esencial del veterinario.
Las consecuencias de esta normativa ya se están haciendo sentir en la profesión. Antonio Rubio ha alertado sobre un "abandono importante" de la profesión, especialmente entre los clínicos de pequeños animales, donde se estima que tres de cada diez abandonan. Las razones son diversas, desde la baja retribución -"Hay casos en los que te dicen que le pagan más en Mercadona que en una clínica veterinaria"- hasta el creciente efecto 'burnout' o agotamiento profesional. Rubio ha llegado a mencionar una estadística alarmante: la veterinaria es una de las profesiones con mayor índice de suicidios en España.
La normativa actual, que entró en vigor para pequeños animales el 2 de enero de este año tras aplicarse previamente a animales de producción, ha sido recibida con preocupación por la mayoría de las comunidades autónomas. Según los portavoces, regiones como Castilla y León, Galicia y Canarias ya han presentado mociones en sus respectivos parlamentos pidiendo la derogación del Real Decreto y de PRESVET. Sin embargo, la respuesta del ministerio, hasta ahora, no ha sido la esperada por el colectivo.
La concentración del próximo domingo 8 de junio, a las 12:00 horas, en la Plaza de la Constitución de Salamanca se perfila, por tanto, como un nuevo y crucial capítulo en esta lucha. Veterinarios de pequeños animales y de animales de producción -estos últimos, garantes de la seguridad alimentaria- han unido sus fuerzas. "Lo que luchamos es un poco por todos", ha afirmado Rubio, subrayando la importancia de que se tenga en cuenta el criterio y la evidencia científica. "No podemos estar sujetos a unas normas que nos impongan", ha concluido, recordando que la normativa española es más restrictiva que la de la mayoría de los países europeos en aspectos clave.
La profesión veterinaria ha lanzado un SOS, esperando que, esta vez, su voz sea escuchada antes de que las consecuencias sean irreparables. Las concentraciones y protestas se vienen sucediendo en los últimos meses -en Salamanca, la última fue el 26 de marzo- y este domingo las movilizaciones se repiten por distintos puntos de la geografía española.